/ miércoles 4 de marzo de 2020

El Juglar de la Red

¿Qué tan difícil puede ser sacar petróleo?

La empresa paraestatal más significativa de México, PEMEX, la que extrae y administra nuestra riqueza energética más importante está en problemas, no solamente porque perdió 658 mil 130 millones de pesos el 2019 –un incremento del 92 por ciento de pérdidas con respecto al 2018--, sino porque ahora resulta que sus pasivos superan sus activos; eso indica que vendiendo todo lo que tiene no le alcanza para pagar lo que debe.

Lo anterior no tiene como antecedente una crisis mundial en el precio del petróleo, tampoco obedece a condiciones mundiales del mercado; es el reflejo de las malas decisiones que se tomaron al suspender acciones estratégicas que le daban solvencia y por retomar un sendero abandonado con la reforma energética.

Con la reforma energética, PEMEX abría a empresas internacional la exploración y explotación petrolera en México conservando la soberanía sobre la riqueza del crudo; nos ahorrábamos los costos de investigar dónde hay petróleo y también lo costoso que resulta extraerlo.

Desde hacía rato habíamos dejado el mal negocio de las refinarías y traíamos gasolina de Estados Unidos, resultaba más barata importarla que producirla; pero además, al quitar el monopolio de la venta y distribución de las gasolinas, el mercado de Pemex se “achicó” con la llegada de empresas internacionales que ofrecen un mejor producto y si no es más barata eso se debe a que el gobierno federal continuó con la política fiscal de “gravar” con IEPS (los Impuestos Especiales a Productos y Servicios) la gasolina.

A la par, el gobierno federal determinó regresar a un camino que no tiene destino: construir la refinería de “Dos Bocas” con un costo millonario, pero que además todos los expertos señalan no será posible concluir con el presupuesto asignado y en el tiempo establecido.

Mientras que el mundo voltea hacia las energías más limpias y renovables; mientras que las empresas automotrices dan pasos para abandonar el uso de combustibles fósiles, el presidente López Obrador desoye las voces calificadas en el tema y se empecina por seguir con su proyecto de producir gasolina y con ello evitar la importación.

El robo de combustible, “huachicoleo”, fue una de las primeras batallas que enfrentó el gobierno federal de López Obrador y fracasó totalmente: el robo no se detuvo, no hay detenidos por ese delito, se compraron pipas que nunca entraron en operación y lo más trágico es que esto costó vidas humanas por la explosión en Tlahuelilpan, Hidalgo con más de 120 personas que perdieron la vida; pero esto tampoco es la causa de la crisis financiera de Pemex.

Una tercera parte del daño patrimonial, el 32 por ciento, de Pemex se generaron el 2019 eso es responsabilidad absoluta del gobierno federal, sin desestimar las condiciones heredadas; si consideramos que la empresa tiene activos por 1.9 billones de pesos y un pasivo de 3.9 billones, nos encontramos que el patrimonio es de 2 billones de pesos pero está en números rojos y por tanto está en quiebra.

Lo anterior infiere que al ritmo actual en menos de tres años esa Paraestatal va a generar altos costos al gobierno federal y la única forma de ayudarla será aumentando las aportaciones gubernamentales a un barril del que se deben sacar recursos y no inyectarle.

A todo lo anterior se suman las pérdidas del año pasado que en dólares suman 34 mil 176 millones; eso representa el 2.72 por ciento del PIB del 2019.

Solamente como referencia, con ese dinero que se perdió se podría haber construidos 2.3 aeropuertos como el que se suspendió en la Ciudad de México; 4.3 refinerías como la de “Dos Bocas”; 342 hospitales en Chiapas con 180 camas cada uno; 427 kilómetros del metro en la Ciudad de México –la red actual tiene 226 kilómetros); 180 puentes “Baluarte” como el de la carretera Durango-Sinaloa.

Lo más importante, ese dinero pudo servir para comprar medicamentos para los niños enfermos de cáncer, para dotar del personal médico faltante al IMSS, Issste y salvar los servicios estatales de salud de todo el país.

El fracaso de la política pública referente a Pemex tiene como fundamento la falsa idea de que el petróleo sigue siendo nuestra principal fuente de riqueza y miles de miles de millones se le asignan para seguir con esa panacea cuando la realidad indica que debemos voltear a lo que el mundo quiere y eso es precisamente menos petróleo.

El impacto de este fracaso en la administración de Pemex lo resentirán los estados, los cuales reciben una parte de la “riqueza petrolera”; se va a reflejar en las capacidades financieras del gobierno federal y en los subsidios con los cuales fondea sus programas sociales. Será un impacto que resentiremos todos los mexicanos.


Rafael Cano Franco es periodista con 30 años de ejercicio profesional y preside el Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores A.C.

