/ martes 12 de enero de 2021

“Biblioteca de la periferia”

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“inquilinos de una casa alquilada y compartida”

Somos periferia, pues somos un diminuto planeta situado, precisamente, en la periferia de uno de los cien mil millones de galaxias que presumiblemente hay en el Universo, donde cada una de estas galaxias contiene más de diez mil millones de estrellas.

El mundo, nuestro mundo, tiene su historia datable relativamente corta: hace trece mil millones de años han transcurrido desde que sucedió la explosión originaria, casi cinco mil millones de años desde la formación del Sol (que es una estrella entre los millones que existen en cada galaxia) y apenas hace unos tres mil quinientos millones de años desde la aparición de la vida y los cerca de doscientos mil años desde la hominización del ser humano, por lo que los escritos sobre la humanidad y sus signos de lo que llamamos “civilización” pudiéramos datarlo de hace tan sólo unos 6 mil años, de ahí que; estamos en pañales respecto a todo lo que es el proceso de la vida y las tantas y tantas posibilidades de conocimiento sobre la misma.

Alguna región de Europa también muchas veces se ha querido colocar dentro de nuestra historia -y se incluye últimamente nuestro país vecino del norte- como el centro del planeta, y el centro del desarrollo y de la “civilización”. Pero también ha sido y puede ser considerado por muchos una región periférica. Cuando narran la historia marcándola desde el desarrollo del pensamiento griego y que luego se expande en el así llamado “occidente”, se deja de lado tantos pensamientos y comprensiones del mundo tan relevantes e importantes, donde fueron inclusive punta de lanza para grandes avances del conocimiento y de la vida en sociedad como la conocemos actualmente.

Quizá una dimensión de dónde estamos y cómo estamos respecto al vasto universo que tenemos delante de nosotros, nos debería ayudar a ser cada vez menos auto referenciales, y tener ese sentido abierto a los otros, donde no se hable tanto de poseer la verdad, sino como alcances y aproximaciones para poder percibir la realidad desde el enfoque en que nos encontramos.

Somos una breve participación del universo, unas pequeñas muestras de este grandísimo campo de vida, pero a la vez tenemos la grandísima oportunidad de que, siendo únicos y dotados -gratuitamente- de una vida irrepetible, podamos contribuir para hacer desde este lado donde estamos, un mundo y universo sostenible, corresponsablemente, por ser miembros de una casa común, en la que habitamos temporalmente.

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“inquilinos de una casa alquilada y compartida”

Somos periferia, pues somos un diminuto planeta situado, precisamente, en la periferia de uno de los cien mil millones de galaxias que presumiblemente hay en el Universo, donde cada una de estas galaxias contiene más de diez mil millones de estrellas.

El mundo, nuestro mundo, tiene su historia datable relativamente corta: hace trece mil millones de años han transcurrido desde que sucedió la explosión originaria, casi cinco mil millones de años desde la formación del Sol (que es una estrella entre los millones que existen en cada galaxia) y apenas hace unos tres mil quinientos millones de años desde la aparición de la vida y los cerca de doscientos mil años desde la hominización del ser humano, por lo que los escritos sobre la humanidad y sus signos de lo que llamamos “civilización” pudiéramos datarlo de hace tan sólo unos 6 mil años, de ahí que; estamos en pañales respecto a todo lo que es el proceso de la vida y las tantas y tantas posibilidades de conocimiento sobre la misma.

Alguna región de Europa también muchas veces se ha querido colocar dentro de nuestra historia -y se incluye últimamente nuestro país vecino del norte- como el centro del planeta, y el centro del desarrollo y de la “civilización”. Pero también ha sido y puede ser considerado por muchos una región periférica. Cuando narran la historia marcándola desde el desarrollo del pensamiento griego y que luego se expande en el así llamado “occidente”, se deja de lado tantos pensamientos y comprensiones del mundo tan relevantes e importantes, donde fueron inclusive punta de lanza para grandes avances del conocimiento y de la vida en sociedad como la conocemos actualmente.

Quizá una dimensión de dónde estamos y cómo estamos respecto al vasto universo que tenemos delante de nosotros, nos debería ayudar a ser cada vez menos auto referenciales, y tener ese sentido abierto a los otros, donde no se hable tanto de poseer la verdad, sino como alcances y aproximaciones para poder percibir la realidad desde el enfoque en que nos encontramos.

Somos una breve participación del universo, unas pequeñas muestras de este grandísimo campo de vida, pero a la vez tenemos la grandísima oportunidad de que, siendo únicos y dotados -gratuitamente- de una vida irrepetible, podamos contribuir para hacer desde este lado donde estamos, un mundo y universo sostenible, corresponsablemente, por ser miembros de una casa común, en la que habitamos temporalmente.