/ miércoles 28 de agosto de 2019

“Biblioteca de la periferia”

Columna: “El Mexicano”

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“El ser humano es una especie periférica”

La relación de los seres humanos con la naturaleza no consiste en la dominación, sino en respeto y convivencia. Y espero no se entienda como una narrativa “de moda” por las cuestiones tan fatales en que nos encontramos actualmente ante la desatención y maltrato de muchas áreas naturales de nuestro planeta, sino como una acentuación más a nuestro discurso que sale de la periferia.

Por mucho tiempo ha dominado en la visión de muchos hombres y mujeres, el concepto de que el homínido es el centro de la naturaleza, y desde cosmovisiones políticas, religiosas, filosóficas, económicas y tecnológicas se ha reforzado esta concepción, lo que ha llevado a prácticas de control del mundo bajo los principios económicos o egocéntricos y autorreferenciales del ser humano.

¡Qué bien nos haría darnos cuenta de que no somos centro sino periferia de nuestro ecosistema! Que somos parte de ese grande y complejo universo en el que nos movemos, comprendemos y actuamos, pero sin ser los dueños sino inquilinos como tantos otros que también merecen nuestro respeto y cuidado.

No es sólo una cuestión de nuevas narrativas para un discurso alternativo, sino que debería ser un giro en nuestra manera de concebirnos en el mundo. El lenguaje tiene mucho que ver y quizá nos ayudaría a reeducar y deconstruir nuestra manera de plantearnos ante los demás y ante nuestro medio ambiente.

Si dejásemos de emplear tanto el “Yo”, y lo cambiamos por el “Nosotros”, ciertamente ayudaría a tener una visión más horizontal y de intentos por comprender (que significa el situarse desde la perspectiva del otro); por lo que semánticamente el “nosotros” no incluya sólo a la sociedad humana sino a todo el cosmos, porque -como lo asevera una visión maya- todo vive.

De ahí que nuestra Tierra no la podremos entender solamente como el medio ambiente o lo que nos rodea (que eso sería entenderla como contexto, o periferia respecto a nosotros que seríamos centro) sino que es la que nos da vida y nos mantiene vivos (así no se ve como una “cosa” sino como otro “sujeto” que interactúa e incide en mí, en ti, en nosotros).

Esto podríamos muy bien recuperarlo de las cosmovisiones de nuestros pueblos originarios, donde la Tierra no es ningún “neutro que nos rodea” sino otro sujeto muy particular que nos sostiene y requiere de nosotros para ser sostenido. Cuando miremos y apreciamos a nuestro medio como otro Tú que interactúa y comparte con mi Yo, entonces será más fácil y no sólo anhelante el reconocer que somos un nosotros los que estamos en este medio. Y erradicar de nuestra cabeza algunas posiciones que forjaron un discurso dominante donde nos colocó a nuestra especie humana como centro y “dueño” de todo lo que nos rodea, colocándolo por debajo de otros valores como lo es el capital económico, la posición parcial de una visión de desarrollo entendida como “civilización” vs “barbarie”.

Hay tantas acciones que se pueden y se deben hacer para contener una explotación descontrolada del medio ambiente, pero sobre todo se debe reconstruir nuestras maneras de concebirnos a nosotros mismos: como seres periféricos y no seres de dominación legitimada y avalada para ponerse a sí mismo y sus conveniencias inmediatas por encima de la responsabilidad y el respeto debido a este universo que nos sostiene en la vida, no sólo a nosotros, sino a nuestros antepasados y los que vienen después de nosotros.

Columna: “El Mexicano”

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“El ser humano es una especie periférica”

La relación de los seres humanos con la naturaleza no consiste en la dominación, sino en respeto y convivencia. Y espero no se entienda como una narrativa “de moda” por las cuestiones tan fatales en que nos encontramos actualmente ante la desatención y maltrato de muchas áreas naturales de nuestro planeta, sino como una acentuación más a nuestro discurso que sale de la periferia.

Por mucho tiempo ha dominado en la visión de muchos hombres y mujeres, el concepto de que el homínido es el centro de la naturaleza, y desde cosmovisiones políticas, religiosas, filosóficas, económicas y tecnológicas se ha reforzado esta concepción, lo que ha llevado a prácticas de control del mundo bajo los principios económicos o egocéntricos y autorreferenciales del ser humano.

¡Qué bien nos haría darnos cuenta de que no somos centro sino periferia de nuestro ecosistema! Que somos parte de ese grande y complejo universo en el que nos movemos, comprendemos y actuamos, pero sin ser los dueños sino inquilinos como tantos otros que también merecen nuestro respeto y cuidado.

No es sólo una cuestión de nuevas narrativas para un discurso alternativo, sino que debería ser un giro en nuestra manera de concebirnos en el mundo. El lenguaje tiene mucho que ver y quizá nos ayudaría a reeducar y deconstruir nuestra manera de plantearnos ante los demás y ante nuestro medio ambiente.

Si dejásemos de emplear tanto el “Yo”, y lo cambiamos por el “Nosotros”, ciertamente ayudaría a tener una visión más horizontal y de intentos por comprender (que significa el situarse desde la perspectiva del otro); por lo que semánticamente el “nosotros” no incluya sólo a la sociedad humana sino a todo el cosmos, porque -como lo asevera una visión maya- todo vive.

De ahí que nuestra Tierra no la podremos entender solamente como el medio ambiente o lo que nos rodea (que eso sería entenderla como contexto, o periferia respecto a nosotros que seríamos centro) sino que es la que nos da vida y nos mantiene vivos (así no se ve como una “cosa” sino como otro “sujeto” que interactúa e incide en mí, en ti, en nosotros).

Esto podríamos muy bien recuperarlo de las cosmovisiones de nuestros pueblos originarios, donde la Tierra no es ningún “neutro que nos rodea” sino otro sujeto muy particular que nos sostiene y requiere de nosotros para ser sostenido. Cuando miremos y apreciamos a nuestro medio como otro Tú que interactúa y comparte con mi Yo, entonces será más fácil y no sólo anhelante el reconocer que somos un nosotros los que estamos en este medio. Y erradicar de nuestra cabeza algunas posiciones que forjaron un discurso dominante donde nos colocó a nuestra especie humana como centro y “dueño” de todo lo que nos rodea, colocándolo por debajo de otros valores como lo es el capital económico, la posición parcial de una visión de desarrollo entendida como “civilización” vs “barbarie”.

Hay tantas acciones que se pueden y se deben hacer para contener una explotación descontrolada del medio ambiente, pero sobre todo se debe reconstruir nuestras maneras de concebirnos a nosotros mismos: como seres periféricos y no seres de dominación legitimada y avalada para ponerse a sí mismo y sus conveniencias inmediatas por encima de la responsabilidad y el respeto debido a este universo que nos sostiene en la vida, no sólo a nosotros, sino a nuestros antepasados y los que vienen después de nosotros.