/ jueves 23 de julio de 2020

Acerca del consumo local

Para entender las razones por las que los consumidores locales no se ven motivados a adquirir bienes en Juárez, hay que entender el mercado, la competencia y el orden espontáneo.

El mercado, en términos económicos, es un proceso dinámico en donde se realizan transacciones voluntarias entre oferentes, es decir personas que ofrecen productos y/o servicios con demandantes, es decir personas que necesitan productos y/o servicios; dichas transacciones voluntarias se realizan en unidades monetarias, como pesos mexicanos o dólares estadounidenses, con los que se paga un precio, y este precio se puede definir como un registro histórico de intercambio, el cual sirve para estimar la cantidad de productos y/o servicios que deben ofrecerse de acuerdo con la demanda o necesidad del consumidor e indica también la cantidad de unidades monetarias que el consumidor está dispuesto a pagar, teniendo bien claro que ese precio está determinado por el valor subjetivo que le otorgan los consumidores al producto y/o servicio, y no por lo que cuesta producirlo.

La competencia es parte del proceso dinámico del mercado en donde constantemente los oferentes están intentando brindarle a los consumidores bienes de la mejor calidad y al mejor precio. Los oferentes que lo logran son premiados con la preferencia de los consumidores, obteniendo así cada empresa las ganancias deseadas. Los monopolios surgidos de las restricciones impuestas por el gobierno terminan perjudicando a los consumidores; sin embargo, los monopolios surgidos de manera natural, con base en la elección de los consumidores, terminan beneficiando a los mismos consumidores. Y en el caso no de monopolio, sino de competencia de oferta, también se beneficia a los consumidores debido a que a mayor oferta de productos y/o servicios, estos tienden a tener un precio más bajo, lo que facilita que sea adquirido por los niveles económicos con menor poder adquisitivo.

Entonces aclarados ambos conceptos, acerca del mercado y la competencia, hay que plantearse la problemática de Juárez con relación a El Paso, acerca del consumo local. Primero, hay que decir que la cantidad de oferta de productos y/o servicios que brindan los comercios en El Paso es mucho mayor que en Juárez, lo que hace que los bienes sean más baratos incluso considerando la subida del tipo de cambio, es decir un precio por dólar más alto. Segundo, en Juárez los productos importados tienen precios más elevados, por lo que es mejor consumirlos directamente en El Paso, y cuando no son importados sino que se producen en la localidad con la suficiente calidad, el precio suele ser competitivo pero ante una igualdad de circunstancias, el posicionamiento de las marcas estadounidenses hacen que nuevamente los consumidores elijan comprar en El Paso. Y tercero, la manera que tienen los negocios locales de Juárez para competir es bajando el precio de los productos y/o servicios, porque la gente no está dispuesta a pagar más, lo que lleva a las empresas a realizar actividades no económicas produciendo a pérdida.

La única manera de competir que tienen los negocios en Juárez es ofreciendo bienes de la mejor calidad y al mejor precio, no hay que darle tantas vueltas. Pero para esto se necesita que el gobierno intervenga cada vez menos en las actividades económicas y las funciones empresariales pues justamente el gobierno limita la capacidad creativa y la acción negociadora a través de las regulaciones y decisiones monopólicas o con fines impositivos. Además, la imagen del empresario y emprendedor mexicano ligado al gobierno termina dañando la imagen de lo que está “Hecho en México” pues, históricamente, en el país lo que hace el gobierno lo hace mal.

Para que el mercado pueda funcionar y la competencia haga que los bienes lleguen a los consumidores, no son necesarios foros, ni mesas de trabajo, ni mesas interinstitucionales, ni mucho menos regulaciones, ni propuestas en materia política... hace falta que el gobierno se haga a un lado y permita que el mercado, es decir cada consumidor, premie y castigue a quien mejor y peor le sirva a través de un orden espontáneo que surge de la necesidad de intercambiar productos y/o servicios para mejorar mutuamente la calidad de vida de los empresarios y los consumidores.

