/ sábado 30 de septiembre de 2023

El papel del papel

“El papel en blanco, no es tan sólo un papel en blanco, es un vertedero de expresiones o de una soledad profunda convertida en un hospital de inocentes; recoveco de todos, donde pocos y algunos deletrean la vida. Sombra de un día soleado y luz cenital a media noche.

Alfiler que se encaja, y hiere; pero también alivia y cicatriza todos los cuerpos, arma y presa en esta extraña armonía que nos confabula a todos, pero al mismo tiempo donde nadie se refleja en el espejo”.

Sabemos que el papel es el soporte de la cultura del ser humano; desde luego que el tópico es inmenso en cuanto a su invención y evolución.

Las opiniones acerca de la invención del papel, son muy variadas, pero sin duda se admite que el antecedente del papel, como soporte de la escritura en China, fue la seda y los fragmentos de bambú.

Muchos coinciden en que la invención del papel se le atribuye a Ts'ai Lun, un dignatario de la corte imperial china, quien en el año 105 d C, empezó a producir hojas de papel utilizando retales de tela, corteza de árbol y redes de pesca.

Conforme pasó el tiempo Japón se vio influenciado por China en la fabricación de papel y otras partes de su cultura. Pero curiosamente Japón, logra refinar el arte de fabricar papel, utilizando tres tipos de fibras: kozo, mitsumata y gampi.

El conocimiento de cómo elaborar papel, pasó de oriente a occidente en el año 751 d C., cuando los árabes invadieron territorio chino; desafortunadamente los fabricantes chinos de papel, se vieron obligados a revelar el secreto de su fabricación, a cambio de su libertad o de sus vidas.

Los árabes extendieron la fabricación de papel en su vasto imperio hasta España, a través de la antigua ruta de la seda, convirtiéndolo en una preciosa y lucrativa mercancía.

Introdujeron grandes avances en la técnica de fabricación, como la energía hidráulica, el blanqueo de las fibras con cal, el encolado con goma arábiga o engrudo de almidón y el perfeccionamiento de la forma papelera.

Posteriormente el papel se extiende a toda Europa desde España, en el siglo XII, debido a la migración provocada por las cruzadas.

La producción de papel fue traída por los españoles a América; y en el caso de México, se introduce recién terminada la conquista. En 1680, se funda en Culhuacán, México, la primera fábrica de producción de papel en el continente americano.

Los especialistas refieren que el papel, no llego a occidente con la conquista sino con el descubrimiento de Cristóbal Colon, quien traía consigo no solo su cuaderno de bitácora, sino también su “Diario de viaje” posteriormente Hernán Cortés deja un testimonio con sus “Cartas de relación”

Recordemos que el papel es una amalgama de tejidos, que guarda la memoria del artesano quien lo fabricó, pero también arroja la historia y cultura de quienes somos y de lo que estamos hechos, a través del lenguaje.

El papel a través del tiempo, nos da identidad y sentido de pertenencia que se muestra en un cuaderno, un libro o documentos personales.

Desafortunadamente el pronóstico para el papel, es que pueda desaparecer y al momento de suceder este evento, podría fenecer toda la cultura de los pueblos; aunque tal vez alguien pensaría en la tecnología, que nos permite salvaguardar todo tipo de documentos sin embargo, aun con la tecnología del S XXI, también se corre el riesgo de perder todo tipo de información, lo cual la hace igual de vulnerable que el papel.

De tal forma, que hay quienes piensan que el papel, puede estar a salvo por los métodos de conservación y preservación; aun frente a fanáticos y enajenados, que aún en esta época moderna se atreven a vandalizar o quemar libros y documentos o incluso destruir bibliotecas. Por supuesto que estos entes son señalados como verdaderos asesinos, que atentan en contra de la cultura.

Recordemos que frente a la mezquindad humana, hay quienes se refugian en la historia y cultura que guarda la nobleza del papel; aquella materia que todo lo sostiene, lo hace permanente y transformable, con el único propósito y beneficio de transmitir y difundir la cultura, que es el espejo del ser humano de otras épocas, registradas en el tiempo de ayer de hoy, de siempre.

