/ sábado 21 de mayo de 2022

El culto a la riqueza

“Recordemos que tenemos que cuidar todo aquello que no compramos con dinero”

Con toda seguridad muchos tenemos una “fe ciega” en todos esos papeles con números y sellos oficiales, que nos brindan seguridad y una aparente felicidad; y me refiero a los billetes que utilizamos para pagar un servicio o adquirir un bien.

Por supuesto que los hemos usado, pero curiosamente todas nuestras tensiones y perturbaciones están relacionadas con estos “papeles”, vinculados a nuestra dimensión laboral y/o financiera.

Bajo esta premisa, casi todos los seres humanos, tenemos algún problema con aquello que se llama dinero, que nos sirve para gastos esenciales del día de hoy, o para cubrir compromisos y deudas contraídas a cierto plazo de tiempo, los ejemplos son muy diversos; como una hipoteca, tal vez la nómina del negocio, el pago de impuestos, el pago de un auto, la colegiatura de los hijos, o el seguro de vida y muchos otros más.

Compromisos que prácticamente en algún momento nos quitan el sueño. Es evidente que el dinero no da la felicidad, pero es necesario recordar que nuestra vida se ha construido sobre un sistema monetario, ya que sin dinero no podemos permitirnos el lujo de sobrevivir.

Curiosamente, se tiene la creencia que el dinero corrompe; pero de forma contradictoria, siempre se tiene el anhelo de poseer dinero.

Por otro lado, para muchos es incómodo hablar sobre este tema, debido a la gran diversidad de opiniones.

Pero aquí cabe mencionar que el valor del dinero radica, en que es importante para algunas cosas y lo cierto es que “mueve y despierta” más que cualquier otra cosa, pero según los especialistas es necesario aprender a manejar el dinero, ya que corremos el riesgo de terminar controlados por él; haciendo referencia a que nos hemos convertido en consumidores de todo, y que al mismo tiempo “consumir” nos da felicidad ya que nuestro estilo de vida gira precisamente en torno al consumo.

Sin temor a equivocarse, la posesión de ciertos bienes materiales, siguen siendo considerados como un signo de estatus dentro de un determinado grupo social, así que muchos seguimos creyendo que nuestra identidad se define en función de la calidad y la cantidad de nuestras posesiones; aunque tal parece que nunca tenemos suficiente y siempre deseamos más y más.

Albert Einstein, mencionaba que “el dinero no lleva más que al egoísmo y conduce irremediablemente al abuso”

Irónicamente, tener en exceso y querer más se ha convertido en una enfermedad contemporánea, como muestran los grandes escándalos de corrupción de muchos gobiernos y no solo en nuestro país, sino de muchos otros países.

Probablemente en este momento, muchos tienen en mente un proyecto, con una fe ciega en estos papeles con números y sellos oficiales, que van a proporcionarnos la felicidad, la seguridad y el valor que no encontramos en nuestro interior.

Tanto es así, que la mayoría de las decisiones que tomamos están orientadas a maximizar ingresos y a minimizar gastos, poniendo de manifiesto el aspecto cultural de la actual sociedad de consumo.

Es necesario recordar que el dinero es un medio de intercambio neutro. Curiosamente, cuanto más aumentan nuestros ingresos, más lo hacen nuestros gastos.

Además, está comprobado que cuando nuestro poder adquisitivo se incrementa significativamente, enseguida nos acostumbramos a nuestra nueva posición social y económica.

El resultado es que, en poco tiempo, comenzamos a desear más de lo que tenemos.

Porque más allá de cubrir nuestras necesidades, a lo largo de las últimas décadas, nos hemos convencido de que debemos tener deseos y aspiraciones materiales de cuya satisfacción dependa nuestra felicidad.

Podríamos concluir, que como sociedad no estamos aprendiendo nada, de lo que esta crisis de covid-19 ha venido a enseñarnos.

De ahí que sigamos mirando hacia otro lado y no nos referimos a la guerra, a la pobreza o al hambre que padecen millones de seres humanos en todo el planeta. Ni a la voracidad con la que estamos consumiendo los recursos naturales del planeta. Tampoco estamos hablando del abuso y de la dependencia de los combustibles fósiles, que tanto contaminan. Ni siquiera del calentamiento global; ya que estos tan solo son algunos síntomas que ponen de manifiesto el verdadero conflicto de fondo; aquello que buscamos llamado felicidad a través del dinero.

Porque sin duda vivimos en una sociedad, donde cada vez, vemos más seres humanos enfermos, a costa de una supuesta economía sana.

