/ sábado 21 de octubre de 2023

El arte de contar maravillas

“Nadie puede substraerse a la creencia en el poder mágico de las palabras. Ni siquiera aquellos que desconfían de ellas”.

Octavio Paz


Sabemos que estamos hechos de palabras, y a través de ellas, contamos y cantamos historias para integrarnos a la comunidad; ya que son una muestra y un testimonio de nuestra realidad.

En el principio la palabra no solo fue hablada, sino también cantada; acompañada por cuerdas y percusiones; fue así que el relato se convirtió en una identidad, que consolida a un pueblo.

Desde la epopeya hasta el corrido del S XIX, se cantan las hazañas de algunos personajes; entre los himnos más remotos, hasta los cantos posmodernos y las tendencias de música popular, donde se comparten tradiciones, vivencias, penas, dudas, tragedias, esperanzas y alegrías.

Pero sin temor a equivocarse, el arrullo materno es el primer sonido reconocible para el ser humano, inclusive desde antes de su nacimiento; sin embargo, al final de la vida, y de acuerdo a especialistas, se dice que el oído, es el último sentido que deja de funcionar.

Recordemos que la narración de las historias, acompañadas de música; son vitales, ya que desarrollan el pensamiento, la imaginación y el análisis, de quien las escucha, además influyen en la toma de decisiones.

De acuerdo a registros, sabemos que durante muchos siglos, la gente ha contado historias y las ha vuelto a contar una y otra vez; al mismo tiempo les ha puesto música y clasificado en mitos, fábulas y leyendas, que surgen por la tradición oral de los pueblos.

Destacan por supuesto el papel de las mujeres, no sólo como narradoras de historias a modo de Scherezade en -Las mil y una noches– sino también como autoras de las mismas.

Podríamos referir a Madame D’aulnoy, por haber introducido en 1697, el término; “cuentos de hadas”, que se convirtió en un referente en Francia, Italia, España, Alemania y por supuesto más tarde, en occidente.

En este tipo de narración, aparecen personajes sobrenaturales quienes “viven” en espacios distintos al del humano; además de tener poderes mágicos, como: hadas, ninfas, duendes, ogros, hechiceras, centauros, elfos, dragones, sirenas unicornios, pegasos y otros más; cuya función puede ser la de antagonista o la de acompañante, para que un héroe se lleve el la gloria y el aplauso al final de la historia.

Sin duda mitos, novelas y cuentos de hadas, están hechos de palabras que hablan de la vida y la muerte, del amor y la guerra, del miedo y la esperanza, del peligro y la salvación, del dolor y la felicidad; temas que son materia de conciertos, sonatas, sinfonías, óperas y obras de teatro.

Temas que son inagotables, ya que siguen vigentes en otras regiones y pueblos, donde se muestran las tradiciones y costumbres, a través de la creatividad y el ingenio de quien las cuenta y las escribe para que otros puedan leerlas.

Porque contar cuentos e historias, no solo es esencial; sino que es fundamental en la población; solo así el mármol se convertirá en una sólida luz de luna, y el oro será visto e interpretado como un fuego helado.

Allá donde la lluvia del otoño se trepa a la arboleda, para reinventar palabras pétreas, que toman vida, mientras la música aguarda suspendida en la pizarra.

Ahí donde el aljibe hilvana historias al amanecer, y al mismo tiempo en otro lugar remoto, un espejo multiplicará los silencios y los recuerdos, de una niñez dibujada desde el patio de la casa, donde cada uno de los presentes cuentan sus historias.

¿Y usted tiene alguna historia que contar?


“Nadie puede substraerse a la creencia en el poder mágico de las palabras. Ni siquiera aquellos que desconfían de ellas”.

Octavio Paz


Sabemos que estamos hechos de palabras, y a través de ellas, contamos y cantamos historias para integrarnos a la comunidad; ya que son una muestra y un testimonio de nuestra realidad.

En el principio la palabra no solo fue hablada, sino también cantada; acompañada por cuerdas y percusiones; fue así que el relato se convirtió en una identidad, que consolida a un pueblo.

Desde la epopeya hasta el corrido del S XIX, se cantan las hazañas de algunos personajes; entre los himnos más remotos, hasta los cantos posmodernos y las tendencias de música popular, donde se comparten tradiciones, vivencias, penas, dudas, tragedias, esperanzas y alegrías.

Pero sin temor a equivocarse, el arrullo materno es el primer sonido reconocible para el ser humano, inclusive desde antes de su nacimiento; sin embargo, al final de la vida, y de acuerdo a especialistas, se dice que el oído, es el último sentido que deja de funcionar.

Recordemos que la narración de las historias, acompañadas de música; son vitales, ya que desarrollan el pensamiento, la imaginación y el análisis, de quien las escucha, además influyen en la toma de decisiones.

De acuerdo a registros, sabemos que durante muchos siglos, la gente ha contado historias y las ha vuelto a contar una y otra vez; al mismo tiempo les ha puesto música y clasificado en mitos, fábulas y leyendas, que surgen por la tradición oral de los pueblos.

Destacan por supuesto el papel de las mujeres, no sólo como narradoras de historias a modo de Scherezade en -Las mil y una noches– sino también como autoras de las mismas.

Podríamos referir a Madame D’aulnoy, por haber introducido en 1697, el término; “cuentos de hadas”, que se convirtió en un referente en Francia, Italia, España, Alemania y por supuesto más tarde, en occidente.

En este tipo de narración, aparecen personajes sobrenaturales quienes “viven” en espacios distintos al del humano; además de tener poderes mágicos, como: hadas, ninfas, duendes, ogros, hechiceras, centauros, elfos, dragones, sirenas unicornios, pegasos y otros más; cuya función puede ser la de antagonista o la de acompañante, para que un héroe se lleve el la gloria y el aplauso al final de la historia.

Sin duda mitos, novelas y cuentos de hadas, están hechos de palabras que hablan de la vida y la muerte, del amor y la guerra, del miedo y la esperanza, del peligro y la salvación, del dolor y la felicidad; temas que son materia de conciertos, sonatas, sinfonías, óperas y obras de teatro.

Temas que son inagotables, ya que siguen vigentes en otras regiones y pueblos, donde se muestran las tradiciones y costumbres, a través de la creatividad y el ingenio de quien las cuenta y las escribe para que otros puedan leerlas.

Porque contar cuentos e historias, no solo es esencial; sino que es fundamental en la población; solo así el mármol se convertirá en una sólida luz de luna, y el oro será visto e interpretado como un fuego helado.

Allá donde la lluvia del otoño se trepa a la arboleda, para reinventar palabras pétreas, que toman vida, mientras la música aguarda suspendida en la pizarra.

Ahí donde el aljibe hilvana historias al amanecer, y al mismo tiempo en otro lugar remoto, un espejo multiplicará los silencios y los recuerdos, de una niñez dibujada desde el patio de la casa, donde cada uno de los presentes cuentan sus historias.

¿Y usted tiene alguna historia que contar?