“El papel en blanco, no es tan sólo un papel en blanco, es un vertedero de expresiones o de una soledad profunda convertida en un hospital de inocentes; recoveco de todos, donde pocos y algunos deletrean la vida. Sombra de un día soleado y luz cenital a media noche.

Alfiler que se encaja, y hiere; pero también alivia y cicatriza todos los cuerpos, arma y presa en esta extraña armonía que nos confabula a todos, pero al mismo tiempo donde nadie se refleja en el espejo”.

Sabemos que el papel es el soporte de la cultura del ser humano; desde luego que el tópico es inmenso en cuanto a su invención y evolución.

Las opiniones acerca de la invención del papel, son muy variadas, pero sin duda se admite que el antecedente del papel, como soporte de la escritura en China, fue la seda y los fragmentos de bambú.

Muchos coinciden en que la invención del papel se le atribuye a Ts'ai Lun, un dignatario de la corte imperial china, quien en el año 105 d C, empezó a producir hojas de papel utilizando retales de tela, corteza de árbol y redes de pesca.

Conforme pasó el tiempo Japón se vio influenciado por China en la fabricación de papel y otras partes de su cultura. Pero curiosamente Japón, logra refinar el arte de fabricar papel, utilizando tres tipos de fibras: kozo, mitsumata y gampi.

El conocimiento de cómo elaborar papel, pasó de oriente a occidente en el año 751 d C., cuando los árabes invadieron territorio chino; desafortunadamente los fabricantes chinos de papel, se vieron obligados a revelar el secreto de su fabricación, a cambio de su libertad o de sus vidas.

Los árabes extendieron la fabricación de papel en su vasto imperio hasta España, a través de la antigua ruta de la seda, convirtiéndolo en una preciosa y lucrativa mercancía.

Introdujeron grandes avances en la técnica de fabricación, como la energía hidráulica, el blanqueo de las fibras con cal, el encolado con goma arábiga o engrudo de almidón y el perfeccionamiento de la forma papelera.

Posteriormente el papel se extiende a toda Europa desde España, en el siglo XII, debido a la migración provocada por las cruzadas.

La producción de papel fue traída por los españoles a América; y en el caso de México, se introduce recién terminada la conquista. En 1680, se funda en Culhuacán, México, la primera fábrica de producción de papel en el continente americano.

Los especialistas refieren que el papel, no llego a occidente con la conquista sino con el descubrimiento de Cristóbal Colon, quien traía consigo no solo su cuaderno de bitácora, sino también su “Diario de viaje” posteriormente Hernán Cortés deja un testimonio con sus “Cartas de relación”

Recordemos que el papel es una amalgama de tejidos, que guarda la memoria del artesano quien lo fabricó, pero también arroja la historia y cultura de quienes somos y de lo que estamos hechos, a través del lenguaje.

El papel a través del tiempo, nos da identidad y sentido de pertenencia que se muestra en un cuaderno, un libro o documentos personales.

Desafortunadamente el pronóstico para el papel, es que pueda desaparecer y al momento de suceder este evento, podría fenecer toda la cultura de los pueblos; aunque tal vez alguien pensaría en la tecnología, que nos permite salvaguardar todo tipo de documentos sin embargo, aun con la tecnología del S XXI, también se corre el riesgo de perder todo tipo de información, lo cual la hace igual de vulnerable que el papel.

De tal forma, que hay quienes piensan que el papel, puede estar a salvo por los métodos de conservación y preservación; aun frente a fanáticos y enajenados, que aún en esta época moderna se atreven a vandalizar o quemar libros y documentos o incluso destruir bibliotecas. Por supuesto que estos entes son señalados como verdaderos asesinos, que atentan en contra de la cultura.

Recordemos que frente a la mezquindad humana, hay quienes se refugian en la historia y cultura que guarda la nobleza del papel; aquella materia que todo lo sostiene, lo hace permanente y transformable, con el único propósito y beneficio de transmitir y difundir la cultura, que es el espejo del ser humano de otras épocas, registradas en el tiempo de ayer de hoy, de siempre.