/ martes 28 de abril de 2020

“Biblioteca de la periferia”

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“Historia y periferia”

Mucho se dice en estos tiempos de pandemia sobre lo inaudito, sobre lo que cambiará en la humanidad y el mundo entero, se dice -en fin- que nos toca ser parte de una historia.

Metiéndonos a lo profundo de los conceptos, siguiendo la narrativa de Josef Pieper (El fin del tiempo. Meditación sobre la filosofía de la historia. 1980) cabe señalar que no todo lo que “sucede” es “historia”. Existen muchos acontecimientos -como la caída de una piedra, el fluir del agua, el resplandor de un relámpago- y no por ello se les cataloga como “historia”. Miremos más a fondo, en el acontecer del proceso de una planta: el que germine, crezca, florezca, produzca su fruto y muera, no es histórico. Lo mismo puede decirse con la vida de un animal que, aunque pareciera que está un poco más cercano a la esencia de “lo histórico” no es historia propiamente dicha.

La sucesión de hechos, los acontecimientos -incluso aquellos que suceden en torno a nosotros los humanos, no son historia en sí mismos. El ser humano mismo que nace, crece, envejece, se reproduce, muere… son hechos que no constituyen por sí mismos nuestra historia sino que son procesos biológicos.

¿Qué es entonces historia? “La historia es el camino del hombre en tanto que determinado por la respuesta peculiar del que va al encuentro del destino” (J. Pieper, 1980), es un singular trenzado de decisión libre y destino.

Son pues componentes esenciales para que algo sea histórico los conceptos de libertad, decisión, singularidad, irrepetibilidad, insubstitubilidad, la posibilidad imprevisible de variación, lo singular-individual. Y es que la “historia” no es simplemente el “desarrollo” de algo que antes viene dado sin desarrollar, sino más bien algo que se distingue de la “evolución”.

En este sentido, qué podríamos decir de los tiempos que estamos viviendo: ¿Son acontecimientos dados por la naturaleza o son más bien el desarrollo de algo que no era propiamente de una evolución de la naturaleza? ¿Cómo especie humana estamos padeciendo un acontecimiento de un proceso biológico en sí mismo o estamos siendo afectados por decisiones de algunos de nosotros y que hemos venido desarrollando sin imaginar las consecuencias? ¿el destino nos jugó la mala pasada que fuera a nuestra generación a la que nos tocara o bien nuestra libertad entró en juego para que aconteciera en nuestro presente?

¿La responsabilidad está sólo en “algunos” que hayan sido causantes de esta situación, o bien estamos todos implicados ya no en un acontecimiento sino en los modos de afrontarlo y buscar superarlo, lo cual requiere nuestra única y exclusiva decisión y compromiso?

No tengo yo las respuestas, pero si muchas preguntas que ya el desarrollarlas puede ser parte de un proceso en el cuál intervenga mi propia decisión y las formas de compromiso que tengo del uso de mi libertad ante acontecimientos que suceden a mi alrededor. Pero entre las diversas interrogantes, considero que existe una que debiese ser fundamental para el pensamiento colectivo y de cada uno de los que nos está tocando esta situación global: ¿Hacia donde se camina con ese proceso que se desarrolla con el paso del tiempo en nosotros y por nosotros, los seres humanos que actuamos y padecemos?

Quizá es el tiempo propicio en que, a todos, ya no sólo algunos, nos toque esta ocasión de hacer historia para nuestro mundo. Ya lo decía Pericles de Atenas (allá por el año 430 a.C): “Si bien sólo unos pocos son capaces de dar origen a una política, todos nosotros somos capaces de juzgarla”.

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“Historia y periferia”

Mucho se dice en estos tiempos de pandemia sobre lo inaudito, sobre lo que cambiará en la humanidad y el mundo entero, se dice -en fin- que nos toca ser parte de una historia.

Metiéndonos a lo profundo de los conceptos, siguiendo la narrativa de Josef Pieper (El fin del tiempo. Meditación sobre la filosofía de la historia. 1980) cabe señalar que no todo lo que “sucede” es “historia”. Existen muchos acontecimientos -como la caída de una piedra, el fluir del agua, el resplandor de un relámpago- y no por ello se les cataloga como “historia”. Miremos más a fondo, en el acontecer del proceso de una planta: el que germine, crezca, florezca, produzca su fruto y muera, no es histórico. Lo mismo puede decirse con la vida de un animal que, aunque pareciera que está un poco más cercano a la esencia de “lo histórico” no es historia propiamente dicha.

La sucesión de hechos, los acontecimientos -incluso aquellos que suceden en torno a nosotros los humanos, no son historia en sí mismos. El ser humano mismo que nace, crece, envejece, se reproduce, muere… son hechos que no constituyen por sí mismos nuestra historia sino que son procesos biológicos.

¿Qué es entonces historia? “La historia es el camino del hombre en tanto que determinado por la respuesta peculiar del que va al encuentro del destino” (J. Pieper, 1980), es un singular trenzado de decisión libre y destino.

Son pues componentes esenciales para que algo sea histórico los conceptos de libertad, decisión, singularidad, irrepetibilidad, insubstitubilidad, la posibilidad imprevisible de variación, lo singular-individual. Y es que la “historia” no es simplemente el “desarrollo” de algo que antes viene dado sin desarrollar, sino más bien algo que se distingue de la “evolución”.

En este sentido, qué podríamos decir de los tiempos que estamos viviendo: ¿Son acontecimientos dados por la naturaleza o son más bien el desarrollo de algo que no era propiamente de una evolución de la naturaleza? ¿Cómo especie humana estamos padeciendo un acontecimiento de un proceso biológico en sí mismo o estamos siendo afectados por decisiones de algunos de nosotros y que hemos venido desarrollando sin imaginar las consecuencias? ¿el destino nos jugó la mala pasada que fuera a nuestra generación a la que nos tocara o bien nuestra libertad entró en juego para que aconteciera en nuestro presente?

¿La responsabilidad está sólo en “algunos” que hayan sido causantes de esta situación, o bien estamos todos implicados ya no en un acontecimiento sino en los modos de afrontarlo y buscar superarlo, lo cual requiere nuestra única y exclusiva decisión y compromiso?

No tengo yo las respuestas, pero si muchas preguntas que ya el desarrollarlas puede ser parte de un proceso en el cuál intervenga mi propia decisión y las formas de compromiso que tengo del uso de mi libertad ante acontecimientos que suceden a mi alrededor. Pero entre las diversas interrogantes, considero que existe una que debiese ser fundamental para el pensamiento colectivo y de cada uno de los que nos está tocando esta situación global: ¿Hacia donde se camina con ese proceso que se desarrolla con el paso del tiempo en nosotros y por nosotros, los seres humanos que actuamos y padecemos?

Quizá es el tiempo propicio en que, a todos, ya no sólo algunos, nos toque esta ocasión de hacer historia para nuestro mundo. Ya lo decía Pericles de Atenas (allá por el año 430 a.C): “Si bien sólo unos pocos son capaces de dar origen a una política, todos nosotros somos capaces de juzgarla”.