/ martes 28 de julio de 2020

“Biblioteca de la periferia”

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“Lo mutable e inalterable en la periferia”

Muchas situaciones del presente, que nos parecen tan comunes y aceptadas socialmente, resultan que no fueron así durante toda la historia de la humanidad. Evoco aquí un ejemplo entre tantos, de situaciones que se han dado un giro (atención que aquí no se pretende emitir juicios valorativos si es un cambio para bien o un cambio para mal, sino la mera descripción) y que por lo tanto ahora tienen una manera distinta de verse y valorarse.

En otros tiempo y contextos sociales, el mundo del espectáculo, aquellos dedicados al arte del entretenimiento eran personas al servicio de las clases privilegiadas, sus habilidades artísticas (canto, danza, artes plásticas varias…) eran totalmente puestas a la degustación de quienes ostentaban el poder. El artista, la persona que hacía el arte y entretenimiento no era el centro de atención sino más bien los comensales a quienes se les rendía el espectáculo.

Los deportistas, de antaño, competían en las diversas disciplinas para con ello dar un buen entretenimiento, para complacer a quienes eran los protagonistas reales del evento en turno. Los deportistas, gladiadores, luchadores, etc. Esperaban su turno para salir y mostrar sus habilidades de tal manera que causaran el agrado de quienes eran su público. El mérito era el reconocimiento, aplauso, lisonjas que viniera de aquellos a quienes se les debía complacer.

En estos campos se ha venido dando un grande giro. Hoy podemos encontrar a muchos artistas y deportistas que no son la periferia que viene a entretener, sino que son el centro mismo de la atención. Donde ahora el público se vuelca para poder alcanzar una plaza para verlos, y no sólo para verlos y disfrutar del espectáculo que brindan, sino para convertirse en fan de ellos, seguirlos en las redes sociales, tener colección de sus memorias, imitar sus estilos de vida y tantas otras cosas más.

En ciertos grupos de élite de estos artistas y deportistas que llegan a la fama, podemos notar las altísimas ganancias económicas, los espléndidos modos de vida, el gran reconocimiento social y su empoderamiento como íconos de tendencias culturales. Es como si se volcaran las posiciones. Lo que en algún momento los artistas o deportistas buscaban al presentarse ante quienes ofrecerían la exhibición de sus talentos -el agradar, el ser librado de un castigo o poder adquirir algún mejor status social- ahora se convierte más bien en un espacio de decisión del que brinda el espectáculo, para poder elegir incluso si se presenta o no, para establecer el presupuesto mismo de su presentación y las condiciones que requiere para poderse exhibir ante tal público, y si no se cumplen sus condiciones del contrato puede tranquilamente rechazar la oferta y privarles a su público de presenciarlos.

Ciertamente no todo deportista o artista puede alcanzar tal estilo de vida y condición, pero sí que podemos señalar aquí que es una muestra de cómo algunas profesiones han redireccionado su manera de ser apreciadas y valoradas. Como éstas, otras muchas formas y opciones de vida que no eran apreciadas ni colocadas en valor de mercado ahora son totalmente opuestas a las otras épocas. E igual otras que antes eran muy aclamadas hoy son por muchos despreciadas. Así pasa con algunas actividades humanas que en ciertos lugares y tiempos es apreciado y por otros no… como el caso de los toreros.

Muchos y muy variados pueden ser los modos de apreciar, reconocer y valorar ciertas formas de vida y profesiones del entretenimiento y deporte, de las artes y de las tendencias. Muchas cambian con el tiempo, otras se debaten durante el mismo tiempo. Sn pretender dar aquí conclusiones cerradas y absolutas, se puede al menos establecer que dentro de una sociedad, dentro de un universo cultural dominante en una comunidad humana, muchas cosas pasan de ser periféricas a centrales y otras de centrales a periféricas, muchas cosas podrían parecernos hoy triviales y efímeras, pero quizá fueron o serán en otro tiempo fundamentales y necesarias. O bien otras que hoy solemos mirar con gran aprecio, quizá luego sean desdeñadas por no responder a los valores del momento.

Gran desafío es para nosotros, hoy en día, reconocer aquello -y creo que existe- que pueda considerarse como inalterablemente bueno, necesario y bello.

