/ martes 29 de septiembre de 2020

“Biblioteca de la periferia”

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“Los saludos y la periferia”

Recuerdo bien que hace apenas unos meses -ni siquiera un año- era muy común en los contextos donde yo me movía, que al presentarme a una persona, incluso si fuera la primera vez que le conozco, le saludase teniendo contacto físico. Según los modos convencionales correspondía un apretón de manos (al varón) e incluso con un beso en la mejilla (o el contacto de ambas mejillas, en el caso de ser una mujer la que se me presentaba. Algunas veces el entusiasmo era tal que sea hombre o mujer las formas del saludo llevaban hasta el abrazo.

Ahora que estamos en los compromisos de la sana distancia y reducir a los mínimos los contactos físicos o proximidad, me hace pensar en aquellas “osadías” anteriores tan comunes como lo son el “saludo de beso” incluido a personas que era primera vez que veía en mi vida. O la empatía que da con los niños cuando los tutores les piden que se despidan de beso de la persona “extraña” para ellos que había llegado a casa a conversar con sus padres. Quizá para estos pequeños, les era violenta esa exigencia de proximidad que le pedían que tuviera con aquellos adultos.

No es pretensión mía el juzgar estas prácticas usuales en nuestra sociedad, sólo freno sobre ellas ahora que se ha hecho una pausa forzada por las circunstancias y la traigo a esta Biblioteca para hacer de algo que al ser tan común se ha trasladado a una periferia, ponerlo en un punto central de nuestra vida sobre lo que puede significar. ¿Será que muchas prácticas sociales cambiarán definitivamente tras el evento covid-19? Seguramente sí… y quizá no es que algunas cosas cambien sino la significatividad que se impronta en ellas.

¿De qué otra formas pudiéramos saludar y hacer sentir al otro que es un “alguien” para mí? Seguramente existen multiplicidad de maneras, hemos aprendido y usado las mismas y de manera recurrente pero las posibilidades son infinitas. Esa pequeña práctica nos podría ayudar a pensar en cuantas otras cosas pudieran y quizá se modificarán respecto a lo que estábamos acostumbrados a vivir y valorar. Algo que algunos con palabras más elegantes llamarían: cambio de paradigma.

No hay un “alguien” que nos diga cómo va ser o cómo debemos hacer, tampoco la “sociedad misma” es un alguien. Hace todavía algunos años atrás no cabía en nuestra idea que tuviéramos las formas de comunicación que la tecnología nos ha venido ofertando. Pero aquí es importante señalar que no toca solamente esperar para ver ahora qué nos dicen que hagamos o cómo hemos de hacerlo. Existen elementos mínimos como el uso de cubrirse nariz y boca y evitar los contactos (temporalmente, espero) pero ya desde ahora se podrán seguramente inventar nuevas maneras da hacer sentir al otro valioso para mí y yo para él.

El modo es lo periférico, lo nuclear y principal es el significado profundo del saludar a alguien y hacerle sentir que es un alguien reconocido por mí. Y saberme un alguien reconocido para esa persona. Sea ahora de esta forma como antes con un sentido abrazo y beso. Nos toca en esto, como en muchas otras cosas, reinventarnos, pero siempre con la salvaguarda de lo más valioso como lo imprescindible, lo que ha de permanecer a lo largo del tiempo, sea cual sea la circunstancia que esté afectando nuestra sociedad y cultura.

Ama, reconoce, agradece, haz sentir al otro lo valioso que es… eso es lo importante, aunque de momento lo importante por el bien de ellos y de uno mismo sea con una sana distancia, mientras las condiciones nos lo demanden.

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“Los saludos y la periferia”

Recuerdo bien que hace apenas unos meses -ni siquiera un año- era muy común en los contextos donde yo me movía, que al presentarme a una persona, incluso si fuera la primera vez que le conozco, le saludase teniendo contacto físico. Según los modos convencionales correspondía un apretón de manos (al varón) e incluso con un beso en la mejilla (o el contacto de ambas mejillas, en el caso de ser una mujer la que se me presentaba. Algunas veces el entusiasmo era tal que sea hombre o mujer las formas del saludo llevaban hasta el abrazo.

Ahora que estamos en los compromisos de la sana distancia y reducir a los mínimos los contactos físicos o proximidad, me hace pensar en aquellas “osadías” anteriores tan comunes como lo son el “saludo de beso” incluido a personas que era primera vez que veía en mi vida. O la empatía que da con los niños cuando los tutores les piden que se despidan de beso de la persona “extraña” para ellos que había llegado a casa a conversar con sus padres. Quizá para estos pequeños, les era violenta esa exigencia de proximidad que le pedían que tuviera con aquellos adultos.

No es pretensión mía el juzgar estas prácticas usuales en nuestra sociedad, sólo freno sobre ellas ahora que se ha hecho una pausa forzada por las circunstancias y la traigo a esta Biblioteca para hacer de algo que al ser tan común se ha trasladado a una periferia, ponerlo en un punto central de nuestra vida sobre lo que puede significar. ¿Será que muchas prácticas sociales cambiarán definitivamente tras el evento covid-19? Seguramente sí… y quizá no es que algunas cosas cambien sino la significatividad que se impronta en ellas.

¿De qué otra formas pudiéramos saludar y hacer sentir al otro que es un “alguien” para mí? Seguramente existen multiplicidad de maneras, hemos aprendido y usado las mismas y de manera recurrente pero las posibilidades son infinitas. Esa pequeña práctica nos podría ayudar a pensar en cuantas otras cosas pudieran y quizá se modificarán respecto a lo que estábamos acostumbrados a vivir y valorar. Algo que algunos con palabras más elegantes llamarían: cambio de paradigma.

No hay un “alguien” que nos diga cómo va ser o cómo debemos hacer, tampoco la “sociedad misma” es un alguien. Hace todavía algunos años atrás no cabía en nuestra idea que tuviéramos las formas de comunicación que la tecnología nos ha venido ofertando. Pero aquí es importante señalar que no toca solamente esperar para ver ahora qué nos dicen que hagamos o cómo hemos de hacerlo. Existen elementos mínimos como el uso de cubrirse nariz y boca y evitar los contactos (temporalmente, espero) pero ya desde ahora se podrán seguramente inventar nuevas maneras da hacer sentir al otro valioso para mí y yo para él.

El modo es lo periférico, lo nuclear y principal es el significado profundo del saludar a alguien y hacerle sentir que es un alguien reconocido por mí. Y saberme un alguien reconocido para esa persona. Sea ahora de esta forma como antes con un sentido abrazo y beso. Nos toca en esto, como en muchas otras cosas, reinventarnos, pero siempre con la salvaguarda de lo más valioso como lo imprescindible, lo que ha de permanecer a lo largo del tiempo, sea cual sea la circunstancia que esté afectando nuestra sociedad y cultura.

Ama, reconoce, agradece, haz sentir al otro lo valioso que es… eso es lo importante, aunque de momento lo importante por el bien de ellos y de uno mismo sea con una sana distancia, mientras las condiciones nos lo demanden.