Para entender las razones por las que los consumidores locales no se ven motivados a adquirir bienes en Juárez, hay que entender el mercado, la competencia y el orden espontáneo.

El mercado, en términos económicos, es un proceso dinámico en donde se realizan transacciones voluntarias entre oferentes, es decir personas que ofrecen productos y/o servicios con demandantes, es decir personas que necesitan productos y/o servicios; dichas transacciones voluntarias se realizan en unidades monetarias, como pesos mexicanos o dólares estadounidenses, con los que se paga un precio, y este precio se puede definir como un registro histórico de intercambio, el cual sirve para estimar la cantidad de productos y/o servicios que deben ofrecerse de acuerdo con la demanda o necesidad del consumidor e indica también la cantidad de unidades monetarias que el consumidor está dispuesto a pagar, teniendo bien claro que ese precio está determinado por el valor subjetivo que le otorgan los consumidores al producto y/o servicio, y no por lo que cuesta producirlo.

La competencia es parte del proceso dinámico del mercado en donde constantemente los oferentes están intentando brindarle a los consumidores bienes de la mejor calidad y al mejor precio. Los oferentes que lo logran son premiados con la preferencia de los consumidores, obteniendo así cada empresa las ganancias deseadas. Los monopolios surgidos de las restricciones impuestas por el gobierno terminan perjudicando a los consumidores; sin embargo, los monopolios surgidos de manera natural, con base en la elección de los consumidores, terminan beneficiando a los mismos consumidores. Y en el caso no de monopolio, sino de competencia de oferta, también se beneficia a los consumidores debido a que a mayor oferta de productos y/o servicios, estos tienden a tener un precio más bajo, lo que facilita que sea adquirido por los niveles económicos con menor poder adquisitivo.

Entonces aclarados ambos conceptos, acerca del mercado y la competencia, hay que plantearse la problemática de Juárez con relación a El Paso, acerca del consumo local. Primero, hay que decir que la cantidad de oferta de productos y/o servicios que brindan los comercios en El Paso es mucho mayor que en Juárez, lo que hace que los bienes sean más baratos incluso considerando la subida del tipo de cambio, es decir un precio por dólar más alto. Segundo, en Juárez los productos importados tienen precios más elevados, por lo que es mejor consumirlos directamente en El Paso, y cuando no son importados sino que se producen en la localidad con la suficiente calidad, el precio suele ser competitivo pero ante una igualdad de circunstancias, el posicionamiento de las marcas estadounidenses hacen que nuevamente los consumidores elijan comprar en El Paso. Y tercero, la manera que tienen los negocios locales de Juárez para competir es bajando el precio de los productos y/o servicios, porque la gente no está dispuesta a pagar más, lo que lleva a las empresas a realizar actividades no económicas produciendo a pérdida.

La única manera de competir que tienen los negocios en Juárez es ofreciendo bienes de la mejor calidad y al mejor precio, no hay que darle tantas vueltas. Pero para esto se necesita que el gobierno intervenga cada vez menos en las actividades económicas y las funciones empresariales pues justamente el gobierno limita la capacidad creativa y la acción negociadora a través de las regulaciones y decisiones monopólicas o con fines impositivos. Además, la imagen del empresario y emprendedor mexicano ligado al gobierno termina dañando la imagen de lo que está “Hecho en México” pues, históricamente, en el país lo que hace el gobierno lo hace mal.

Para que el mercado pueda funcionar y la competencia haga que los bienes lleguen a los consumidores, no son necesarios foros, ni mesas de trabajo, ni mesas interinstitucionales, ni mucho menos regulaciones, ni propuestas en materia política... hace falta que el gobierno se haga a un lado y permita que el mercado, es decir cada consumidor, premie y castigue a quien mejor y peor le sirva a través de un orden espontáneo que surge de la necesidad de intercambiar productos y/o servicios para mejorar mutuamente la calidad de vida de los empresarios y los consumidores.