/ miércoles 28 de octubre de 2020

El Juglar de la Red

Pocos resultados para tan alta aspiración

Aunque ya estaba cantada la renuncia de Alfonso Durazo Montaño a la Secretaría de Seguridad Pública y Pacificación Ciudadana, no dejaba el cargo hasta cumplir con pasar la última aduana que era su comparecencia frente al Senado de la República, pero optó por sacarle la vuelta y desde el martes 26 de octubre oficializó su renuncia.

El sonorense Durazo Montaño prefirió no enfrentar los reclamos que le iba a hacer el bloque opositor de senadores. De por sí ya había sido vapuleado en medios y espacios de opinión nacionales, donde le señalaron que su gestión fue marcada por el fracaso, como para tener que enfrentar una nueva andanada de reclamos del legislativo por lo que no se hizo.

Sin embargo, a pesar de los señalamientos en su contra, Alfonso Durazo no tuvo empacho para señalar que en los 22 meses que estuvo al frente de la seguridad pública en México “se acabó todo el dominio del narco en zonas del país”.

Tal aseveración no solamente es falsa, también una burla: es un acto de cinismo dado que no hay un indicador oficial que avale las palabras del doctor Durazo.

No se trata de pedir lo imposible, pero si de ver resultados que permitan proyectar hay una mejoría; pero ni eso.

En 22 meses Alfonso Durazo ni cualquier otro funcionario podría haber cumplido la promesa de López Obrador de que el país se pacificaría a partir del 1 de diciembre del 2018; eso era una quimera, una utopía sin sustento.

Pero más allá de sueños y buenos deseos, lo que sí se esperaba era una acción de gobierno contundente que redujera los índices delincuenciales, que los indicadores oficiales mostraran un descenso, que se pudiera sentir que estábamos mejorando.

Sucedió todo lo contrario.

Las regiones donde había violencia, se volvieron más violentas; donde existía una relativa tranquilidad y paz, aparecieron grupos criminales especialistas en extorsión, “cobro de piso”, intentos por controlar rutas de narcotráfico y peleas por el territorio.

La inseguridad es más patente en el norte del país, pero se extiende desde los estados de “El Bajío” hasta el occidente de México; entidades como Guanajuato y Jalisco no ven la paz que presume el Secretario Durazo Montaño; Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Durango, Coahuila, Tamaulipas y Baja California son entidades donde cárteles de la drogas pelean el control de rutas y se enfrentan violentamente en zonas urbanas y rurales.

El problema de Alfonso Durazo es que nunca tomó en serio su papel de Secretario de Seguridad porque siempre pensó en ser el candidato de Morena al gobierno de Sonora.

Su desinterés por el tema lo llevaron a soltar el control de la Guardia Nacional que terminó en manos de los militares y es el general Secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval quien la opera a través del Comandante Luis Rodríguez Bucio: el Ejército también controla los Centros Federales de Readaptación Social.

En las luchas internas que se presentan al interior de todos los gobiernos, Durazo Montaño no tuvo ni la fuerza ni el liderazgo para enfrentarse al Ejército o a su eterno rival, Marcelo Ebrard, quien finalmente se quedó con la Protección Civil.

Esa indolencia para atender una responsabilidad tan alta, marcó el fracaso y determinó el incremento en la inseguridad pública; ante eso ¿comparecer ante el Senado para qué? Era un suicidio político, una nueva paliza por no cumplir con la tarea, otra oportunidad para exhibir los fracasos, un nuevo momento de que la candidatura fuera abollada ante lo señalamientos de que su gestión fue un fracaso.

A pesar de sus 30 años de desarraigo en Sonora, Alfonso Durazo va a su tierra nativa para tratar de gobernarla; carga a sus espaldas la pesada lápida de un enorme fracaso en seguridad pública, pero eso no lo detiene; va convencido de que el enorme manto con el que el presidente López Obrador arropa a sus leales, también lo cubrirá a él y con ello tiene la bendición para intentar ser el gobernador de Sonora.

No importan los pobres resultados, no es inconveniente el incumplimiento y la incapacidad mostrada; lo que ahora importa es generar votos que le permitan lograr su único propósito y con ello entregar a la 4T el gobierno de Sonora.

