/ martes 21 de julio de 2020

“Biblioteca de la periferia”

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“Lo contemplativo y lo periférico”

Las formas de apreciación y su manera de convertirse en tendencias en una sociedad son aspectos muy curiosos si uno llega a prestarle atención. De ahí la misma historia nos puede ayudar a darnos cuenta de que el ser humano es una especie bastante peculiar y lo que en ocasiones descalifica o menosprecia, en otros momentos y lugares es lo más exaltado y valioso. Para esto me remito a un ejemplo que me parece interesante por lo mucho que nos pudiera enseñar.

En las sociedades donde se comenzó a valorar el capital como la máxima expresión de progreso y desarrollo, donde el acento en la producción media lo rico o mísero de una sociedad, fue donde en algún momento las políticas mismas llegaron a desdeñar e incluso a expulsar o querer erradicar a quienes no les parecieran “productivos”. Y esto pasó como ejemplo con los grupos religiosos que vivían en comunidad, los llamados grupos de órdenes y congregaciones de “vida contemplativa”, es decir: aquellos hombres y mujeres cuya consagración se canalizó a una vida de oración, vida de meditación, de contemplar y comunicarse con la Trascendencia.

Y puede resultar que esas sociedades que en su momento relegaron y desdeñaron la vida marcada por los momentos de la oración y/o meditación porque no “producía”, porque no “generaba capital”, mirándolos como seres que estorban el progreso e inútiles para la acumulación de la riqueza. Esas mismas sociedades con sus líderes del momento no creerían lo mucho que puede ser considerado hoy en día a esas personas que actualmente no sólo son valiosas por marcar una diferencia, sino que es una gran riqueza y hoy incluso cuesta mucho a tantas personas que están buscando al menos unos días, o un fin de semana, tener espacios para la meditación, la oración, el rencuentro con sus ancestros o tantas otras formas de vivir una espiritualidad, un momento de conexión consigo mismo, con un Ser Trascendente, con una vinculación con el mundo que se habita.

Cuando no se quiere conocer de verdad y se deja guiar por los prejuicios o frases dogmatizadas del momento, se pierde la gran oportunidad de reconocer y de valorar aquello que los “otros” los “diferentes” pueden ofrecer de riqueza al colectivo. Tal es el caso de quienes han pensado que la vida de algunos -dedicadas y consagradas a la oración/meditación- es algo improductivo e incluso que no repercute en la sociedad en general. ¡Qué lejos están de la realidad! Si tan sólo supiesen que una de las bebidas más consumidas en el mundo -la cerveza- son producidas en aquellos lugares donde muchos con un radicalismo capitalista pensarían que no son productivos (monasterios), y dígase lo mismo del consumo intelectual, pues las grandes bibliotecas, las grandes escuelas y universidades han tenido también muchos de sus orígenes en estos lugares, así como las técnicas del cultivo y muchos otros elementos de un consumo que hoy en día están en pleno apogeo. Pero sobre todo el gran empuje que dan a la vida del ser humano por ayudarle a encontrar su balance entre el trabajo pero la contemplación de su coparticipación en este mundo que se habita.

Hoy podemos verlo mucho con quienes son artistas y productores de expresiones artísticas tan variables, suelen ser los grupos más golpeados ante los recortes presupuestales por considerar que sus “productos” no son esenciales ni necesarios en una sociedad ávida de consumir. Así como ha sido un desdén a los monjes por “gastar tiempo en contemplar” hoy se puede escuchar sobre los artistas (pintores, poetas, etc.) que no se percibe muchas de las veces el gran bien que hacen al ser humano que espíritu posee.

