/ lunes 5 de octubre de 2020

El arte de la guerra de las campañas electorales

A menos de un mes de que finalicen las campañas electorales en Estados Unidos y salgan a votar el martes 3 de noviembre los ciudadanos norteamericanos podemos hacer un recuento de daños pero en especial de la enseñanza de las campañas electorales en tiempos de pandemia. Una de ellas es que estas campañas son más digitales y virtuales cuya característica es de poca o nula propuesta, al menos así la percibo al igual que miles de ciudadanos del mundo.

Las debilidades del presidente Donald Trump, son varias, una de ellas va acompañada de su edad, con 74 años tiene una figura patriarcal, de extrema derecha, con discurso racista, acusado mediáticamente de maltrato a su esposa o bien de un hombre violento y cerrado al diálogo. Contrario a lo que se piensa, su éxito no es como lo pintan, es un escándalo del mundo de las finanzas, cuyo peor negocio que se puede hacer con él es precisamente hacer negocios.

El precio del racismo, de acuerdo a la publicación de Eduardo Porter, es otro de los errores del presidente Donald ya que ha dividido a la sociedad, a los sindicatos, bajado los indicadores de desarrollo social de la otra gran nación americana. Con un discurso xenofóbico, que igual ataca a las comunidades migrantes, no condena actos de violencia contra la comunidad de color o igual ataca a los chinos culpándolos de la actual pandemia mundial. Hay un discurso de odio como base de su campaña, es parte de su estrategia para atraer votantes y lograr una reelección que parece se le va de las manos.

Empresario fracasado y evasor de impuestos en donde los campesinos o trabajadores del campo, así como empleadas domésticas y/o el ciudadano común pagan más impuestos que Donald. Previo al primer debate presidencial ese fue el tema central en las redes sociales e incluso en los medios de comunicación. Medios impresos señalaban que durante al menos 10 años nunca pagó impuestos y sólo en otros dos años pagó 750 dólares (un poco más 15 mil pesos) en cada año fiscal mientras que personas de igual o similitud condición económica aportan en impuestos entre cientos de miles de dólares e incluso millones.

Su salud le complica su estrategia ya que en plena campaña comete otro error que en el decálogo de las buenas campañas no puede hacer: enfermarse. El uso de las máscaras clínicas o cubrebocas fue un tema de debates, denotada un cierto desdén a su uso, pasará diez días mientras logre recuperarse en su totalidad y sin riesgo de contagiar a otras personas. Mientras debe recuperarse al cien por ciento él y su esposa. La vulnerabilidad de sus actuaciones como presidente hacen que sea el lado oscuro y su principal debilidad, todo lo que dice y hace le resta votos.

Poca credibilidad ante la opinión pública y malas decisiones para tratar el tema de la pandemia incluyendo su salida de la Organización Mundial de la Salud (OMS) han provocado que la credibilidad de Donald Trump tenga pocas defensas o bien que sus principales fortalezas que comentaremos no sean visibles ante la opinión pública. Lo cierto es que el presidente 45 de los Estados Unidos ha dividido a la población e incluso a los miembros de su propio partido republicano.

Las fortalezas que da residir en la Casa Blanca, un espacio y terreno que ofrece las mejores condiciones de seguridad y hasta este mes de octubre el lugar más confinado y restringido tuvo la desgracia de que entró el virus asesino del COVID – 19. Otra de sus ventajas es el vivir en medio del escándalo, es un empresario que ha tenido los peores momentos de las finanzas empresariales, ha sabido sortear las crisis de comunicación y basta revisar en los buscadores su nombre y encontrar 912 millones de menciones o coincidencias, logra que hablen de él, para bien o para mal.

Las conclusiones son visibles, Sun Tzu en su libro “El arte de la guerra” planteó una serie de hipótesis que al momento de aplicarlas en los casos concretos como una campaña electoral presidencial garantizan el triunfo. Existe un plan claro en la campaña de Donald Trump de dividir a un electorado, sabe que el discurso antimigrante, principalmente contra la comunidad mexicana y latina le genera votos entre la supremacía blanca que lo ven como un líder en tiempos apocalípticos. Las ventajas competitivas de su candidatura son pocas y pesan más sus debilidades. Las encuestas pronostican una derrota de los republicanos, sin embargo, un abstencionismo en tiempos de pandemia, una baja participación en estados claves pudieran dar sorpresas como en el año 2016 cuando asumió un triunfo que pocos esperaban y que hoy el mundo lamenta.



