/ martes 16 de febrero de 2021

“Biblioteca de la periferia”

“Redes de periferia”

Precisamente hace un año, durante las dos primeras semanas de febrero, tuve la oportunidad de aceptar la invitación para visitar algunas obras sociales de los Salesianos en Brasil, específicamente en el Estado de Sâo Paulo. El tema del COVID-19 empezaba a escucharse como algo que estaba lejano, pero comenzaba a preocupar los horizontes globales. Al día siguiente de mi vuelo de regreso a México fue que se anunció en los medios noticiosos de Brasil que aparecía el primer caso de contagio en ese país sudamericano.

Pero no es el COVID lo que me trajo a la memoria mi visita a Sâo Paulo, sino más bien la otra pandemia tan expandida en el mundo y que lleva más tiempo contagiando y contagiando sin que la sociedad en general se lo tome como un problema de crisis mundial en el que todos de alguna manera estamos inmiscuidos, me refiero aquí al tema de la inmersión de los jóvenes desde temprana edad en actos infraccionales, en conflictos armados, en grados de consumo gravosos a su salud y generadores de violencias.

Tuve la oportunidad de conocer más profundamente el proyecto de “Medidas Socioeducativas de Medio abierto y de semi-libertad” como parte de la intervención de los Salesianos en la atención a jóvenes en conflicto con la ley. Un tema que quizá para algunos -poco familiarizados con tecnicismos sociales sobre prevención- pudieran pensar que eso ya no es asunto preventivo sino de castigo, de reparación o de restauración. Fue muy alentador admirar la sistematización y sobre todo la pasión con que muchas obras salesianas han establecido una red para operar este mismo proyecto… como una “pandemia positiva” que va contagiando a más y más para quererse involucrar en esta actividad entre adolescentes y jóvenes infractores, que si tienen una intervención educativa -más que punitiva- tienen la oportunidad de rectificar y poderse reintegrar a su vida como ciudadanos saludables y productivos.

Un tema en que el Estado no puede solo, los sistemas de justicia no alcanzan, la sociedad civil queda impotente de manera aislada, las comunidades de fe son insuficientes para abordar en solitario esta acción. Es un tema que necesariamente debe estar articulado, como un entramado de intervenciones e interacciones para poder responder bien a estos desafíos, donde se trata de ofrecer un auténtico proceso de reinserción a chicos en conflicto con la ley, que les permita adquirir herramientas suficientes para menguar las posibilidades de reincidir y habilidades que les favorezca un proceso hacia una autonomía regulada por la conciencia crítica y un protagonismo social, ser y saberse útiles a la sociedad.

Los Salesianos en Brasil llevan veinte años con este proyecto, y con mucho gusto me facilitaron la transferencia del proyecto y modelo de intervención en general, para que en México los Salesianos, a través de sus obras, servicios y aliados, pudiese también ofrecer esta alternativa a nuestra sociedad. Y es gratamente sorprendente lo bien que ha sido recibido. Desde obras salesianas que ya efectuaban estas acciones (Ciudad Juárez, Chihuahua), ahora migrando las formas y ciertas adecuaciones para homologar procedimientos, hasta otras sedes que se abren para también sumarse: en la zona metropolitana de Guadalajara (Tlaquepaque principalmente) y en Los Mochis, Sinaloa. Seguramente surgirán más y, como en Brasil, será fuertes por su articulación. Acá en México bajo el cobijo del Modelo de atención a jóvenes en Conflicto con la Ley, que llamamos “Patio Incluyente”.

Solos no podemos, organizaciones internacionales y nacionales aliadas, a través de aportes del sector privado, como también ONGs amigas, entidades públicas comprometidas y otras iglesias y grupos religiosos han sido altamente valiosos para que hoy, podamos decir, que las Medidas Socioeducativas de Medio Abierto y semi-libertad son una propuesta Salesiana Internacional para jóvenes en situación de riesgo. Eso es un gesto más del valor de trabajar en red, un sano y benéfico contagio que, de esos esperamos muchos.

