/ sábado 17 de noviembre de 2018

Contaminación de suelos en Juárez: un problema casi superado

Ciudad Juárez al igual que otras grandes urbes de la república, ha sufrido serios impactos ambientales a sus diferentes recursos naturales a través de su historia. La contaminación del aire ha pasado por diversas etapas, proporcionales al incremento poblacional de la misma.

La cantidad de automóviles que circulan por la ciudad, la quema de basura a cielo abierto, la generación de electricidad por parte de la Comisión Federal de Electricidad, las ladrilleras que crecieron sin control aunado a la contaminación natural del desierto, han contribuido a este fenómeno. A estos factores hay que agregar nuestra condición de frontera con los Estados Unidos que agudiza el problema.

El recurso agua, como se discutido previamente en este espacio, está igualmente relacionado con el crecimiento poblacional, y en el pasado hemos tenido épocas de gran riesgo por la entonces falta de saneamiento. Hoy en día el principal problema es el abasto, que a la fecha está siendo atendido con cierta oportunidad por las autoridades.

En esta ocasión me habré de referir a los suelos de nuestra comunidad, una contaminación que difícilmente se observa y por lo tanto pasa un poco desapercibida por los habitantes. Los suelos de Ciudad Juárez se han visto seriamente impactados por las mismas razones explicadas anteriormente, pero sobre todo por la falta de cultura en el manejo de residuos de todo tipo, aunado a una escasa voluntad por mantener limpia nuestra ciudad.

COBALTO 60

En el pasado hemos registrado diversos episodios serios de contaminación al suelo en esta comunidad. Un ejemplo claro es el caso del Cobalto 60 que atrajo la atención de todo el mundo. Como recordaran se trató de una unidad de radiación para usos médicos a base de Cobalto 60 que se introdujo a nuestro país y particularmente a nuestra ciudad, en forma irregular.

Eventualmente esta unidad se desechó y se almaceno en un centro hospitalario, posteriormente fue enviada a un centro de reciclaje en donde fue desmantelada y los perdigones radioactivos del cobalto 60 dispersaron entre el metal. Posteriormente el material se envió a algunas fundidoras mismas que fundieron el metal en varillas de construcción, muebles metálicos de jardín y otros artículos.

Accidentalmente fueron detectados por instrumentos ubicados en el laboratorio de Los Álamos Nuevo México, en un cargamento de varilla de construcción que casualmente pasaba por el laboratorio. Después vinieron las difíciles tareas de rastrear la unidad, tratar de ubicar las áreas impactadas, poner en algún sitio el resto de los materiales contaminados mientras se localizaba un cementerio nuclear para disponer adecuadamente de los residuos.

Desafortunadamente tanto las varillas contaminadas como el resto de los muebles metálicos fueron almacenados a cielo abierto en un local cercano al CERESO de Ciudad Juárez. Después se trató de localizar un terreno al sur de la ciudad para construir un cementerio nuclear, llevando el cargamento de varillas contaminadas a diversos puntos del poblado de Samalayuca para eventualmente sepultarlas en un predio denominado La Piedrera.

La historia es mucho muy larga pero solamente hago un breve resumen para señalar la tremenda contaminación que provoco este incidente a una extensa cantidad de suelo fronterizo durante la existencia de este “confinamiento provisional”. Fueron muchos sitios los afectados, tales como el deshuesadero, los caminos de la ruta de transporte del material, las fundidoras, los lugares provisionales etc. etc. Los daños a la salud humana fueron incalculables, y jamás supimos bien a bien las consecuencias reales.



RESIDUOS PELIGROSOS

Durante muchos años la importación de materiales de deshecho fue una práctica común en esta frontera. Algunos industriales de Estados Unidos vendían muy barato o hasta pagaban a algunos connacionales para que recolectaran estos materiales y los trajeran a territorio nacional. Tal pareciera que las aduanas estaban libres para importar todo tipo de residuos industriales para su venta.

Era común encontrar tambores de 200 litros conteniendo aceites gastados, algunos con residuos de bifenilos policlorados, que inclusive se vendían como tratamiento para los reumas. Los PCB´s como se les denomina a estos peligroso contaminantes, pueden causar cáncer en el humano, son acumulativos y duraran mucho tiempo en el ecosistema.

