/ martes 16 de junio de 2020

“Biblioteca de la periferia”

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“Expresiones marginadas pero esenciales”

Por muchas ocasiones hemos minusvalorado esos “pequeños” gestos que quizá hoy en día le añoramos y reconocemos su valor central, no periférico en nuestra cotidianeidad. Y es que aquellos gestos de cortesía, aquellas expresiones de amabilidad, varias expresiones que parecían simples protocolos, resulta que sí son realmente importantes y parte de esa identidad de los grupos humanos.

El aislamiento social del que tanto se nos ha exhortado a practicar por motivos de prevención de contagios nos hace revelar -para muchos- la importancia real de algo que en nuestras sociedades muchas veces relegamos al nivel de lo periférico, lo secundario. Y pone también en su lugar al instrumento tecnológico que, si bien es bastante eficiente y necesario para nuestras vidas modernas, tampoco llega a ser esa panacea que todo lo cubre, que todo lo salva. Hay cosas que no suplen a otras en su integridad, sino que las subliman, las aproximan, las aparentan, pero no pueden ser tal cual suplantadas.

En las culturas y sociedades latinoamericanas suele hablarse mucho de que utilizamos el contacto no verbal; con las palmadas al hombro, con los abrazos, con el tocar al otro como forma de reafirmar lo que estamos diciendo, etc. Los usos y costumbres de saludar al otro varían mucho de contexto en contexto, pero en muchos de nuestros ámbitos cotidianos existe esa especificidad del contacto, como modos de expansión del mero saludo verbal.

Junto con estas expresiones que podemos revalorar ahora que se nos pide limitarlas, quizá podríamos igualmente darle su debido lugar a otras muchas prácticas que hemos colocado en zona periférica. Muchas cosas no son meros suplementos ni adornos a nuestro ir y venir de cada día, sino que son formas esenciales de nuestra manera de ser y vivir como seres en sociedad. Y los gestos físicos conducen a otros niveles más profundos de la vida, como son la empatía, el afecto, la interioridad, la reconciliación y paz interior, la armonía, la liberación.

Lo mismo puede decirse de otros seres y cosas en nuestro mundo que habitamos, es tiempo de revalorar nuestra dimensión espacial, ocupamos un lugar y lo tocamos, lo sentimos, incluso a veces da la misma sensación que somos parte de él, de ahí que es un espacio en cuanto tal digno de ser cuidado, respetado. Y que además no es exclusivo, sino que es, como la mayoría de las cosas en esta vida… compartido.

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“Expresiones marginadas pero esenciales”

Por muchas ocasiones hemos minusvalorado esos “pequeños” gestos que quizá hoy en día le añoramos y reconocemos su valor central, no periférico en nuestra cotidianeidad. Y es que aquellos gestos de cortesía, aquellas expresiones de amabilidad, varias expresiones que parecían simples protocolos, resulta que sí son realmente importantes y parte de esa identidad de los grupos humanos.

El aislamiento social del que tanto se nos ha exhortado a practicar por motivos de prevención de contagios nos hace revelar -para muchos- la importancia real de algo que en nuestras sociedades muchas veces relegamos al nivel de lo periférico, lo secundario. Y pone también en su lugar al instrumento tecnológico que, si bien es bastante eficiente y necesario para nuestras vidas modernas, tampoco llega a ser esa panacea que todo lo cubre, que todo lo salva. Hay cosas que no suplen a otras en su integridad, sino que las subliman, las aproximan, las aparentan, pero no pueden ser tal cual suplantadas.

En las culturas y sociedades latinoamericanas suele hablarse mucho de que utilizamos el contacto no verbal; con las palmadas al hombro, con los abrazos, con el tocar al otro como forma de reafirmar lo que estamos diciendo, etc. Los usos y costumbres de saludar al otro varían mucho de contexto en contexto, pero en muchos de nuestros ámbitos cotidianos existe esa especificidad del contacto, como modos de expansión del mero saludo verbal.

Junto con estas expresiones que podemos revalorar ahora que se nos pide limitarlas, quizá podríamos igualmente darle su debido lugar a otras muchas prácticas que hemos colocado en zona periférica. Muchas cosas no son meros suplementos ni adornos a nuestro ir y venir de cada día, sino que son formas esenciales de nuestra manera de ser y vivir como seres en sociedad. Y los gestos físicos conducen a otros niveles más profundos de la vida, como son la empatía, el afecto, la interioridad, la reconciliación y paz interior, la armonía, la liberación.

Lo mismo puede decirse de otros seres y cosas en nuestro mundo que habitamos, es tiempo de revalorar nuestra dimensión espacial, ocupamos un lugar y lo tocamos, lo sentimos, incluso a veces da la misma sensación que somos parte de él, de ahí que es un espacio en cuanto tal digno de ser cuidado, respetado. Y que además no es exclusivo, sino que es, como la mayoría de las cosas en esta vida… compartido.