/ sábado 26 de marzo de 2022

Aprendiendo del fracaso

No hay nada que aprender del éxito, todo se aprende del fracaso

David Bowie

Es muy probable que en la vida cotidiana, tengamos errores en la escuela, en el trabajo, con la familia, con algún amigo(a) o tal vez en algún centro comercial, un restaurante, en la vía pública, o cuando vamos de camino a casa, y suceda que cometemos algún error, que después nos arrepentiremos por no haberlo evitado.

Sin duda existen errores que se cometen por desconocimiento o inexperiencia.

Pero existen otros errores, que se repiten; a pesar de que ya se disponía de suficiente información para evitarlos; y después tan solo escuchamos o mencionamos: […Si lo hubiera sabido, no tendría que haber pasado esto…]

Sin temor a equivocarse, los errores frecuentes son los que nos conducen inevitablemente al fracaso.

No olvidemos que desde pequeños, se nos inculca que cometer errores, es algo que nos puede afectar en un futuro cercano.

Por supuesto que todo fracaso es un aprendizaje. Sí, claro, pero a nadie le gusta fracasar, de tal forma que no percibimos, que el fracaso contiene más información que el éxito.

Sabemos que en la mayoría de las culturas, el fracaso se ve como algo que se debe evitar a toda costa; ya que estamos acostumbrados al premio, a la felicitación por los éxitos y al halago, lo cual nos hace sentir bien.

Pero pocos o algunos, le felicitan por los “procesos”, que tuvo que pasar, para llegar a este momento que todo mundo celebra.

Olvidamos que los grandes proyectos, son resultado de los fracasos y alcanzar el tan anhelado éxito, no es nada fácil, implica esfuerzo, dedicación, sacrificio; pero sobretodo, querer hacer las cosas a través del trabajo constante.

Por supuesto que el fracaso puede ser doloroso, ya que se involucra un aprendizaje, pero nada es tan doloroso, como permanecer atascado en algún lugar al que no perteneces.

Quien no recuerda, que tal vez su padre o una abuela, con toda seguridad le haya dicho que hay que “aprender de los errores”, para no tropezar con la misma piedra dos veces; ya que la caída siempre es dura, sea a la primera, la segunda o las veces que tengamos que caer por nuestros errores.

Con toda seguridad tienen razón, el problema es que en el camino hay piedras de diferente tamaño; así que el tropezón será proporcional al tamaño de la piedra.

Reza el refrán que “lo que no acaba contigo te hace más fuerte”; sí, pero mientras esto sucede, existen sentimientos y emociones, que por supuesto nadie quiere experimentar.

Sabemos que la vida es un lugar de crecimiento y de construcción, donde caben todo tipo de experiencias.

Sin embargo, hay quienes nos dicen que cuando fallamos, disfrutemos de la herida que ha causado.

¡Qué extraño!

Me atrevo a preguntar:

¿Quién disfruta del dolor causado por la herida de un fracaso?

Lo más interesante es revalorar, innovar y ejecutar nuevas ideas, formatos y procesos para aprender lo que funciona y lo que no, frente a los fracasos que hemos vivido.

No olvidemos, que cuando el fracaso se convierte en rechazo, puede ser devastador para muchas personas.

También es muy común escuchar, que los científicos celebran los fracasos, porque están más cerca del éxito.

Podría ser una realidad, pero con la vida agitada que llevamos, ¿Habrá tiempo de celebrar cada error?

O en su caso;

¿Alguien que tenga un fracaso, tendrá el ánimo suficiente para celebrar y estar de fiesta?

Por los tiempos críticos y caóticos que estamos viviendo, seguramente lo que menos deseamos, es festejar un fracaso.

Recordemos que éxitos y fracasos, no son más que las dos caras de una misma moneda.

Así que un fracasado (a) es una persona que ha cometido un error, pero el problema surge, cuando no es capaz de convertirlo en experiencia.

El fracaso, es algo con lo que no estamos acostumbrados a lidiar, porque se nos dice, que siempre debemos ser mejores.

De tal forma que cambiar de perspectiva el horizonte en el que nos encontramos, es más poderoso que ser inteligente.

Muchas veces nos enfocamos en la meta y no en cómo llegar a ella, esta es una constante en la búsqueda de evitar errores que pueden tener un resultado nada grato.

Lo más importante es tomar decisiones, sí pero con emociones controladas, y al mismo tiempo revalorar, e innovar nuevas ideas y procesos para aprender lo que funciona y lo que no, frente a los fracasos que hemos vivido.