La disposición del aceite automotriz era otro problema común en durante los años ochenta. Ante la falta de reglamentación y vigilancia los talleres optaban por el camino más fácil, el disponer de estos desechos en cualesquier lote baldío. Igual sucedía con infinidad de desechos químicos que eran clandestinamente almacenados en grandes terrenos en donde con el tiempo sufrieron fugas que eventualmente contaminaban el suelo.

Había tiraderos clandestinos en varios puntos de la ciudad y cuando mucho, los desechos iban a parar al tiradero municipal, que hoy si es un relleno sanitario formal. La industria maquiladora en un principio podía dejar sus desechos en México, con la consabida contaminación que esto producía. La falta de infraestructura para manejar adecuadamente los residuos peligrosos en el país era un factor importante que impactaba a la frontera.

Afortunadamente estas situaciones se han superado, no así el posible daño al ecosistema y mucho más importante aún, a la salud pública de los Juarenses. Jamás sabremos cual es el impacto real que han tenido en la ciudad, o en la salud de los fronterizos, la tremenda cantidad de desechos industriales que se han manejado en forma inadecuada. Por fortuna a casi 40 años de distancia, la legislación ambiental ha logrado rectificar las prácticas negativas.

La ciudadanía y los industriales en particular ya están mucho más conscientes de los daños y de las consecuencias. Ya contamos con un relleno sanitario moderno, bien administrado y con estrictas medidas de control. La industria nacional y de exportación dispone adecuadamente de sus residuos, regresándolos a su país de origen o enviándolos a sitios autorizados.

El suelo de Ciudad Juárez fue severamente dañado, pero ha tenido su restauración o remediación, como se dice en el argot ambientalista. Con la legislación vigente hay serias consecuencias para los infractores. Todavía hay mucho trabajo por hacer, sobre todo con los pequeños generadores, pero Ciudad Juárez tiene el problema de la contaminación de suelos, casi superada.



Dr. René Franco Barreno

Consultor Ambiental

renefranco @ francoyasociados.com


Ciudad Juárez al igual que otras grandes urbes de la república, ha sufrido serios impactos ambientales a sus diferentes recursos naturales a través de su historia. La contaminación del aire ha pasado por diversas etapas, proporcionales al incremento poblacional de la misma.

La cantidad de automóviles que circulan por la ciudad, la quema de basura a cielo abierto, la generación de electricidad por parte de la Comisión Federal de Electricidad, las ladrilleras que crecieron sin control aunado a la contaminación natural del desierto, han contribuido a este fenómeno. A estos factores hay que agregar nuestra condición de frontera con los Estados Unidos que agudiza el problema.

El recurso agua, como se discutido previamente en este espacio, está igualmente relacionado con el crecimiento poblacional, y en el pasado hemos tenido épocas de gran riesgo por la entonces falta de saneamiento. Hoy en día el principal problema es el abasto, que a la fecha está siendo atendido con cierta oportunidad por las autoridades.

En esta ocasión me habré de referir a los suelos de nuestra comunidad, una contaminación que difícilmente se observa y por lo tanto pasa un poco desapercibida por los habitantes. Los suelos de Ciudad Juárez se han visto seriamente impactados por las mismas razones explicadas anteriormente, pero sobre todo por la falta de cultura en el manejo de residuos de todo tipo, aunado a una escasa voluntad por mantener limpia nuestra ciudad.

COBALTO 60

En el pasado hemos registrado diversos episodios serios de contaminación al suelo en esta comunidad. Un ejemplo claro es el caso del Cobalto 60 que atrajo la atención de todo el mundo. Como recordaran se trató de una unidad de radiación para usos médicos a base de Cobalto 60 que se introdujo a nuestro país y particularmente a nuestra ciudad, en forma irregular.

Eventualmente esta unidad se desechó y se almaceno en un centro hospitalario, posteriormente fue enviada a un centro de reciclaje en donde fue desmantelada y los perdigones radioactivos del cobalto 60 dispersaron entre el metal. Posteriormente el material se envió a algunas fundidoras mismas que fundieron el metal en varillas de construcción, muebles metálicos de jardín y otros artículos.

