Dos ex consejeros presidentes del IFE; José Woldenberg y Luis Carlos
Ugalde, han dejado en claro que en los 30 años de existencia del IFE y del INE,
ningún Presidente de la Republica había realizado una embestida política, como
la actual.
Desde su estrado de confort inquisidor, el Presidente ha dado muestras de no
estar de acuerdo en lo general con las decisiones del Consejo General del INE y en lo
particular del Consejero Presidente Lorenzo Córdova Vianello, aun habiendo sido esta
institución y sus integrantes, quienes condujeron y validaron el proceso electoral
federal 2018 y declararon el triunfo inobjetable del actual Presidente de la
Republica. Las diatribas son constantes contra Lorenzo Córdova y el consejero
Ciro Murayama.
Entre otros, los temas que han molestado al ejecutivo federal
son: el acuerdo del INE para evitar la sobrerrepresentación que genera la
interpretación de las Coaliciones de Partidos, que en el caso de Morena ha
llegado al extremo del 16.2 %, en la Cámara de Diputados.
Otra molestia colateral se da en el estado de Guerrero donde fue postulado por el
Movimiento Nacional a la candidatura para gobernador, el senador Félix Salgado
Macedonio, quien es acusado de cuando menos 5 presuntos delitos de violencia
sexual, aun así, el partido solo le retiro la precandidatura momentáneamente y a pesar
de que en ese inter se conmemoro el 8M, y las protestas internas y externas no
se hicieron esperar, se realizó una encuesta y anunciaron que el senador volvió a
ganar y le restituyeron la candidatura, no exenta de descalificaciones por tomar
tal decisión, queda claro que tuvieron el beneplácito público del inquilino del
Palacio Nacional.
A lo anterior se agrega otro “motivo, el Consejo General del INE, por mayoría avalo
la decisión de la comisión respectiva, de negar el registro a Raúl Morón candidato para
la gubernatura del estado de Michoacán y la del senador Salgado Macedonio, para el
estado de Guerrero, ambos por haber omitido el informe de los gastos de las
respectivas precampañas, mediante las cuales fueron declarados como
abanderados; se han defendido mediáticamente, y aducen que no se llevaron a cabo
precampañas; la simple pregunta es:
¿Qué hicieron pues para que sus correligionarios y el partido se fijaran en ellos y los condujeran a ser postulados?
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Pero en fin eso le correspondió al Consejo General del INE determinarlo y lo hizo.
Por sus expresiones Morón y Salgado Macedonio recurrirán al Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación, para revertir la negativa del INE de registrarlos.
Esta embestida presidencial es demasiado peligrosa para la democracia. Nuestro
país está en plena consolidación política y si algún actor político, por importante
que sea, lisa y llanamente no está de acuerdo con el arbitro electoral e inicia
desde el poder público, una campaña de descalificación y presión para lograr que
sus integrantes modulen su actuar, en vez de ceñirse al mandato de la
Constitución General de la Republica y de la Ley Electoral, y trata de convertirlos
en un “árbitro a modo” del Presidente del país, no es admisible.
El Presidente envió otro mensaje al INE: Sí es extraño porque antes no lo hacían
y ahora están convertidos en “el supremo poder conservador”. “Ya deciden quién
es candidato y quién no”. “Antes no era así”. “A lo mejor ya cambiaron las leyes
o antes no se aplicaban y ahora sí se aplican”, afirmó.
Nadie está en desacuerdo, que, a México, como a todos los países le son
necesarios los pesos y contrapesos legales, políticos, etc. para apegarnos todos
a la ley, y así lograr una convivencia política armónica, no se diga en tratándose
del acceso al poder público.
Es deseable que a esta embestida se le ponga un freno por el mismo huésped
del Palacio Nacional; y deje que la política-partidista corresponda solo a los
partidos políticos, por su naturaleza misma; y debe de privilegiar el “Acuerdo
Nacional por la Democracia” a la que él mismo convoco a firmarlo: ¡a la Jefe de
Gobierno, a la Gobernadora y al resto de Gobernadores; y por cierto excluyo al
INE!
Frase para reflexionar:
“Quien me insulta siempre, no me ofende jamás”
Víctor Hugo, novelista francés, (1802-1885)