/ sábado 13 de marzo de 2021

Alto Poder | Con o sin AMLO, el país seguirá dividido

El 2000 será recordado como el año de la alternancia en el gobierno nacional, porque mientras la izquierda, en la imagen de Andrés Manuel López Obrador, refrendó su poderío en el entonces Distrito Federal, la derecha, personificada por Vicente Fox, arrebataba al PRI la silla presidencial.

Desde entonces, ambos políticos establecieron un estilo muy peculiar de gobernar, pues mientras el panista representaba al empresariado nacional, el entonces perredista utilizaba como lema de campaña “Por el bien de todos, primero los pobres”. Así transcurrieron los seis años de ambas administraciones.

Durante ese sexenio, se gobernó desde los dos palacios que rodean la Plaza de la Constitución: la antigua sede del Ayuntamiento, controlada por el tabasqueño, y el Palacio Nacional, donde despachaba el guanajuatense.

En cuanto AMLO asumió el gobierno capitalino, instauró las conferencias mañaneras, desde donde fijaba la agenda nacional, establecía de qué se hablaba y de qué no; “bateaba” las preguntas que no quería responder o que le resultaban incómodas (como la interrupción legal del embarazo, el matrimonio igualitario o la despenalización de la mariguana).

Por el contrario, Vicente Fox poco a poco fue cediendo espacio al escándalo mediático, a la entrevista banquetera, permitió que su esposa gobernara desde la sombra y dejó que su vocero, Rubén Aguilar, corrigiera todo lo que decía el Presidente.

En cambio, López Obrador atrajo los reflectores con controversiales declaraciones, cuestionables propuestas y la imposición de políticas públicas, sociales y de salud severamente cuestionadas porque en más de una no se transparentó el manejo de los recursos públicos.

Ambos concluyeron sus gobiernos, en medio de severos cuestionamientos, pues mientras a Vicente el pueblo le reclamó el incumplimiento de sus promesas de campaña (nadie pudo adquirir ni “un vocho”, porque en ese periodo la Volks Wagen dejó de fabricarlos y tampoco aumentaron “los changarro”), Andrés Manuel buscó la Presidencia, cuyo triunfo le fue robado por el panista, su esposa Marta Sahagún, el cardenal Norberto Rivera y la entonces líder magisterial, Elba Esther Gordillo.

¿SERÁ EL 1 DE AGOSTO LA CONSULTA?

Como puede notarse, en ese periodo se confrontaron dos maneras de gobernar, muy diferentes entre sí. A la derecha presidencial le hizo contrapeso la izquierda local. Pero los tiempos cambiaron y, a 21 años de iniciada la transición, Morena tiene el control de ambos gobiernos.

Entre los cambios que propuso López Obrador durante su campaña, se encuentra la revocación de mandatos, es decir que a la mitad de su gobierno le preguntaría al pueblo si deseaba que continuara o no en el cargo. La propuesta fue avalada por el Congreso de la Unión y de pronto parecía olvidada.

Durante la conferencia del miércoles pasado, el Presidente de la República revivió el asunto que parecía olvidado y, aunque tuvo poco eco, es urgente que se defina qué ocurrirá porque, según la ley, deberá realizarse el 1 de agosto de este año.

Sobre este asunto, el Instituto Nacional Electoral, encargado de organizar la consulta ciudadana, se declaró “en bancarrota”, sin recursos para llevarla al cabo, por el recorte presupuestal de 870 millones de pesos que le impusieron los diputados en el Presupuesto de Egresos de la Federación para este año.

Durante muchos años, el INE operó a todo lujo, despilfarrando los recursos públicos, con salarios a los consejeros de 190 mil pesos mensuales, entre sueldo, prestaciones y otros gastos. Incluso, el miércoles el órgano electoral insistió en ampararse en contra de la ley que les impide ganar más que el Presidente de la República.

Los funcionarios se niegan a renunciar a todos esos lujos a los que están acostumbrados; parecen ignorar la emergencia sanitaria que impacta al país y que ha dejado alrededor de 200 mil muertos.