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A menos de un mes de que finalicen las campañas electorales en Estados Unidos y salgan a votar el martes 3 de noviembre los ciudadanos norteamericanos podemos hacer un recuento de daños pero en especial de la enseñanza de las campañas electorales en tiempos de pandemia. Una de ellas es que estas campañas son más digitales y virtuales cuya característica es de poca o nula propuesta, al menos así la percibo al igual que miles de ciudadanos del mundo.

Las debilidades del presidente Donald Trump, son varias, una de ellas va acompañada de su edad, con 74 años tiene una figura patriarcal, de extrema derecha, con discurso racista, acusado mediáticamente de maltrato a su esposa o bien de un hombre violento y cerrado al diálogo. Contrario a lo que se piensa, su éxito no es como lo pintan, es un escándalo del mundo de las finanzas, cuyo peor negocio que se puede hacer con él es precisamente hacer negocios.

El precio del racismo, de acuerdo a la publicación de Eduardo Porter, es otro de los errores del presidente Donald ya que ha dividido a la sociedad, a los sindicatos, bajado los indicadores de desarrollo social de la otra gran nación americana. Con un discurso xenofóbico, que igual ataca a las comunidades migrantes, no condena actos de violencia contra la comunidad de color o igual ataca a los chinos culpándolos de la actual pandemia mundial. Hay un discurso de odio como base de su campaña, es parte de su estrategia para atraer votantes y lograr una reelección que parece se le va de las manos.

Empresario fracasado y evasor de impuestos en donde los campesinos o trabajadores del campo, así como empleadas domésticas y/o el ciudadano común pagan más impuestos que Donald. Previo al primer debate presidencial ese fue el tema central en las redes sociales e incluso en los medios de comunicación. Medios impresos señalaban que durante al menos 10 años nunca pagó impuestos y sólo en otros dos años pagó 750 dólares (un poco más 15 mil pesos) en cada año fiscal mientras que personas de igual o similitud condición económica aportan en impuestos entre cientos de miles de dólares e incluso millones.

Su salud le complica su estrategia ya que en plena campaña comete otro error que en el decálogo de las buenas campañas no puede hacer: enfermarse. El uso de las máscaras clínicas o cubrebocas fue un tema de debates, denotada un cierto desdén a su uso, pasará diez días mientras logre recuperarse en su totalidad y sin riesgo de contagiar a otras personas. Mientras debe recuperarse al cien por ciento él y su esposa. La vulnerabilidad de sus actuaciones como presidente hacen que sea el lado oscuro y su principal debilidad, todo lo que dice y hace le resta votos.

Poca credibilidad ante la opinión pública y malas decisiones para tratar el tema de la pandemia incluyendo su salida de la Organización Mundial de la Salud (OMS) han provocado que la credibilidad de Donald Trump tenga pocas defensas o bien que sus principales fortalezas que comentaremos no sean visibles ante la opinión pública. Lo cierto es que el presidente 45 de los Estados Unidos ha dividido a la población e incluso a los miembros de su propio partido republicano.

Las fortalezas que da residir en la Casa Blanca, un espacio y terreno que ofrece las mejores condiciones de seguridad y hasta este mes de octubre el lugar más confinado y restringido tuvo la desgracia de que entró el virus asesino del COVID – 19. Otra de sus ventajas es el vivir en medio del escándalo, es un empresario que ha tenido los peores momentos de las finanzas empresariales, ha sabido sortear las crisis de comunicación y basta revisar en los buscadores su nombre y encontrar 912 millones de menciones o coincidencias, logra que hablen de él, para bien o para mal.

Las conclusiones son visibles, Sun Tzu en su libro “El arte de la guerra” planteó una serie de hipótesis que al momento de aplicarlas en los casos concretos como una campaña electoral presidencial garantizan el triunfo. Existe un plan claro en la campaña de Donald Trump de dividir a un electorado, sabe que el discurso antimigrante, principalmente contra la comunidad mexicana y latina le genera votos entre la supremacía blanca que lo ven como un líder en tiempos apocalípticos. Las ventajas competitivas de su candidatura son pocas y pesan más sus debilidades. Las encuestas pronostican una derrota de los republicanos, sin embargo, un abstencionismo en tiempos de pandemia, una baja participación en estados claves pudieran dar sorpresas como en el año 2016 cuando asumió un triunfo que pocos esperaban y que hoy el mundo lamenta.



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