/ martes 18 de febrero de 2020

“Biblioteca de la periferia”

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“Se vale de todo en este mundo”

¡Se vale estar cansado! Por supuesto que sí, y claro que también es válido expresarlo, como también se vale reconocerse ignorante ante ciertas cosas, pues es imposible que se conozca todo. Se vale también decir que no, se vale el que se pueda sacar una lágrima, como también es válido reconocer que se ha perdido, también se vale reconocer que el otro tiene la razón en tal o cual cosa. Hay muchas cosas que se valen en esta vida, aunque muchas de las veces se nos ha educado a rechazarlas.

Cuando la fuerza de la sociedad intenta plasmar en nuestras mentes y nuestras formas de comportarnos, nos deja en claro que algunas cosas son aceptadas y otras debemos de guardarlas como en un sótano oscuro, que no se sepa que se es a veces débil, que no se sepa que a veces se llora, que no se sepa que de pronto admiro a otra persona, que no se perciba mi emoción o sentimiento ante determinadas cosas o personas con las cuales me implico en el día a día.

Así ha sido nuestra formación, parte de un proceso que algunos llaman “enculturación”, pero que no todo queda determinado. Llega momentos en la vida en que se es capaz de luchar contra esas marcas plasmadas a hierro incandescente en nuestro ser, y ahí viene lo que se puede llamar un proceso de “deconstrucción”, es decir, esa capacidad de sacudir muchos constructos ya instalados en uno mismo, replantearlos, tumbarlos incluso y volver a construir y levantar un reformado sistema de valores y formas de expresarse y saberse en el mundo.

Hay fases naturales en la vida de cada uno de nosotros en que vamos siendo disruptivos con aquello que nos estaba componiendo… desde el chico que comienza a rechazar el peinado que le hacían en casa antes de enviarlo a la escuela, hasta otros elementos mucho más profundos pero que tienen la misma línea de asumir desde la propia vida lo que ha adquirido.

Hoy en día se pueden ver expresados en muchos, algunos sentimientos y expresiones que de pronto solemos cuestionar cuando no conocemos o empatizamos con los sucesos que han provocado dichas reacciones. Hoy somos testigos de expresiones de rabia, de impotencia, de hastío cuando una sociedad vive con violencias cotidianas y abrumadoras. Hoy vemos también expresiones de libertad y de ansias de abrazar el mundo no desde la perspectiva de quien lo quiere dominar sino de quien realmente se quiere sentir parte de él. Hoy nos encontramos con sentimientos de indignación que ante la falta de palabras para externarlas, surgen formas múltiples de querer hacer sentir que no hay resignación.

Se vale soñar… si, también se vale soñar y seguir creyendo, esperando y actuando para querer hacer un mundo mejor, un espacio donde la mayoría quiere y desea un lugar donde todos por igual puedan acceder a crear su propia biografía de vida, con paz, con felicidad, con amor.

Y bueno, si estás cansado, desanimado, golpeado, triste… vale! Date el respiro, tienes el derecho a expresar eso que tienes, pero verás que otros muchos están o han estado igual o incluso peor, y hoy te siguen estirando la mano para alzarte de nuevo y seguir, continuar, con un propósito firme, el propósito de juntos hacer un mundo mejor.

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“Se vale de todo en este mundo”

¡Se vale estar cansado! Por supuesto que sí, y claro que también es válido expresarlo, como también se vale reconocerse ignorante ante ciertas cosas, pues es imposible que se conozca todo. Se vale también decir que no, se vale el que se pueda sacar una lágrima, como también es válido reconocer que se ha perdido, también se vale reconocer que el otro tiene la razón en tal o cual cosa. Hay muchas cosas que se valen en esta vida, aunque muchas de las veces se nos ha educado a rechazarlas.

Cuando la fuerza de la sociedad intenta plasmar en nuestras mentes y nuestras formas de comportarnos, nos deja en claro que algunas cosas son aceptadas y otras debemos de guardarlas como en un sótano oscuro, que no se sepa que se es a veces débil, que no se sepa que a veces se llora, que no se sepa que de pronto admiro a otra persona, que no se perciba mi emoción o sentimiento ante determinadas cosas o personas con las cuales me implico en el día a día.

Así ha sido nuestra formación, parte de un proceso que algunos llaman “enculturación”, pero que no todo queda determinado. Llega momentos en la vida en que se es capaz de luchar contra esas marcas plasmadas a hierro incandescente en nuestro ser, y ahí viene lo que se puede llamar un proceso de “deconstrucción”, es decir, esa capacidad de sacudir muchos constructos ya instalados en uno mismo, replantearlos, tumbarlos incluso y volver a construir y levantar un reformado sistema de valores y formas de expresarse y saberse en el mundo.

Hay fases naturales en la vida de cada uno de nosotros en que vamos siendo disruptivos con aquello que nos estaba componiendo… desde el chico que comienza a rechazar el peinado que le hacían en casa antes de enviarlo a la escuela, hasta otros elementos mucho más profundos pero que tienen la misma línea de asumir desde la propia vida lo que ha adquirido.

Hoy en día se pueden ver expresados en muchos, algunos sentimientos y expresiones que de pronto solemos cuestionar cuando no conocemos o empatizamos con los sucesos que han provocado dichas reacciones. Hoy somos testigos de expresiones de rabia, de impotencia, de hastío cuando una sociedad vive con violencias cotidianas y abrumadoras. Hoy vemos también expresiones de libertad y de ansias de abrazar el mundo no desde la perspectiva de quien lo quiere dominar sino de quien realmente se quiere sentir parte de él. Hoy nos encontramos con sentimientos de indignación que ante la falta de palabras para externarlas, surgen formas múltiples de querer hacer sentir que no hay resignación.

Se vale soñar… si, también se vale soñar y seguir creyendo, esperando y actuando para querer hacer un mundo mejor, un espacio donde la mayoría quiere y desea un lugar donde todos por igual puedan acceder a crear su propia biografía de vida, con paz, con felicidad, con amor.

Y bueno, si estás cansado, desanimado, golpeado, triste… vale! Date el respiro, tienes el derecho a expresar eso que tienes, pero verás que otros muchos están o han estado igual o incluso peor, y hoy te siguen estirando la mano para alzarte de nuevo y seguir, continuar, con un propósito firme, el propósito de juntos hacer un mundo mejor.