“Nadie puede substraerse a la creencia en el poder mágico de las palabras. Ni siquiera aquellos que desconfían de ellas”.
Octavio Paz
Sabemos que estamos hechos de palabras, y a través de ellas, contamos y cantamos historias para integrarnos a la comunidad; ya que son una muestra y un testimonio de nuestra realidad.
En el principio la palabra no solo fue hablada, sino también cantada; acompañada por cuerdas y percusiones; fue así que el relato se convirtió en una identidad, que consolida a un pueblo.
Desde la epopeya hasta el corrido del S XIX, se cantan las hazañas de algunos personajes; entre los himnos más remotos, hasta los cantos posmodernos y las tendencias de música popular, donde se comparten tradiciones, vivencias, penas, dudas, tragedias, esperanzas y alegrías.
Pero sin temor a equivocarse, el arrullo materno es el primer sonido reconocible para el ser humano, inclusive desde antes de su nacimiento; sin embargo, al final de la vida, y de acuerdo a especialistas, se dice que el oído, es el último sentido que deja de funcionar.
Recordemos que la narración de las historias, acompañadas de música; son vitales, ya que desarrollan el pensamiento, la imaginación y el análisis, de quien las escucha, además influyen en la toma de decisiones.
De acuerdo a registros, sabemos que durante muchos siglos, la gente ha contado historias y las ha vuelto a contar una y otra vez; al mismo tiempo les ha puesto música y clasificado en mitos, fábulas y leyendas, que surgen por la tradición oral de los pueblos.
Destacan por supuesto el papel de las mujeres, no sólo como narradoras de historias a modo de Scherezade en -Las mil y una noches– sino también como autoras de las mismas.
Podríamos referir a Madame D’aulnoy, por haber introducido en 1697, el término; “cuentos de hadas”, que se convirtió en un referente en Francia, Italia, España, Alemania y por supuesto más tarde, en occidente.
En este tipo de narración, aparecen personajes sobrenaturales quienes “viven” en espacios distintos al del humano; además de tener poderes mágicos, como: hadas, ninfas, duendes, ogros, hechiceras, centauros, elfos, dragones, sirenas unicornios, pegasos y otros más; cuya función puede ser la de antagonista o la de acompañante, para que un héroe se lleve el la gloria y el aplauso al final de la historia.
Sin duda mitos, novelas y cuentos de hadas, están hechos de palabras que hablan de la vida y la muerte, del amor y la guerra, del miedo y la esperanza, del peligro y la salvación, del dolor y la felicidad; temas que son materia de conciertos, sonatas, sinfonías, óperas y obras de teatro.
Temas que son inagotables, ya que siguen vigentes en otras regiones y pueblos, donde se muestran las tradiciones y costumbres, a través de la creatividad y el ingenio de quien las cuenta y las escribe para que otros puedan leerlas.
Porque contar cuentos e historias, no solo es esencial; sino que es fundamental en la población; solo así el mármol se convertirá en una sólida luz de luna, y el oro será visto e interpretado como un fuego helado.
Allá donde la lluvia del otoño se trepa a la arboleda, para reinventar palabras pétreas, que toman vida, mientras la música aguarda suspendida en la pizarra.
Ahí donde el aljibe hilvana historias al amanecer, y al mismo tiempo en otro lugar remoto, un espejo multiplicará los silencios y los recuerdos, de una niñez dibujada desde el patio de la casa, donde cada uno de los presentes cuentan sus historias.
¿Y usted tiene alguna historia que contar?