“FIFIS” SE ENFRENTARÁN CON LOS “CHAIROS”

¿Qué ocurrirá el 1 de agosto? Según la ley, la consulta constará de dos preguntas. Primero si se desea o no que AMLO continúe en la Presidencia de la República y, segundo, el juicio contra los expresidentes Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

Ese será el momento definitivo para aquellos que se oponen a López Obrador, pero también es una ocasión para que refuerce su presencia entre el pueblo. Cualquiera de las dos posibilidades, dividirá aún más al pueblo.

En el supuesto que los mexicanos voten por la continuidad del lopezobradorismo, dará más poder a su máximo líder para hacer y deshacer, para imponer y establecer. Por ello es necesario que en la jornada electoral del próximo 6 de junio el Congreso no cuente con una mayoría absoluta, para ser el contrapeso del gobierno de la Cuarta Transformación, como en su momento lo fue Andrés Manuel.

Empero, si el pueblo decide que es momento del retiro del político tabasqueño, podría ocasionar una crisis económica, política y social, porque sus seguidores (que no son pocos) no quedarán conformes con el resultado.

Ambos escenarios confrontarán a “chairos” y “fifís”, lo que ocasionará que el país siga sumido en el rezago del que no ha podido avanzar debido a la poca continuidad de los programas de gobierno, tanto en obra como en programas sociales.

Lo que se está haciendo ahora, podrá suspenderse mañana. Bajo esa premisa los mexicanos han aprendido a sobrevivir, porque si hoy se recibe un apoyo, seguro el próximo gobierno lo eliminará e impondrá nuevos apoyos, que beneficien al gobernante en turno.

Andrés Manuel, la izquierda, la derecha y todos los actores políticos se encuentran en una encrucijada, ante la prueba más dura porque el pueblo deberá definir el 1 de agosto (si es que se concreta) en la consulta ciudadana qué rumbo debe tomar el país los próximos años.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.

manuelmejidot@gmail.com

El 2000 será recordado como el año de la alternancia en el gobierno nacional, porque mientras la izquierda, en la imagen de Andrés Manuel López Obrador, refrendó su poderío en el entonces Distrito Federal, la derecha, personificada por Vicente Fox, arrebataba al PRI la silla presidencial.

Desde entonces, ambos políticos establecieron un estilo muy peculiar de gobernar, pues mientras el panista representaba al empresariado nacional, el entonces perredista utilizaba como lema de campaña “Por el bien de todos, primero los pobres”. Así transcurrieron los seis años de ambas administraciones.

Durante ese sexenio, se gobernó desde los dos palacios que rodean la Plaza de la Constitución: la antigua sede del Ayuntamiento, controlada por el tabasqueño, y el Palacio Nacional, donde despachaba el guanajuatense.

En cuanto AMLO asumió el gobierno capitalino, instauró las conferencias mañaneras, desde donde fijaba la agenda nacional, establecía de qué se hablaba y de qué no; “bateaba” las preguntas que no quería responder o que le resultaban incómodas (como la interrupción legal del embarazo, el matrimonio igualitario o la despenalización de la mariguana).

Por el contrario, Vicente Fox poco a poco fue cediendo espacio al escándalo mediático, a la entrevista banquetera, permitió que su esposa gobernara desde la sombra y dejó que su vocero, Rubén Aguilar, corrigiera todo lo que decía el Presidente.

En cambio, López Obrador atrajo los reflectores con controversiales declaraciones, cuestionables propuestas y la imposición de políticas públicas, sociales y de salud severamente cuestionadas porque en más de una no se transparentó el manejo de los recursos públicos.