No hay nada que aprender del éxito, todo se aprende del fracaso

David Bowie

Es muy probable que en la vida cotidiana, tengamos errores en la escuela, en el trabajo, con la familia, con algún amigo(a) o tal vez en algún centro comercial, un restaurante, en la vía pública, o cuando vamos de camino a casa, y suceda que cometemos algún error, que después nos arrepentiremos por no haberlo evitado.

Sin duda existen errores que se cometen por desconocimiento o inexperiencia.

Pero existen otros errores, que se repiten; a pesar de que ya se disponía de suficiente información para evitarlos; y después tan solo escuchamos o mencionamos: […Si lo hubiera sabido, no tendría que haber pasado esto…]

Sin temor a equivocarse, los errores frecuentes son los que nos conducen inevitablemente al fracaso.

No olvidemos que desde pequeños, se nos inculca que cometer errores, es algo que nos puede afectar en un futuro cercano.

Por supuesto que todo fracaso es un aprendizaje. Sí, claro, pero a nadie le gusta fracasar, de tal forma que no percibimos, que el fracaso contiene más información que el éxito.

Sabemos que en la mayoría de las culturas, el fracaso se ve como algo que se debe evitar a toda costa; ya que estamos acostumbrados al premio, a la felicitación por los éxitos y al halago, lo cual nos hace sentir bien.

Pero pocos o algunos, le felicitan por los “procesos”, que tuvo que pasar, para llegar a este momento que todo mundo celebra.

Olvidamos que los grandes proyectos, son resultado de los fracasos y alcanzar el tan anhelado éxito, no es nada fácil, implica esfuerzo, dedicación, sacrificio; pero sobretodo, querer hacer las cosas a través del trabajo constante.

Por supuesto que el fracaso puede ser doloroso, ya que se involucra un aprendizaje, pero nada es tan doloroso, como permanecer atascado en algún lugar al que no perteneces.

Quien no recuerda, que tal vez su padre o una abuela, con toda seguridad le haya dicho que hay que “aprender de los errores”, para no tropezar con la misma piedra dos veces; ya que la caída siempre es dura, sea a la primera, la segunda o las veces que tengamos que caer por nuestros errores.

Con toda seguridad tienen razón, el problema es que en el camino hay piedras de diferente tamaño; así que el tropezón será proporcional al tamaño de la piedra.

Reza el refrán que “lo que no acaba contigo te hace más fuerte”; sí, pero mientras esto sucede, existen sentimientos y emociones, que por supuesto nadie quiere experimentar.

Sabemos que la vida es un lugar de crecimiento y de construcción, donde caben todo tipo de experiencias.

Sin embargo, hay quienes nos dicen que cuando fallamos, disfrutemos de la herida que ha causado.

¡Qué extraño!

Me atrevo a preguntar:

¿Quién disfruta del dolor causado por la herida de un fracaso?

Lo más interesante es revalorar, innovar y ejecutar nuevas ideas, formatos y procesos para aprender lo que funciona y lo que no, frente a los fracasos que hemos vivido.

No olvidemos, que cuando el fracaso se convierte en rechazo, puede ser devastador para muchas personas.

También es muy común escuchar, que los científicos celebran los fracasos, porque están más cerca del éxito.

Podría ser una realidad, pero con la vida agitada que llevamos, ¿Habrá tiempo de celebrar cada error?

O en su caso;

¿Alguien que tenga un fracaso, tendrá el ánimo suficiente para celebrar y estar de fiesta?

Por los tiempos críticos y caóticos que estamos viviendo, seguramente lo que menos deseamos, es festejar un fracaso.

Recordemos que éxitos y fracasos, no son más que las dos caras de una misma moneda.

Así que un fracasado (a) es una persona que ha cometido un error, pero el problema surge, cuando no es capaz de convertirlo en experiencia.

El fracaso, es algo con lo que no estamos acostumbrados a lidiar, porque se nos dice, que siempre debemos ser mejores.

De tal forma que cambiar de perspectiva el horizonte en el que nos encontramos, es más poderoso que ser inteligente.

Muchas veces nos enfocamos en la meta y no en cómo llegar a ella, esta es una constante en la búsqueda de evitar errores que pueden tener un resultado nada grato.

Lo más importante es tomar decisiones, sí pero con emociones controladas, y al mismo tiempo revalorar, e innovar nuevas ideas y procesos para aprender lo que funciona y lo que no, frente a los fracasos que hemos vivido.