/ lunes 28 de octubre de 2019

El principito no es El príncipe

Para muchos hombres de la política es claro que pueden diferenciar entre la historia que narra Antoine De Saint – Exupéry y la que narra Nicolás Maquiavelo. La primera se llama El principito y recoge parte de la historia del piloto aviador francés que surcó el atlántico y recorrió el mundo de tal manera que pudo ver otros “mundos”, otras formas de pensar y de enseñar, plasmó su cosmovisión del universo en una gran obra. La segunda, es la visión del poder que describe Maquiavelo bajo el título de El príncipe, en ella describe los tipos de gobierno que en su época existían hace más de 500 años para observarlos y estudiarlos para la toma de decisiones.

Por lo pronto, sólo abordaremos en esta entrega la obra del francés difícil de escribir y pronunciar: Antoine De Saint – Exupéry. La historia que trataré de resumir inicia principalmente con las necesidades humanas como “la aceptación” en la categoría de Maslow, en donde pudiéramos ubicarlas dentro de las necesidades “Sociales de amor y pertenencia”. Él (El principito) resume de manera estratégica en la frase “Todos tenemos necesidad de un amigo” esa necesidad. Efectivamente, la amistad es una necesidad de todo ser humano.

También nos habla de los defectos y virtudes humanas del propio ser. Por ejemplo, nos enseñaba que la vanidad la conoció en una flor. Por otro lado habla de la misericordia y explicaba el porqué los niños debían ser indulgentes con los adultos mayores al perdonarles sus faltas sin mayores preguntas. Hoy la indulgencia parece que no está en nuestro vocabulario y menos en nuestras acciones. El tejido social está fuertemente lastimado en ese portentoso tema.

Una de las características que identificamos en la lectura es que el protagonista de la obra tenía una pregunta para cada situación, lo que implicaba que siempre hubiera una pregunta, el porqué o para qué de las cosas, desde las más complejas hasta las simples. Por lo que según comentarios de quienes han participado con algún tipo de análisis de la obra es que el texto no era precisamente una obra para niños. Hay mucha teoría política, psicológica, administrativa y social en la misma.

Es más, es un pequeño tratado de ciencia política y filosofía política al afirmar que “es preciso exigir a cada uno lo que cada uno puede dar” convirtiendo en esa pequeña frase un lección de gobierno. La frase también recoge una enseñanza moral y es una evidencia de los principios del buen ciudadano que andamos buscando.

La trama recupera las experiencias de un príncipe que viajaba por el universo, encontró gobiernos autoritarios, vanidosos, gobiernos a los que les gusta atesorar, con sentido social y gobiernos burocráticos. Sin embargo nos hace recordar un pensamiento del humanismo al que debemos regresar y recuperar porque afirmaba lo siguiente: “El Planeta tierra tiene buena reputación”. Decía que a los hombres (incluidas las mujeres) les gustaban los números, ya que les gusta contar y afirmaba que había 501, 621, 731 estrellas (si no le crees, cuéntalas). A los hombres les gusta crear lazos y tanto así que afirmaba que “no existen los vendedores de amigos”.

Finalizaré con una pregunta que hace precisamente El principito: ¿Para qué queremos el tiempo libre que nos ahorramos? Las respuestas son muchas, pero ilustrativas, vamos demasiado aprisa en este camino sin saber a donde queremos llegar. Repetiré solo una de las frases que más me llamaron la atención: “Sólo se ve con el corazón”. Ahora les pregunto a ustedes que han seguido esta narrativa: ¿Para qué quieren el tiempo libre que ahorran?

Para muchos hombres de la política es claro que pueden diferenciar entre la historia que narra Antoine De Saint – Exupéry y la que narra Nicolás Maquiavelo. La primera se llama El principito y recoge parte de la historia del piloto aviador francés que surcó el atlántico y recorrió el mundo de tal manera que pudo ver otros “mundos”, otras formas de pensar y de enseñar, plasmó su cosmovisión del universo en una gran obra. La segunda, es la visión del poder que describe Maquiavelo bajo el título de El príncipe, en ella describe los tipos de gobierno que en su época existían hace más de 500 años para observarlos y estudiarlos para la toma de decisiones.

Por lo pronto, sólo abordaremos en esta entrega la obra del francés difícil de escribir y pronunciar: Antoine De Saint – Exupéry. La historia que trataré de resumir inicia principalmente con las necesidades humanas como “la aceptación” en la categoría de Maslow, en donde pudiéramos ubicarlas dentro de las necesidades “Sociales de amor y pertenencia”. Él (El principito) resume de manera estratégica en la frase “Todos tenemos necesidad de un amigo” esa necesidad. Efectivamente, la amistad es una necesidad de todo ser humano.

También nos habla de los defectos y virtudes humanas del propio ser. Por ejemplo, nos enseñaba que la vanidad la conoció en una flor. Por otro lado habla de la misericordia y explicaba el porqué los niños debían ser indulgentes con los adultos mayores al perdonarles sus faltas sin mayores preguntas. Hoy la indulgencia parece que no está en nuestro vocabulario y menos en nuestras acciones. El tejido social está fuertemente lastimado en ese portentoso tema.

Una de las características que identificamos en la lectura es que el protagonista de la obra tenía una pregunta para cada situación, lo que implicaba que siempre hubiera una pregunta, el porqué o para qué de las cosas, desde las más complejas hasta las simples. Por lo que según comentarios de quienes han participado con algún tipo de análisis de la obra es que el texto no era precisamente una obra para niños. Hay mucha teoría política, psicológica, administrativa y social en la misma.

Es más, es un pequeño tratado de ciencia política y filosofía política al afirmar que “es preciso exigir a cada uno lo que cada uno puede dar” convirtiendo en esa pequeña frase un lección de gobierno. La frase también recoge una enseñanza moral y es una evidencia de los principios del buen ciudadano que andamos buscando.

La trama recupera las experiencias de un príncipe que viajaba por el universo, encontró gobiernos autoritarios, vanidosos, gobiernos a los que les gusta atesorar, con sentido social y gobiernos burocráticos. Sin embargo nos hace recordar un pensamiento del humanismo al que debemos regresar y recuperar porque afirmaba lo siguiente: “El Planeta tierra tiene buena reputación”. Decía que a los hombres (incluidas las mujeres) les gustaban los números, ya que les gusta contar y afirmaba que había 501, 621, 731 estrellas (si no le crees, cuéntalas). A los hombres les gusta crear lazos y tanto así que afirmaba que “no existen los vendedores de amigos”.

Finalizaré con una pregunta que hace precisamente El principito: ¿Para qué queremos el tiempo libre que nos ahorramos? Las respuestas son muchas, pero ilustrativas, vamos demasiado aprisa en este camino sin saber a donde queremos llegar. Repetiré solo una de las frases que más me llamaron la atención: “Sólo se ve con el corazón”. Ahora les pregunto a ustedes que han seguido esta narrativa: ¿Para qué quieren el tiempo libre que ahorran?