Este es un simple ejemplo, pero nos podría ayudar a entender que muchos grupos y estilos de vida que a veces solemos considerar periféricos resultan fundamentales y centrales en nuestras vidas de sociedad, sólo que una cierta miopía nos impide saber mirar y reconocer los aportes que traen al mundo y lo esencial que son para poder vivir como lo que somos:

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“Lo contemplativo y lo periférico”

Las formas de apreciación y su manera de convertirse en tendencias en una sociedad son aspectos muy curiosos si uno llega a prestarle atención. De ahí la misma historia nos puede ayudar a darnos cuenta de que el ser humano es una especie bastante peculiar y lo que en ocasiones descalifica o menosprecia, en otros momentos y lugares es lo más exaltado y valioso. Para esto me remito a un ejemplo que me parece interesante por lo mucho que nos pudiera enseñar.

En las sociedades donde se comenzó a valorar el capital como la máxima expresión de progreso y desarrollo, donde el acento en la producción media lo rico o mísero de una sociedad, fue donde en algún momento las políticas mismas llegaron a desdeñar e incluso a expulsar o querer erradicar a quienes no les parecieran “productivos”. Y esto pasó como ejemplo con los grupos religiosos que vivían en comunidad, los llamados grupos de órdenes y congregaciones de “vida contemplativa”, es decir: aquellos hombres y mujeres cuya consagración se canalizó a una vida de oración, vida de meditación, de contemplar y comunicarse con la Trascendencia.

Y puede resultar que esas sociedades que en su momento relegaron y desdeñaron la vida marcada por los momentos de la oración y/o meditación porque no “producía”, porque no “generaba capital”, mirándolos como seres que estorban el progreso e inútiles para la acumulación de la riqueza. Esas mismas sociedades con sus líderes del momento no creerían lo mucho que puede ser considerado hoy en día a esas personas que actualmente no sólo son valiosas por marcar una diferencia, sino que es una gran riqueza y hoy incluso cuesta mucho a tantas personas que están buscando al menos unos días, o un fin de semana, tener espacios para la meditación, la oración, el rencuentro con sus ancestros o tantas otras formas de vivir una espiritualidad, un momento de conexión consigo mismo, con un Ser Trascendente, con una vinculación con el mundo que se habita.

Cuando no se quiere conocer de verdad y se deja guiar por los prejuicios o frases dogmatizadas del momento, se pierde la gran oportunidad de reconocer y de valorar aquello que los “otros” los “diferentes” pueden ofrecer de riqueza al colectivo. Tal es el caso de quienes han pensado que la vida de algunos -dedicadas y consagradas a la oración/meditación- es algo improductivo e incluso que no repercute en la sociedad en general. ¡Qué lejos están de la realidad! Si tan sólo supiesen que una de las bebidas más consumidas en el mundo -la cerveza- son producidas en aquellos lugares donde muchos con un radicalismo capitalista pensarían que no son productivos (monasterios), y dígase lo mismo del consumo intelectual, pues las grandes bibliotecas, las grandes escuelas y universidades han tenido también muchos de sus orígenes en estos lugares, así como las técnicas del cultivo y muchos otros elementos de un consumo que hoy en día están en pleno apogeo. Pero sobre todo el gran empuje que dan a la vida del ser humano por ayudarle a encontrar su balance entre el trabajo pero la contemplación de su coparticipación en este mundo que se habita.

Hoy podemos verlo mucho con quienes son artistas y productores de expresiones artísticas tan variables, suelen ser los grupos más golpeados ante los recortes presupuestales por considerar que sus “productos” no son esenciales ni necesarios en una sociedad ávida de consumir. Así como ha sido un desdén a los monjes por “gastar tiempo en contemplar” hoy se puede escuchar sobre los artistas (pintores, poetas, etc.) que no se percibe muchas de las veces el gran bien que hacen al ser humano que espíritu posee.

Este es un simple ejemplo, pero nos podría ayudar a entender que muchos grupos y estilos de vida que a veces solemos considerar periféricos resultan fundamentales y centrales en nuestras vidas de sociedad, sólo que una cierta miopía nos impide saber mirar y reconocer los aportes que traen al mundo y lo esencial que son para poder vivir como lo que somos: