/ lunes 9 de diciembre de 2019

El Juglar de la Red

La soberanía empeñada

México siempre ha sido considerado el “patio trasero” por parte de los Estados Unidos, los gobiernos de ese país por tanto, siempre han tenido un especial interés por meter sus narices en los asuntos que pasan en nuestro territorio porque consideran que en corto o mediano plazo les va a afectar.

En la historia de nuestro país las intervenciones de Estados Unidos, sean ocultas o a públicas, han sido una constante desde el momento mismo que fuimos independientes; ningún gobierno estuvo exento de las presiones norteamericanas para incidir en las decisiones de los gobernantes mexicanos.

Desde la llegada de Joel Roberto Poinsset, el embajador que fraguó todo un plan para que termináramos perdiendo más de la mitad del territorio; la guerra con Texas que también se perdió y los acuerdos firmados por Benito Juárez para facilitar la construcción de vías ferroviarias, hasta el “comes y te vas” de Vicente Fox instigado por Estados Unidos para que no coincidieran George Bush con Fidel Castro en una reunión en Monterrey, los gobiernos de Estados Unidos siempre buscan ejercer un predominio sobre las decisiones soberanas de México.

Si bien, hubo algunos gobernantes mexicanos que se resistieron al yugo de Estados Unidos, lo cierto es que de alguna manera siempre se terminó haciendo lo que más convino al vecino país del norte.

Cuando necesitaron drogas para mantener tranquilos a los soldados adictos que volvían de la guerra, fue México quien facilitó el territorio para el cultivo y trasiego de los enervantes; cuando se debieron reforzar medidas de seguridad para contener los ataques terroristas en su terreno esas medidas se extendieron a su vecino del sur; nos les gustaba nuestro sistema de justicia y entonces obligaron a Felipe Calderón Hinojosa a implementar el nuevo Sistema de Justicia, muy similar al de ellos pero tropicalizado a México –los cual significa que tiene muchas fallas y lagunas--; lo que decimos es que la historia nos indica que para Estados Unidos somos una extensión de su territorio nacional.

Si bien ya las intervenciones militares quedaron en el pasado, las nuevas formas de coaccionar a nuestro gobierno han variado, ahora van desde el chantaje, la amenaza, los cobros de aranceles, el retiro de inversiones y la habilidad diplomática para llevarnos a hacer lo que a ellos les conviene.

El gobierno de la 4T siendo ideológicamente de izquierda y apegado más a las dictaduras socialistas de Centroamérica o Sudamérica, se pensaba sería más renuente a aceptar las presiones de Estados Unidos, a final de cuentas en ese país está la viva imagen de todo lo que se repudia: el neoliberalismo, la libertad de empresa como generadora de riqueza, respeto irrestricto a las libertades y el derecho a disentir y criticar.

Pero resulta que no es así; en la realidad, al igual que en el pasado, este gobierno también empeñó la soberanía para satisfacer demandas del Gobierno de Estados Unidos.

Cuando nos amenazaron con aplicar aranceles a productos mexicanos y fuimos a negociar, terminamos convirtiendo a la Guardia Nacional en una extensión de la Border Patrol –la patrulla fronteriza de Estados Unidos—, ahora nuestra policía nacional opera y contiene las olas de migrantes centroamericanos, les cierra el paso al norte y los mantiene en México como un “país seguro”.

Con lo anterior cumplimos la promesa de Donald Trump, le construimos un muro y lo pagamos los mexicanos. Una gran habilidad para lograr el objetivo que se había propuesto. Pero además, ahora estamos obligados a entregar dinero a los gobiernos exportadores de migrantes, El Salvador y Honduras reciben miles de millones de pesos para que generen condiciones de arraigo en su población y no miren al norte como una forma aspiracional de mejorar sus vida.

Darle asilo político Evo Morales, el dictador depuesto de Bolivia, también fue un motivo de molestia para Estados Unidos y fue entonces que apareció la solicitud de la familia LeBarón para que a los narcotraficantes se les considerara terroristas por parte del gobierno del vecino país del norte.

Luego de varios días, Estados Unidos determinó no clasificar terroristas a los narcos y ese mismo día que lo anunció, Evo Morales abandono México con destino a Cuba aunque todo indica su destino final sería Argentina, es decir lo mandaron al otro extremo del continente.

La intervención de Estados Unidos en los asuntos soberanos de México es una constante, pero a pesar de lo que se pensó sería la nueva relación, la 4T no solamente mantuvo la antigua política de sumisión y acatamiento de las instrucciones norteamericanas, ahora lo hace sin menoscabo de la expresión pública y sin entender aquello de que “entre más te agachas, más te lo ven”; hoy la soberanía de México no solamente es un mito que viene del pasado, también es una ilusión que desaparece al menor manoteo de Estados Unidos.


Rafael Cano Franco es reportero y conductor de noticias, también preside el Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores A.C.