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“Lo mutable e inalterable en la periferia”

Muchas situaciones del presente, que nos parecen tan comunes y aceptadas socialmente, resultan que no fueron así durante toda la historia de la humanidad. Evoco aquí un ejemplo entre tantos, de situaciones que se han dado un giro (atención que aquí no se pretende emitir juicios valorativos si es un cambio para bien o un cambio para mal, sino la mera descripción) y que por lo tanto ahora tienen una manera distinta de verse y valorarse.

En otros tiempo y contextos sociales, el mundo del espectáculo, aquellos dedicados al arte del entretenimiento eran personas al servicio de las clases privilegiadas, sus habilidades artísticas (canto, danza, artes plásticas varias…) eran totalmente puestas a la degustación de quienes ostentaban el poder. El artista, la persona que hacía el arte y entretenimiento no era el centro de atención sino más bien los comensales a quienes se les rendía el espectáculo.

Los deportistas, de antaño, competían en las diversas disciplinas para con ello dar un buen entretenimiento, para complacer a quienes eran los protagonistas reales del evento en turno. Los deportistas, gladiadores, luchadores, etc. Esperaban su turno para salir y mostrar sus habilidades de tal manera que causaran el agrado de quienes eran su público. El mérito era el reconocimiento, aplauso, lisonjas que viniera de aquellos a quienes se les debía complacer.

En estos campos se ha venido dando un grande giro. Hoy podemos encontrar a muchos artistas y deportistas que no son la periferia que viene a entretener, sino que son el centro mismo de la atención. Donde ahora el público se vuelca para poder alcanzar una plaza para verlos, y no sólo para verlos y disfrutar del espectáculo que brindan, sino para convertirse en fan de ellos, seguirlos en las redes sociales, tener colección de sus memorias, imitar sus estilos de vida y tantas otras cosas más.

En ciertos grupos de élite de estos artistas y deportistas que llegan a la fama, podemos notar las altísimas ganancias económicas, los espléndidos modos de vida, el gran reconocimiento social y su empoderamiento como íconos de tendencias culturales. Es como si se volcaran las posiciones. Lo que en algún momento los artistas o deportistas buscaban al presentarse ante quienes ofrecerían la exhibición de sus talentos -el agradar, el ser librado de un castigo o poder adquirir algún mejor status social- ahora se convierte más bien en un espacio de decisión del que brinda el espectáculo, para poder elegir incluso si se presenta o no, para establecer el presupuesto mismo de su presentación y las condiciones que requiere para poderse exhibir ante tal público, y si no se cumplen sus condiciones del contrato puede tranquilamente rechazar la oferta y privarles a su público de presenciarlos.

Ciertamente no todo deportista o artista puede alcanzar tal estilo de vida y condición, pero sí que podemos señalar aquí que es una muestra de cómo algunas profesiones han redireccionado su manera de ser apreciadas y valoradas. Como éstas, otras muchas formas y opciones de vida que no eran apreciadas ni colocadas en valor de mercado ahora son totalmente opuestas a las otras épocas. E igual otras que antes eran muy aclamadas hoy son por muchos despreciadas. Así pasa con algunas actividades humanas que en ciertos lugares y tiempos es apreciado y por otros no… como el caso de los toreros.

Muchos y muy variados pueden ser los modos de apreciar, reconocer y valorar ciertas formas de vida y profesiones del entretenimiento y deporte, de las artes y de las tendencias. Muchas cambian con el tiempo, otras se debaten durante el mismo tiempo. Sn pretender dar aquí conclusiones cerradas y absolutas, se puede al menos establecer que dentro de una sociedad, dentro de un universo cultural dominante en una comunidad humana, muchas cosas pasan de ser periféricas a centrales y otras de centrales a periféricas, muchas cosas podrían parecernos hoy triviales y efímeras, pero quizá fueron o serán en otro tiempo fundamentales y necesarias. O bien otras que hoy solemos mirar con gran aprecio, quizá luego sean desdeñadas por no responder a los valores del momento.

Gran desafío es para nosotros, hoy en día, reconocer aquello -y creo que existe- que pueda considerarse como inalterablemente bueno, necesario y bello.