/ martes 28 de abril de 2020

Acercamiento al Home Office

Uno de los primeros cambios a los que debemos acostumbrarnos en adelante, es al trabajo en casa.

Home office

En la medida que podamos hacer nuestros ajustes personales a la estructura de este nuevo paradigma, saldremos más rápido del problema económico que está por aplastarnos luego de la pandemia fatal.

Cuarenta años atrás, añoraba yo la posibilidad de ejercer el oficio de las letras, sin tener que salir de casa.

Eran los albores de la era digital y sólo los privilegiados tenían un ordenador con su procesador de palabras y una impresora ¡de puntos! Yo tardé como cinco años en lograrlo.

Desde entonces, fui moldeando mi propia versión de lo que hoy se conoce como home office.

Recuerdo que en cierta conversación con mi querida amiga Ikram Antaki, en Gloria esté.

Divagábamos en la ensoñación; y cada uno de nosotros expuso cuál sería su modelo de estudio-dormitorio, para reducir gastos, y ser más productivos.

Ambos coincidíamos en que tendría que ser un lugar donde pudiese uno concentrarse a profundidad.

Por lo tanto, no niños, no mascotas, no vecinos ruidosos, no parejas tóxicas, no visitas indeseables. Internet. Buena cocina y tu biblioteca personal.

Ella logró su sueño en poco tiempo y luego falleció. Era hipertensa y probablemente habrían dicho que murió por Covid 19, pero el certificado de defunción decía infarto al miocardio. Veinte años atrás nomás te morías y ya.

En estos veinte años siguientes, he modificado varias veces mi modelo, porque hubieron de crecer los hijos; las mascotas que se fueran; y conseguir el espacio adecuado.

Prepararse más. Adentrarse en el contexto digital. Encontrar el producto adecuado para no andar dando tumbos.

Luego, circunstancias que no ayudaron a la consolidación del proyecto, detuvieron un rato el tren.

Salvado el lastre, todo comenzó a acomodarse.

Ahora, con la obligada cuarentena, estoy en el proceso final de los ajustes.

El encierro no me afecta, porque mi trabajo es en casa-estudio, desde antes que se inventara el home office.

Aunque obviamente es necesario salir para conseguir tus clientes.

Pero con estos cambios, los ajustes irán acomodándose mejor y con gran rapidez.

La vida se reduce ya a

compras vía internet, entregas a domicilio, la inmersión a la 5G. Y en mi caso, o los que nos manejamos más por las nuevas tecnologías de la comunicación, hay rapidez de adaptación.

Pero... ¿Y los que ni idea tienen de esto? ¿Los que entran apenas a la era de las aplicaciones, con un celular para conectarse al Facebook a chatear?

¿O, los que trabajan en el giro de la manufactura?

Tendrán que echar la mirada hacia el futuro. Pero de volada.

Porque en el mundo maquiloco, por ejemplo, la mano de obra se abaratará, y muy posiblemente entrará con fuerza la producción vía robots.

Sin embargo, será necesaria la producción de algunos componentes que podrán ser elaborados en pequeños talleres domésticos.

Tendrán que comprar herramienta, equiparse. Y poner sus talleres en casa. Inventar y moldear su versión de home work hasta volverla productiva.

Incluso los que hacen trabajos a domicilio, como fontaneros, carpinteros, los que dan mantenimiento en refrigeración o calefacción.

Necesitarán cuando menos una página en Facebook y tomar clientes en línea.

La pandemia ha logrado ya miles de proveedores on line. Sobre todo en alimentos para llevar. O entrega a domicilio.

La sociedad se va hiper individualizando, y eso no es bueno, pero hacia allá va la tendencia mundial.

El hiperindividualismo, es una categoría que ha venido manejando el filósofo francés Gilles Lipovetsky.

En sus principales obras (en particular, La era del vacío) analiza lo que se ha considerado la sociedad posmoderna, con temas recurrentes como el narcisismo apático, el consumismo, el hiperindividualismo psicologista, la deserción de los valores tradicionales, la hipermodernidad, la cultura de y su indiferencia, la abolición de lo trágico, el hedonismo instanteneista, la pérdida de la conciencia histórica y el descrédito del futuro, la moda y lo efímero, los mass media, el culto al ocio, la cultura como mercancía, el ecologismo como disfraz y pose social, entre otras.

Tendremos tiempo para revisar algunos de estos temas de actualidad.

Sólo recuerden una cosa... EL FUTURO COMENZÓ HOY, NO MAÑANA.