Accidentalmente fueron detectados por instrumentos ubicados en el laboratorio de Los Álamos Nuevo México, en un cargamento de varilla de construcción que casualmente pasaba por el laboratorio. Después vinieron las difíciles tareas de rastrear la unidad, tratar de ubicar las áreas impactadas, poner en algún sitio el resto de los materiales contaminados mientras se localizaba un cementerio nuclear para disponer adecuadamente de los residuos.

Desafortunadamente tanto las varillas contaminadas como el resto de los muebles metálicos fueron almacenados a cielo abierto en un local cercano al CERESO de Ciudad Juárez. Después se trató de localizar un terreno al sur de la ciudad para construir un cementerio nuclear, llevando el cargamento de varillas contaminadas a diversos puntos del poblado de Samalayuca para eventualmente sepultarlas en un predio denominado La Piedrera.

La historia es mucho muy larga pero solamente hago un breve resumen para señalar la tremenda contaminación que provoco este incidente a una extensa cantidad de suelo fronterizo durante la existencia de este “confinamiento provisional”. Fueron muchos sitios los afectados, tales como el deshuesadero, los caminos de la ruta de transporte del material, las fundidoras, los lugares provisionales etc. etc. Los daños a la salud humana fueron incalculables, y jamás supimos bien a bien las consecuencias reales.



RESIDUOS PELIGROSOS

Durante muchos años la importación de materiales de deshecho fue una práctica común en esta frontera. Algunos industriales de Estados Unidos vendían muy barato o hasta pagaban a algunos connacionales para que recolectaran estos materiales y los trajeran a territorio nacional. Tal pareciera que las aduanas estaban libres para importar todo tipo de residuos industriales para su venta.

Era común encontrar tambores de 200 litros conteniendo aceites gastados, algunos con residuos de bifenilos policlorados, que inclusive se vendían como tratamiento para los reumas. Los PCB´s como se les denomina a estos peligroso contaminantes, pueden causar cáncer en el humano, son acumulativos y duraran mucho tiempo en el ecosistema.

La disposición del aceite automotriz era otro problema común en durante los años ochenta. Ante la falta de reglamentación y vigilancia los talleres optaban por el camino más fácil, el disponer de estos desechos en cualesquier lote baldío. Igual sucedía con infinidad de desechos químicos que eran clandestinamente almacenados en grandes terrenos en donde con el tiempo sufrieron fugas que eventualmente contaminaban el suelo.

Había tiraderos clandestinos en varios puntos de la ciudad y cuando mucho, los desechos iban a parar al tiradero municipal, que hoy si es un relleno sanitario formal. La industria maquiladora en un principio podía dejar sus desechos en México, con la consabida contaminación que esto producía. La falta de infraestructura para manejar adecuadamente los residuos peligrosos en el país era un factor importante que impactaba a la frontera.

Afortunadamente estas situaciones se han superado, no así el posible daño al ecosistema y mucho más importante aún, a la salud pública de los Juarenses. Jamás sabremos cual es el impacto real que han tenido en la ciudad, o en la salud de los fronterizos, la tremenda cantidad de desechos industriales que se han manejado en forma inadecuada. Por fortuna a casi 40 años de distancia, la legislación ambiental ha logrado rectificar las prácticas negativas.

La ciudadanía y los industriales en particular ya están mucho más conscientes de los daños y de las consecuencias. Ya contamos con un relleno sanitario moderno, bien administrado y con estrictas medidas de control. La industria nacional y de exportación dispone adecuadamente de sus residuos, regresándolos a su país de origen o enviándolos a sitios autorizados.

El suelo de Ciudad Juárez fue severamente dañado, pero ha tenido su restauración o remediación, como se dice en el argot ambientalista. Con la legislación vigente hay serias consecuencias para los infractores. Todavía hay mucho trabajo por hacer, sobre todo con los pequeños generadores, pero Ciudad Juárez tiene el problema de la contaminación de suelos, casi superada.



Dr. René Franco Barreno

Consultor Ambiental

renefranco @ francoyasociados.com


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