Ambos concluyeron sus gobiernos, en medio de severos cuestionamientos, pues mientras a Vicente el pueblo le reclamó el incumplimiento de sus promesas de campaña (nadie pudo adquirir ni “un vocho”, porque en ese periodo la Volks Wagen dejó de fabricarlos y tampoco aumentaron “los changarro”), Andrés Manuel buscó la Presidencia, cuyo triunfo le fue robado por el panista, su esposa Marta Sahagún, el cardenal Norberto Rivera y la entonces líder magisterial, Elba Esther Gordillo.

¿SERÁ EL 1 DE AGOSTO LA CONSULTA?

Como puede notarse, en ese periodo se confrontaron dos maneras de gobernar, muy diferentes entre sí. A la derecha presidencial le hizo contrapeso la izquierda local. Pero los tiempos cambiaron y, a 21 años de iniciada la transición, Morena tiene el control de ambos gobiernos.

Entre los cambios que propuso López Obrador durante su campaña, se encuentra la revocación de mandatos, es decir que a la mitad de su gobierno le preguntaría al pueblo si deseaba que continuara o no en el cargo. La propuesta fue avalada por el Congreso de la Unión y de pronto parecía olvidada.

Durante la conferencia del miércoles pasado, el Presidente de la República revivió el asunto que parecía olvidado y, aunque tuvo poco eco, es urgente que se defina qué ocurrirá porque, según la ley, deberá realizarse el 1 de agosto de este año.

Sobre este asunto, el Instituto Nacional Electoral, encargado de organizar la consulta ciudadana, se declaró “en bancarrota”, sin recursos para llevarla al cabo, por el recorte presupuestal de 870 millones de pesos que le impusieron los diputados en el Presupuesto de Egresos de la Federación para este año.

Durante muchos años, el INE operó a todo lujo, despilfarrando los recursos públicos, con salarios a los consejeros de 190 mil pesos mensuales, entre sueldo, prestaciones y otros gastos. Incluso, el miércoles el órgano electoral insistió en ampararse en contra de la ley que les impide ganar más que el Presidente de la República.

Los funcionarios se niegan a renunciar a todos esos lujos a los que están acostumbrados; parecen ignorar la emergencia sanitaria que impacta al país y que ha dejado alrededor de 200 mil muertos.

“FIFIS” SE ENFRENTARÁN CON LOS “CHAIROS”

¿Qué ocurrirá el 1 de agosto? Según la ley, la consulta constará de dos preguntas. Primero si se desea o no que AMLO continúe en la Presidencia de la República y, segundo, el juicio contra los expresidentes Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

Ese será el momento definitivo para aquellos que se oponen a López Obrador, pero también es una ocasión para que refuerce su presencia entre el pueblo. Cualquiera de las dos posibilidades, dividirá aún más al pueblo.

En el supuesto que los mexicanos voten por la continuidad del lopezobradorismo, dará más poder a su máximo líder para hacer y deshacer, para imponer y establecer. Por ello es necesario que en la jornada electoral del próximo 6 de junio el Congreso no cuente con una mayoría absoluta, para ser el contrapeso del gobierno de la Cuarta Transformación, como en su momento lo fue Andrés Manuel.

Empero, si el pueblo decide que es momento del retiro del político tabasqueño, podría ocasionar una crisis económica, política y social, porque sus seguidores (que no son pocos) no quedarán conformes con el resultado.

Ambos escenarios confrontarán a “chairos” y “fifís”, lo que ocasionará que el país siga sumido en el rezago del que no ha podido avanzar debido a la poca continuidad de los programas de gobierno, tanto en obra como en programas sociales.

Lo que se está haciendo ahora, podrá suspenderse mañana. Bajo esa premisa los mexicanos han aprendido a sobrevivir, porque si hoy se recibe un apoyo, seguro el próximo gobierno lo eliminará e impondrá nuevos apoyos, que beneficien al gobernante en turno.

Andrés Manuel, la izquierda, la derecha y todos los actores políticos se encuentran en una encrucijada, ante la prueba más dura porque el pueblo deberá definir el 1 de agosto (si es que se concreta) en la consulta ciudadana qué rumbo debe tomar el país los próximos años.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.

manuelmejidot@gmail.com