¿Qué tan difícil puede ser sacar petróleo?

La empresa paraestatal más significativa de México, PEMEX, la que extrae y administra nuestra riqueza energética más importante está en problemas, no solamente porque perdió 658 mil 130 millones de pesos el 2019 –un incremento del 92 por ciento de pérdidas con respecto al 2018--, sino porque ahora resulta que sus pasivos superan sus activos; eso indica que vendiendo todo lo que tiene no le alcanza para pagar lo que debe.

Lo anterior no tiene como antecedente una crisis mundial en el precio del petróleo, tampoco obedece a condiciones mundiales del mercado; es el reflejo de las malas decisiones que se tomaron al suspender acciones estratégicas que le daban solvencia y por retomar un sendero abandonado con la reforma energética.

Con la reforma energética, PEMEX abría a empresas internacional la exploración y explotación petrolera en México conservando la soberanía sobre la riqueza del crudo; nos ahorrábamos los costos de investigar dónde hay petróleo y también lo costoso que resulta extraerlo.

Desde hacía rato habíamos dejado el mal negocio de las refinarías y traíamos gasolina de Estados Unidos, resultaba más barata importarla que producirla; pero además, al quitar el monopolio de la venta y distribución de las gasolinas, el mercado de Pemex se “achicó” con la llegada de empresas internacionales que ofrecen un mejor producto y si no es más barata eso se debe a que el gobierno federal continuó con la política fiscal de “gravar” con IEPS (los Impuestos Especiales a Productos y Servicios) la gasolina.

A la par, el gobierno federal determinó regresar a un camino que no tiene destino: construir la refinería de “Dos Bocas” con un costo millonario, pero que además todos los expertos señalan no será posible concluir con el presupuesto asignado y en el tiempo establecido.

Mientras que el mundo voltea hacia las energías más limpias y renovables; mientras que las empresas automotrices dan pasos para abandonar el uso de combustibles fósiles, el presidente López Obrador desoye las voces calificadas en el tema y se empecina por seguir con su proyecto de producir gasolina y con ello evitar la importación.

El robo de combustible, “huachicoleo”, fue una de las primeras batallas que enfrentó el gobierno federal de López Obrador y fracasó totalmente: el robo no se detuvo, no hay detenidos por ese delito, se compraron pipas que nunca entraron en operación y lo más trágico es que esto costó vidas humanas por la explosión en Tlahuelilpan, Hidalgo con más de 120 personas que perdieron la vida; pero esto tampoco es la causa de la crisis financiera de Pemex.

Una tercera parte del daño patrimonial, el 32 por ciento, de Pemex se generaron el 2019 eso es responsabilidad absoluta del gobierno federal, sin desestimar las condiciones heredadas; si consideramos que la empresa tiene activos por 1.9 billones de pesos y un pasivo de 3.9 billones, nos encontramos que el patrimonio es de 2 billones de pesos pero está en números rojos y por tanto está en quiebra.

Lo anterior infiere que al ritmo actual en menos de tres años esa Paraestatal va a generar altos costos al gobierno federal y la única forma de ayudarla será aumentando las aportaciones gubernamentales a un barril del que se deben sacar recursos y no inyectarle.

A todo lo anterior se suman las pérdidas del año pasado que en dólares suman 34 mil 176 millones; eso representa el 2.72 por ciento del PIB del 2019.

Solamente como referencia, con ese dinero que se perdió se podría haber construidos 2.3 aeropuertos como el que se suspendió en la Ciudad de México; 4.3 refinerías como la de “Dos Bocas”; 342 hospitales en Chiapas con 180 camas cada uno; 427 kilómetros del metro en la Ciudad de México –la red actual tiene 226 kilómetros); 180 puentes “Baluarte” como el de la carretera Durango-Sinaloa.

Lo más importante, ese dinero pudo servir para comprar medicamentos para los niños enfermos de cáncer, para dotar del personal médico faltante al IMSS, Issste y salvar los servicios estatales de salud de todo el país.

El fracaso de la política pública referente a Pemex tiene como fundamento la falsa idea de que el petróleo sigue siendo nuestra principal fuente de riqueza y miles de miles de millones se le asignan para seguir con esa panacea cuando la realidad indica que debemos voltear a lo que el mundo quiere y eso es precisamente menos petróleo.

El impacto de este fracaso en la administración de Pemex lo resentirán los estados, los cuales reciben una parte de la “riqueza petrolera”; se va a reflejar en las capacidades financieras del gobierno federal y en los subsidios con los cuales fondea sus programas sociales. Será un impacto que resentiremos todos los mexicanos.


Rafael Cano Franco es periodista con 30 años de ejercicio profesional y preside el Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores A.C.

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