“Redes de periferia”

Precisamente hace un año, durante las dos primeras semanas de febrero, tuve la oportunidad de aceptar la invitación para visitar algunas obras sociales de los Salesianos en Brasil, específicamente en el Estado de Sâo Paulo. El tema del COVID-19 empezaba a escucharse como algo que estaba lejano, pero comenzaba a preocupar los horizontes globales. Al día siguiente de mi vuelo de regreso a México fue que se anunció en los medios noticiosos de Brasil que aparecía el primer caso de contagio en ese país sudamericano.

Pero no es el COVID lo que me trajo a la memoria mi visita a Sâo Paulo, sino más bien la otra pandemia tan expandida en el mundo y que lleva más tiempo contagiando y contagiando sin que la sociedad en general se lo tome como un problema de crisis mundial en el que todos de alguna manera estamos inmiscuidos, me refiero aquí al tema de la inmersión de los jóvenes desde temprana edad en actos infraccionales, en conflictos armados, en grados de consumo gravosos a su salud y generadores de violencias.

Tuve la oportunidad de conocer más profundamente el proyecto de “Medidas Socioeducativas de Medio abierto y de semi-libertad” como parte de la intervención de los Salesianos en la atención a jóvenes en conflicto con la ley. Un tema que quizá para algunos -poco familiarizados con tecnicismos sociales sobre prevención- pudieran pensar que eso ya no es asunto preventivo sino de castigo, de reparación o de restauración. Fue muy alentador admirar la sistematización y sobre todo la pasión con que muchas obras salesianas han establecido una red para operar este mismo proyecto… como una “pandemia positiva” que va contagiando a más y más para quererse involucrar en esta actividad entre adolescentes y jóvenes infractores, que si tienen una intervención educativa -más que punitiva- tienen la oportunidad de rectificar y poderse reintegrar a su vida como ciudadanos saludables y productivos.

Un tema en que el Estado no puede solo, los sistemas de justicia no alcanzan, la sociedad civil queda impotente de manera aislada, las comunidades de fe son insuficientes para abordar en solitario esta acción. Es un tema que necesariamente debe estar articulado, como un entramado de intervenciones e interacciones para poder responder bien a estos desafíos, donde se trata de ofrecer un auténtico proceso de reinserción a chicos en conflicto con la ley, que les permita adquirir herramientas suficientes para menguar las posibilidades de reincidir y habilidades que les favorezca un proceso hacia una autonomía regulada por la conciencia crítica y un protagonismo social, ser y saberse útiles a la sociedad.

Los Salesianos en Brasil llevan veinte años con este proyecto, y con mucho gusto me facilitaron la transferencia del proyecto y modelo de intervención en general, para que en México los Salesianos, a través de sus obras, servicios y aliados, pudiese también ofrecer esta alternativa a nuestra sociedad. Y es gratamente sorprendente lo bien que ha sido recibido. Desde obras salesianas que ya efectuaban estas acciones (Ciudad Juárez, Chihuahua), ahora migrando las formas y ciertas adecuaciones para homologar procedimientos, hasta otras sedes que se abren para también sumarse: en la zona metropolitana de Guadalajara (Tlaquepaque principalmente) y en Los Mochis, Sinaloa. Seguramente surgirán más y, como en Brasil, será fuertes por su articulación. Acá en México bajo el cobijo del Modelo de atención a jóvenes en Conflicto con la Ley, que llamamos “Patio Incluyente”.

Solos no podemos, organizaciones internacionales y nacionales aliadas, a través de aportes del sector privado, como también ONGs amigas, entidades públicas comprometidas y otras iglesias y grupos religiosos han sido altamente valiosos para que hoy, podamos decir, que las Medidas Socioeducativas de Medio Abierto y semi-libertad son una propuesta Salesiana Internacional para jóvenes en situación de riesgo. Eso es un gesto más del valor de trabajar en red, un sano y benéfico contagio que, de esos esperamos muchos.