Uno de los primeros cambios a los que debemos acostumbrarnos en adelante, es al trabajo en casa.

Home office

En la medida que podamos hacer nuestros ajustes personales a la estructura de este nuevo paradigma, saldremos más rápido del problema económico que está por aplastarnos luego de la pandemia fatal.

Cuarenta años atrás, añoraba yo la posibilidad de ejercer el oficio de las letras, sin tener que salir de casa.

Eran los albores de la era digital y sólo los privilegiados tenían un ordenador con su procesador de palabras y una impresora ¡de puntos! Yo tardé como cinco años en lograrlo.

Desde entonces, fui moldeando mi propia versión de lo que hoy se conoce como home office.

Recuerdo que en cierta conversación con mi querida amiga Ikram Antaki, en Gloria esté.

Divagábamos en la ensoñación; y cada uno de nosotros expuso cuál sería su modelo de estudio-dormitorio, para reducir gastos, y ser más productivos.

Ambos coincidíamos en que tendría que ser un lugar donde pudiese uno concentrarse a profundidad.

Por lo tanto, no niños, no mascotas, no vecinos ruidosos, no parejas tóxicas, no visitas indeseables. Internet. Buena cocina y tu biblioteca personal.

Ella logró su sueño en poco tiempo y luego falleció. Era hipertensa y probablemente habrían dicho que murió por Covid 19, pero el certificado de defunción decía infarto al miocardio. Veinte años atrás nomás te morías y ya.

En estos veinte años siguientes, he modificado varias veces mi modelo, porque hubieron de crecer los hijos; las mascotas que se fueran; y conseguir el espacio adecuado.

Prepararse más. Adentrarse en el contexto digital. Encontrar el producto adecuado para no andar dando tumbos.

Luego, circunstancias que no ayudaron a la consolidación del proyecto, detuvieron un rato el tren.

Salvado el lastre, todo comenzó a acomodarse.

Ahora, con la obligada cuarentena, estoy en el proceso final de los ajustes.

El encierro no me afecta, porque mi trabajo es en casa-estudio, desde antes que se inventara el home office.

Aunque obviamente es necesario salir para conseguir tus clientes.

Pero con estos cambios, los ajustes irán acomodándose mejor y con gran rapidez.

La vida se reduce ya a

compras vía internet, entregas a domicilio, la inmersión a la 5G. Y en mi caso, o los que nos manejamos más por las nuevas tecnologías de la comunicación, hay rapidez de adaptación.

Pero... ¿Y los que ni idea tienen de esto? ¿Los que entran apenas a la era de las aplicaciones, con un celular para conectarse al Facebook a chatear?

¿O, los que trabajan en el giro de la manufactura?

Tendrán que echar la mirada hacia el futuro. Pero de volada.

Porque en el mundo maquiloco, por ejemplo, la mano de obra se abaratará, y muy posiblemente entrará con fuerza la producción vía robots.

Sin embargo, será necesaria la producción de algunos componentes que podrán ser elaborados en pequeños talleres domésticos.

Tendrán que comprar herramienta, equiparse. Y poner sus talleres en casa. Inventar y moldear su versión de home work hasta volverla productiva.

Incluso los que hacen trabajos a domicilio, como fontaneros, carpinteros, los que dan mantenimiento en refrigeración o calefacción.

Necesitarán cuando menos una página en Facebook y tomar clientes en línea.

La pandemia ha logrado ya miles de proveedores on line. Sobre todo en alimentos para llevar. O entrega a domicilio.

La sociedad se va hiper individualizando, y eso no es bueno, pero hacia allá va la tendencia mundial.

El hiperindividualismo, es una categoría que ha venido manejando el filósofo francés Gilles Lipovetsky.

En sus principales obras (en particular, La era del vacío) analiza lo que se ha considerado la sociedad posmoderna, con temas recurrentes como el narcisismo apático, el consumismo, el hiperindividualismo psicologista, la deserción de los valores tradicionales, la hipermodernidad, la cultura de y su indiferencia, la abolición de lo trágico, el hedonismo instanteneista, la pérdida de la conciencia histórica y el descrédito del futuro, la moda y lo efímero, los mass media, el culto al ocio, la cultura como mercancía, el ecologismo como disfraz y pose social, entre otras.

Tendremos tiempo para revisar algunos de estos temas de actualidad.

Sólo recuerden una cosa... EL FUTURO COMENZÓ HOY, NO MAÑANA.

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