/ jueves 28 de noviembre de 2019

“Biblioteca de la periferia”

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“Narrativas que mueven al centro”

Pocas veces somos conscientes de una cualidad tan única -desde lo que sabemos- propia de nuestra especie humana… y no me refiero aquí a la capacidad de nuestra habla y lenguaje, pues muchos otros animales y seres vivos tienen su capacidad propia de comunicarse. Tampoco me refiero a la capacidad del uso de instrumentos y herramientas, pues hemos sido testigos de que otras especies animales también han sido y son capaces de emplear objetos como herramientas para obtener alimento u otras acciones.

Lo que aquí quiero señalar es esa habilidad del ser humano a referirse y narrar sobre asuntos no tangibles, sobre cuestiones no presentes de facto frente a los interlocutores. A lo que se le llama “la capacidad de la abstracción”; es hablar y referir sobre lo que no está, sobre aquello que ya fue y ya pasó, o sobre aquello que pudiera ser, o sobre elementos fundantes y aspirables que dan sentido y unidad entre los seres en quienes se comparte eso que se habla: la historia de su clan, de su pueblo, de su sociedad… los ideales que se tuvieron y se tienen para emprender lo que están por hacer o pretenden realizar…, narraciones que son etiologías (sucesos narrados que pretenden dar una explicación al porqué de las cosas), o bien lo que muchos describen como las mitologías.

Así, estas formas de sustentar comportamientos, acciones colectivas, rituales, acuerdos y principios reguladores.., están todos ellos anclados en esa capacidad tan única y propia del ser humano que le ha permitido precisamente empoderarse en este mundo haciendo alianzas y sociedades sostenibles a lo largo de todo el planeta. Esta habilidad, pudiéramos aquí decirlo, ha permitido a la especie humana pasar de ser periférica, a ser centro en este mundo.

Por esta habilidad tan específica y maravillosa a la vez, que muchas veces nos pasa ya como algo normalizado y no nos detiene a mirar ese don tan asombroso, es por esa habilidad que el ser humano ha sido capaz de incrementar el nivel de unidad y fortalecimiento en sociedad, que no es ya tan sólo acciones de sobrevivencia sino de formas específicas de actuar y vivir en sociedad basadas y fundadas por narraciones (discursos) que tienen como base una narración que va más allá de señalar objetos y elementos tangibles y presentes, sino que son narraciones abstractas, que envuelven a todos en un pasado, proyectan a un futuro, vínculan con ancestros, anhelan con encuentros futuros, dan la capacidad misma de creer en ideales, en principios morales, en horizontes éticos.., así es como se cree y hace parte de un lenguaje ordinario elementos de “derechos humanos”, de “prácticas y rituales espirituales”, de “apropiación y herencias culturales”, en “códigos de conductas”, etc.

Hoy en día vemos muchas acciones colectivas que pudieran asombrarnos, esa capacidad en las movilizaciones que forman grandes, inmensos colectivos que buscan unas mismas causas o causas comunes y cercanas… que pueden ir a la par, lado a lado personas que antes nunca se habían cruzado ni se conocen entre sí, que no habrían imaginado que estarían al pie de lucha en actos solidarios sino fuera porque les ha unido una misma narrativa, una creencia compartida basada precisamente en esa herramienta propia del ser humano que ha podido tener la habilidad de ir más allá de lo inmediato, de lo tangible… y entonces se lucha por la defensa de derechos, se puede manifestar para denunciar injusticias, se puede hacer gestos de solidaridad a favor de quienes han sido marginados, etc.

Se podría decir que esa habilidad ha sido crucial en el desarrollo de nuestra especie, que le ha situado en un lugar privilegiado y hasta “dominante” en nuestro mundo, por lo que ha su vez es una responsabilidad muy fuerte. Pero también a su vez ha sido factor para muchos de manipulación de masas, de explotación o forma de uso para una insaciable hambre de dominación. Como toda herramienta, su uso irresponsable puede ser peligroso y tóxico para otros.

Hoy en día podemos regocijarnos que, gracias a esta habilidad de poder comunicar y compartir narraciones dadoras de sentido (mitos; que valga la pena recordar que mito no es sinónimo de mentira), se puede envolver a los más posibles en acciones por la defensa y cuidado de todos, pero también nos debe poner alertas a que no sea usado para manipulación y expansión de dominio de unos sobre otros.

La especie humana ha dado un paso muy valioso cognitivo, pero que no nos haga perder piso y sigamos reconociendo que somos una especie periférica, una entre tantas que nos toca compartir este mismo mundo… y tenemos que seguir esforzándonos de hacer de este planeta un mundo en que quepan muchos mundos.