“Recordemos que tenemos que cuidar todo aquello que no compramos con dinero”

Con toda seguridad muchos tenemos una “fe ciega” en todos esos papeles con números y sellos oficiales, que nos brindan seguridad y una aparente felicidad; y me refiero a los billetes que utilizamos para pagar un servicio o adquirir un bien.

Por supuesto que los hemos usado, pero curiosamente todas nuestras tensiones y perturbaciones están relacionadas con estos “papeles”, vinculados a nuestra dimensión laboral y/o financiera.

Bajo esta premisa, casi todos los seres humanos, tenemos algún problema con aquello que se llama dinero, que nos sirve para gastos esenciales del día de hoy, o para cubrir compromisos y deudas contraídas a cierto plazo de tiempo, los ejemplos son muy diversos; como una hipoteca, tal vez la nómina del negocio, el pago de impuestos, el pago de un auto, la colegiatura de los hijos, o el seguro de vida y muchos otros más.

Compromisos que prácticamente en algún momento nos quitan el sueño. Es evidente que el dinero no da la felicidad, pero es necesario recordar que nuestra vida se ha construido sobre un sistema monetario, ya que sin dinero no podemos permitirnos el lujo de sobrevivir.

Curiosamente, se tiene la creencia que el dinero corrompe; pero de forma contradictoria, siempre se tiene el anhelo de poseer dinero.

Por otro lado, para muchos es incómodo hablar sobre este tema, debido a la gran diversidad de opiniones.

Pero aquí cabe mencionar que el valor del dinero radica, en que es importante para algunas cosas y lo cierto es que “mueve y despierta” más que cualquier otra cosa, pero según los especialistas es necesario aprender a manejar el dinero, ya que corremos el riesgo de terminar controlados por él; haciendo referencia a que nos hemos convertido en consumidores de todo, y que al mismo tiempo “consumir” nos da felicidad ya que nuestro estilo de vida gira precisamente en torno al consumo.

Sin temor a equivocarse, la posesión de ciertos bienes materiales, siguen siendo considerados como un signo de estatus dentro de un determinado grupo social, así que muchos seguimos creyendo que nuestra identidad se define en función de la calidad y la cantidad de nuestras posesiones; aunque tal parece que nunca tenemos suficiente y siempre deseamos más y más.

Albert Einstein, mencionaba que “el dinero no lleva más que al egoísmo y conduce irremediablemente al abuso”

Irónicamente, tener en exceso y querer más se ha convertido en una enfermedad contemporánea, como muestran los grandes escándalos de corrupción de muchos gobiernos y no solo en nuestro país, sino de muchos otros países.

Probablemente en este momento, muchos tienen en mente un proyecto, con una fe ciega en estos papeles con números y sellos oficiales, que van a proporcionarnos la felicidad, la seguridad y el valor que no encontramos en nuestro interior.

Tanto es así, que la mayoría de las decisiones que tomamos están orientadas a maximizar ingresos y a minimizar gastos, poniendo de manifiesto el aspecto cultural de la actual sociedad de consumo.

Es necesario recordar que el dinero es un medio de intercambio neutro. Curiosamente, cuanto más aumentan nuestros ingresos, más lo hacen nuestros gastos.

Además, está comprobado que cuando nuestro poder adquisitivo se incrementa significativamente, enseguida nos acostumbramos a nuestra nueva posición social y económica.

El resultado es que, en poco tiempo, comenzamos a desear más de lo que tenemos.

Porque más allá de cubrir nuestras necesidades, a lo largo de las últimas décadas, nos hemos convencido de que debemos tener deseos y aspiraciones materiales de cuya satisfacción dependa nuestra felicidad.

Podríamos concluir, que como sociedad no estamos aprendiendo nada, de lo que esta crisis de covid-19 ha venido a enseñarnos.

De ahí que sigamos mirando hacia otro lado y no nos referimos a la guerra, a la pobreza o al hambre que padecen millones de seres humanos en todo el planeta. Ni a la voracidad con la que estamos consumiendo los recursos naturales del planeta. Tampoco estamos hablando del abuso y de la dependencia de los combustibles fósiles, que tanto contaminan. Ni siquiera del calentamiento global; ya que estos tan solo son algunos síntomas que ponen de manifiesto el verdadero conflicto de fondo; aquello que buscamos llamado felicidad a través del dinero.

Porque sin duda vivimos en una sociedad, donde cada vez, vemos más seres humanos enfermos, a costa de una supuesta economía sana.