/ miércoles 10 de febrero de 2021

El Espectador | El SAT bajó la cortina

El Servicio de Administración Tributaria, que encabeza Raquel Buenrostro, es tema de conversación constante entre empresarios de todo el país, pero no solamente por la presunta persecución y auditorías que tienen encima desde hace meses sus contadores, sino por un asunto que sienten que los asfixia. El SAT, que fundó el discreto Ernesto Zedillo en 1995, no permite obtener un nuevo RFC, el Registro Federal de Contribuyentes que es necesario para realizar cualquier actividad económica lícita, que pague impuestos.

Miembros de organismos empresariales como la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), que encabeza José Medina Mora, y la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), de José Enoch Castellanos Férez, no entienden por qué el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, con el pretexto de la pandemia, no deja obtener un registro ante el SAT a través de la plataforma digital o en persona.

Desde hace meses empresarios de la Ciudad de México, de Monterrey, de Guadalajara, Zacatecas, Sonora y otras regiones del país han tratado de registrar empresas ante el SAT y sus esfuerzos se han quedado en eso, en esfuerzos sin resultados. No importa que lo intenten a por la mañana, a medianoche, por la tarde, en fin de semana. El sitio del SAT no funciona, está peor que el del registro de las vacunas y, aunque no es cuestión de vida o muerte para muchos, un registro de este tipo representa comida y medicinas para familias que lo necesitan.

Los enviados de Raquel Buenrostro dirán que todo funciona de maravilla y probablemente nos manden una carta en la que nos aclaren que todo es por el bien de México y estamos equivocados, pero a nivel tierra, entre la base de la pirámide y la cúpula empresarial, se habla de que desde hace muchos meses el registro de nuevas empresas o el intento para obtener un nuevo Registro Federal de Contribuyentes resulta imposible. Una opción es la informalidad, pero los empresarios serios y los emprendedores con grandes sueños prefieren marchar por la derecha.

Hasta ahora, no se sabe por qué razón Raquel Buenrostro decidió cancelar toda posibilidad de registro a las nuevas empresas y empresarios. Seguiremos insistiendo en su oficina, para preguntarle directamente sobre este asunto, además de otros temas que preocupan a los empresarios grandes y pequeños, contribuyentes grandes y cautivos. Por lo pronto, nos recuerdan algunos de los viejos empresarios que así no se reconstruye una economía en tiempos de crisis.

Y algunos cautivos, como el que esto redacta, nos preguntamos por qué cierran la cortina para los que quieren generar empleo y pagar más impuestos, por qué privilegian la informalidad en la Cuatroté, y por qué los que pagamos impuestos cada día encontramos más multas y amenazas que nos hacen pensar en que incluso nosotros, muy seguramente sótano de la pirámide, somos los más castigados por el sistema impositivo. Ahora hasta una opinión favorable del SAT necesitamos para no ser vistos como lacras, además de Godinez o jodidos asalariados.

El Servicio de Administración Tributaria, que encabeza Raquel Buenrostro, es tema de conversación constante entre empresarios de todo el país, pero no solamente por la presunta persecución y auditorías que tienen encima desde hace meses sus contadores, sino por un asunto que sienten que los asfixia. El SAT, que fundó el discreto Ernesto Zedillo en 1995, no permite obtener un nuevo RFC, el Registro Federal de Contribuyentes que es necesario para realizar cualquier actividad económica lícita, que pague impuestos.

Miembros de organismos empresariales como la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), que encabeza José Medina Mora, y la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), de José Enoch Castellanos Férez, no entienden por qué el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, con el pretexto de la pandemia, no deja obtener un registro ante el SAT a través de la plataforma digital o en persona.

Desde hace meses empresarios de la Ciudad de México, de Monterrey, de Guadalajara, Zacatecas, Sonora y otras regiones del país han tratado de registrar empresas ante el SAT y sus esfuerzos se han quedado en eso, en esfuerzos sin resultados. No importa que lo intenten a por la mañana, a medianoche, por la tarde, en fin de semana. El sitio del SAT no funciona, está peor que el del registro de las vacunas y, aunque no es cuestión de vida o muerte para muchos, un registro de este tipo representa comida y medicinas para familias que lo necesitan.

Los enviados de Raquel Buenrostro dirán que todo funciona de maravilla y probablemente nos manden una carta en la que nos aclaren que todo es por el bien de México y estamos equivocados, pero a nivel tierra, entre la base de la pirámide y la cúpula empresarial, se habla de que desde hace muchos meses el registro de nuevas empresas o el intento para obtener un nuevo Registro Federal de Contribuyentes resulta imposible. Una opción es la informalidad, pero los empresarios serios y los emprendedores con grandes sueños prefieren marchar por la derecha.

Hasta ahora, no se sabe por qué razón Raquel Buenrostro decidió cancelar toda posibilidad de registro a las nuevas empresas y empresarios. Seguiremos insistiendo en su oficina, para preguntarle directamente sobre este asunto, además de otros temas que preocupan a los empresarios grandes y pequeños, contribuyentes grandes y cautivos. Por lo pronto, nos recuerdan algunos de los viejos empresarios que así no se reconstruye una economía en tiempos de crisis.

Y algunos cautivos, como el que esto redacta, nos preguntamos por qué cierran la cortina para los que quieren generar empleo y pagar más impuestos, por qué privilegian la informalidad en la Cuatroté, y por qué los que pagamos impuestos cada día encontramos más multas y amenazas que nos hacen pensar en que incluso nosotros, muy seguramente sótano de la pirámide, somos los más castigados por el sistema impositivo. Ahora hasta una opinión favorable del SAT necesitamos para no ser vistos como lacras, además de Godinez o jodidos asalariados.