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“Narrativas que mueven al centro”

Pocas veces somos conscientes de una cualidad tan única -desde lo que sabemos- propia de nuestra especie humana… y no me refiero aquí a la capacidad de nuestra habla y lenguaje, pues muchos otros animales y seres vivos tienen su capacidad propia de comunicarse. Tampoco me refiero a la capacidad del uso de instrumentos y herramientas, pues hemos sido testigos de que otras especies animales también han sido y son capaces de emplear objetos como herramientas para obtener alimento u otras acciones.

Lo que aquí quiero señalar es esa habilidad del ser humano a referirse y narrar sobre asuntos no tangibles, sobre cuestiones no presentes de facto frente a los interlocutores. A lo que se le llama “la capacidad de la abstracción”; es hablar y referir sobre lo que no está, sobre aquello que ya fue y ya pasó, o sobre aquello que pudiera ser, o sobre elementos fundantes y aspirables que dan sentido y unidad entre los seres en quienes se comparte eso que se habla: la historia de su clan, de su pueblo, de su sociedad… los ideales que se tuvieron y se tienen para emprender lo que están por hacer o pretenden realizar…, narraciones que son etiologías (sucesos narrados que pretenden dar una explicación al porqué de las cosas), o bien lo que muchos describen como las mitologías.

Así, estas formas de sustentar comportamientos, acciones colectivas, rituales, acuerdos y principios reguladores.., están todos ellos anclados en esa capacidad tan única y propia del ser humano que le ha permitido precisamente empoderarse en este mundo haciendo alianzas y sociedades sostenibles a lo largo de todo el planeta. Esta habilidad, pudiéramos aquí decirlo, ha permitido a la especie humana pasar de ser periférica, a ser centro en este mundo.

Por esta habilidad tan específica y maravillosa a la vez, que muchas veces nos pasa ya como algo normalizado y no nos detiene a mirar ese don tan asombroso, es por esa habilidad que el ser humano ha sido capaz de incrementar el nivel de unidad y fortalecimiento en sociedad, que no es ya tan sólo acciones de sobrevivencia sino de formas específicas de actuar y vivir en sociedad basadas y fundadas por narraciones (discursos) que tienen como base una narración que va más allá de señalar objetos y elementos tangibles y presentes, sino que son narraciones abstractas, que envuelven a todos en un pasado, proyectan a un futuro, vínculan con ancestros, anhelan con encuentros futuros, dan la capacidad misma de creer en ideales, en principios morales, en horizontes éticos.., así es como se cree y hace parte de un lenguaje ordinario elementos de “derechos humanos”, de “prácticas y rituales espirituales”, de “apropiación y herencias culturales”, en “códigos de conductas”, etc.

Hoy en día vemos muchas acciones colectivas que pudieran asombrarnos, esa capacidad en las movilizaciones que forman grandes, inmensos colectivos que buscan unas mismas causas o causas comunes y cercanas… que pueden ir a la par, lado a lado personas que antes nunca se habían cruzado ni se conocen entre sí, que no habrían imaginado que estarían al pie de lucha en actos solidarios sino fuera porque les ha unido una misma narrativa, una creencia compartida basada precisamente en esa herramienta propia del ser humano que ha podido tener la habilidad de ir más allá de lo inmediato, de lo tangible… y entonces se lucha por la defensa de derechos, se puede manifestar para denunciar injusticias, se puede hacer gestos de solidaridad a favor de quienes han sido marginados, etc.

Se podría decir que esa habilidad ha sido crucial en el desarrollo de nuestra especie, que le ha situado en un lugar privilegiado y hasta “dominante” en nuestro mundo, por lo que ha su vez es una responsabilidad muy fuerte. Pero también a su vez ha sido factor para muchos de manipulación de masas, de explotación o forma de uso para una insaciable hambre de dominación. Como toda herramienta, su uso irresponsable puede ser peligroso y tóxico para otros.

Hoy en día podemos regocijarnos que, gracias a esta habilidad de poder comunicar y compartir narraciones dadoras de sentido (mitos; que valga la pena recordar que mito no es sinónimo de mentira), se puede envolver a los más posibles en acciones por la defensa y cuidado de todos, pero también nos debe poner alertas a que no sea usado para manipulación y expansión de dominio de unos sobre otros.

La especie humana ha dado un paso muy valioso cognitivo, pero que no nos haga perder piso y sigamos reconociendo que somos una especie periférica, una entre tantas que nos toca compartir este mismo mundo… y tenemos que seguir esforzándonos de hacer de este planeta un mundo en que quepan muchos mundos.