La soberanía empeñada

México siempre ha sido considerado el “patio trasero” por parte de los Estados Unidos, los gobiernos de ese país por tanto, siempre han tenido un especial interés por meter sus narices en los asuntos que pasan en nuestro territorio porque consideran que en corto o mediano plazo les va a afectar.

En la historia de nuestro país las intervenciones de Estados Unidos, sean ocultas o a públicas, han sido una constante desde el momento mismo que fuimos independientes; ningún gobierno estuvo exento de las presiones norteamericanas para incidir en las decisiones de los gobernantes mexicanos.

Desde la llegada de Joel Roberto Poinsset, el embajador que fraguó todo un plan para que termináramos perdiendo más de la mitad del territorio; la guerra con Texas que también se perdió y los acuerdos firmados por Benito Juárez para facilitar la construcción de vías ferroviarias, hasta el “comes y te vas” de Vicente Fox instigado por Estados Unidos para que no coincidieran George Bush con Fidel Castro en una reunión en Monterrey, los gobiernos de Estados Unidos siempre buscan ejercer un predominio sobre las decisiones soberanas de México.

Si bien, hubo algunos gobernantes mexicanos que se resistieron al yugo de Estados Unidos, lo cierto es que de alguna manera siempre se terminó haciendo lo que más convino al vecino país del norte.

Cuando necesitaron drogas para mantener tranquilos a los soldados adictos que volvían de la guerra, fue México quien facilitó el territorio para el cultivo y trasiego de los enervantes; cuando se debieron reforzar medidas de seguridad para contener los ataques terroristas en su terreno esas medidas se extendieron a su vecino del sur; nos les gustaba nuestro sistema de justicia y entonces obligaron a Felipe Calderón Hinojosa a implementar el nuevo Sistema de Justicia, muy similar al de ellos pero tropicalizado a México –los cual significa que tiene muchas fallas y lagunas--; lo que decimos es que la historia nos indica que para Estados Unidos somos una extensión de su territorio nacional.

Si bien ya las intervenciones militares quedaron en el pasado, las nuevas formas de coaccionar a nuestro gobierno han variado, ahora van desde el chantaje, la amenaza, los cobros de aranceles, el retiro de inversiones y la habilidad diplomática para llevarnos a hacer lo que a ellos les conviene.

El gobierno de la 4T siendo ideológicamente de izquierda y apegado más a las dictaduras socialistas de Centroamérica o Sudamérica, se pensaba sería más renuente a aceptar las presiones de Estados Unidos, a final de cuentas en ese país está la viva imagen de todo lo que se repudia: el neoliberalismo, la libertad de empresa como generadora de riqueza, respeto irrestricto a las libertades y el derecho a disentir y criticar.

Pero resulta que no es así; en la realidad, al igual que en el pasado, este gobierno también empeñó la soberanía para satisfacer demandas del Gobierno de Estados Unidos.

Cuando nos amenazaron con aplicar aranceles a productos mexicanos y fuimos a negociar, terminamos convirtiendo a la Guardia Nacional en una extensión de la Border Patrol –la patrulla fronteriza de Estados Unidos—, ahora nuestra policía nacional opera y contiene las olas de migrantes centroamericanos, les cierra el paso al norte y los mantiene en México como un “país seguro”.

Con lo anterior cumplimos la promesa de Donald Trump, le construimos un muro y lo pagamos los mexicanos. Una gran habilidad para lograr el objetivo que se había propuesto. Pero además, ahora estamos obligados a entregar dinero a los gobiernos exportadores de migrantes, El Salvador y Honduras reciben miles de millones de pesos para que generen condiciones de arraigo en su población y no miren al norte como una forma aspiracional de mejorar sus vida.

Darle asilo político Evo Morales, el dictador depuesto de Bolivia, también fue un motivo de molestia para Estados Unidos y fue entonces que apareció la solicitud de la familia LeBarón para que a los narcotraficantes se les considerara terroristas por parte del gobierno del vecino país del norte.

Luego de varios días, Estados Unidos determinó no clasificar terroristas a los narcos y ese mismo día que lo anunció, Evo Morales abandono México con destino a Cuba aunque todo indica su destino final sería Argentina, es decir lo mandaron al otro extremo del continente.

La intervención de Estados Unidos en los asuntos soberanos de México es una constante, pero a pesar de lo que se pensó sería la nueva relación, la 4T no solamente mantuvo la antigua política de sumisión y acatamiento de las instrucciones norteamericanas, ahora lo hace sin menoscabo de la expresión pública y sin entender aquello de que “entre más te agachas, más te lo ven”; hoy la soberanía de México no solamente es un mito que viene del pasado, también es una ilusión que desaparece al menor manoteo de Estados Unidos.


Rafael Cano Franco es reportero y conductor de noticias, también preside el Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores A.C.

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