Pocos resultados para tan alta aspiración

Aunque ya estaba cantada la renuncia de Alfonso Durazo Montaño a la Secretaría de Seguridad Pública y Pacificación Ciudadana, no dejaba el cargo hasta cumplir con pasar la última aduana que era su comparecencia frente al Senado de la República, pero optó por sacarle la vuelta y desde el martes 26 de octubre oficializó su renuncia.

El sonorense Durazo Montaño prefirió no enfrentar los reclamos que le iba a hacer el bloque opositor de senadores. De por sí ya había sido vapuleado en medios y espacios de opinión nacionales, donde le señalaron que su gestión fue marcada por el fracaso, como para tener que enfrentar una nueva andanada de reclamos del legislativo por lo que no se hizo.

Sin embargo, a pesar de los señalamientos en su contra, Alfonso Durazo no tuvo empacho para señalar que en los 22 meses que estuvo al frente de la seguridad pública en México “se acabó todo el dominio del narco en zonas del país”.

Tal aseveración no solamente es falsa, también una burla: es un acto de cinismo dado que no hay un indicador oficial que avale las palabras del doctor Durazo.

No se trata de pedir lo imposible, pero si de ver resultados que permitan proyectar hay una mejoría; pero ni eso.

En 22 meses Alfonso Durazo ni cualquier otro funcionario podría haber cumplido la promesa de López Obrador de que el país se pacificaría a partir del 1 de diciembre del 2018; eso era una quimera, una utopía sin sustento.

Pero más allá de sueños y buenos deseos, lo que sí se esperaba era una acción de gobierno contundente que redujera los índices delincuenciales, que los indicadores oficiales mostraran un descenso, que se pudiera sentir que estábamos mejorando.

Sucedió todo lo contrario.

Las regiones donde había violencia, se volvieron más violentas; donde existía una relativa tranquilidad y paz, aparecieron grupos criminales especialistas en extorsión, “cobro de piso”, intentos por controlar rutas de narcotráfico y peleas por el territorio.

La inseguridad es más patente en el norte del país, pero se extiende desde los estados de “El Bajío” hasta el occidente de México; entidades como Guanajuato y Jalisco no ven la paz que presume el Secretario Durazo Montaño; Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Durango, Coahuila, Tamaulipas y Baja California son entidades donde cárteles de la drogas pelean el control de rutas y se enfrentan violentamente en zonas urbanas y rurales.

El problema de Alfonso Durazo es que nunca tomó en serio su papel de Secretario de Seguridad porque siempre pensó en ser el candidato de Morena al gobierno de Sonora.

Su desinterés por el tema lo llevaron a soltar el control de la Guardia Nacional que terminó en manos de los militares y es el general Secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval quien la opera a través del Comandante Luis Rodríguez Bucio: el Ejército también controla los Centros Federales de Readaptación Social.

En las luchas internas que se presentan al interior de todos los gobiernos, Durazo Montaño no tuvo ni la fuerza ni el liderazgo para enfrentarse al Ejército o a su eterno rival, Marcelo Ebrard, quien finalmente se quedó con la Protección Civil.

Esa indolencia para atender una responsabilidad tan alta, marcó el fracaso y determinó el incremento en la inseguridad pública; ante eso ¿comparecer ante el Senado para qué? Era un suicidio político, una nueva paliza por no cumplir con la tarea, otra oportunidad para exhibir los fracasos, un nuevo momento de que la candidatura fuera abollada ante lo señalamientos de que su gestión fue un fracaso.

A pesar de sus 30 años de desarraigo en Sonora, Alfonso Durazo va a su tierra nativa para tratar de gobernarla; carga a sus espaldas la pesada lápida de un enorme fracaso en seguridad pública, pero eso no lo detiene; va convencido de que el enorme manto con el que el presidente López Obrador arropa a sus leales, también lo cubrirá a él y con ello tiene la bendición para intentar ser el gobernador de Sonora.

No importan los pobres resultados, no es inconveniente el incumplimiento y la incapacidad mostrada; lo que ahora importa es generar votos que le permitan lograr su único propósito y con ello entregar a la 4T el gobierno de Sonora.

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