/ miércoles 25 de mayo de 2022

En casa del jabonero…

Por más que quisiera decirle que, en esta ocasión me gustaría que este texto fuera digno de la sección de ocio y que he decidido explorar el campo de la crítica de cine, la realidad me supera tanto a mí como a lo que desearía fuera ficción.

Con una falta de empatía que se está volviendo el sello de esta administración estatal se condena a los ciudadanos mientras se privilegia a empresarios y amigos entregando terrenos que valen millones a cambio de cantidades que resultan irrisorias y groseras para quien se gana con su trabajo arduo la supervivencia.

Quizá sea la demostración de conservar la capacidad de asombro, pero realmente vamos de sorpresa en sorpresa –o mejor dicho, de susto en susto- ante las decisiones de nuestra gobernadora, que pareciera quiere estirar la liga a ver si se rompe.

Primero, como si de un familiar cercano se tratara, pide apoyo ante la situación de las finanzas del Estado e impone un canje de placas que no ha tenido ni pies ni cabeza: a sabiendas de que la situación de las familias es mucho peor, ya que son quienes nutren las arcas públicas y que existen personas que han perdido su forma de sustento.

Sin importar lo anterior, se impone un costo que no es fácil de pagar sobre todo en las circunstancias ya por muchos sufridas; actualmente, si es que no se aprovechó el descuento tramposo – había que estar al corriente con el pago de multas y con la licencia de conducir vigente para poder tener el beneficio- el monto a pagar por revalidación vehicular y canje de placas ronda los 3 mil pesos. Para más de la mitad de los mexicanos, tres mil pesos representan más del 70% de sus ingresos mensuales.

Por si lo anterior no fuera suficiente, de repente han decidido que agosto es el mes en el que las placas anteriores pierden su vigencia, y que además de los 3,000 pesos para cumplir con la obligación impuesta, quien conduzca con placas “vencidas” –para lo cual no hay fundamento escrito, sino el decir de la propia autoridad- será el desafortunado acreedor a una multa de 4,800 pesos.

Así que sancionar tal criminal situación, se multa de manera más severa que conducir sin ningún metal que permita la identificación de vehículos; es más, se multa con hasta 5 veces menos el hecho de conducir mientras se ingieren bebidas alcohólicas. Y luego dicen que la multa atiende a una cuestión de seguridad, que no se trata de recaudar por recaudar ¿Usted les cree? Yo no, sobre todo cuando la multa equivale a la compra de 5 canastas básicas; equivale a comprar 9 kilos de tortillas, 3 kilos de arroz y 2 kilos de huevo diarios durante todo un mes.

A pesar del título con el que inician estas letras, guarde para su imaginación la frase acuñada por el ingenio mexicano alusiva a la Ley de Herodes… aquí para no decir más feo diremos que en la administración actual, el que no cae, resbala.

Economista. Diputado local

Por más que quisiera decirle que, en esta ocasión me gustaría que este texto fuera digno de la sección de ocio y que he decidido explorar el campo de la crítica de cine, la realidad me supera tanto a mí como a lo que desearía fuera ficción.

Con una falta de empatía que se está volviendo el sello de esta administración estatal se condena a los ciudadanos mientras se privilegia a empresarios y amigos entregando terrenos que valen millones a cambio de cantidades que resultan irrisorias y groseras para quien se gana con su trabajo arduo la supervivencia.

Quizá sea la demostración de conservar la capacidad de asombro, pero realmente vamos de sorpresa en sorpresa –o mejor dicho, de susto en susto- ante las decisiones de nuestra gobernadora, que pareciera quiere estirar la liga a ver si se rompe.

Primero, como si de un familiar cercano se tratara, pide apoyo ante la situación de las finanzas del Estado e impone un canje de placas que no ha tenido ni pies ni cabeza: a sabiendas de que la situación de las familias es mucho peor, ya que son quienes nutren las arcas públicas y que existen personas que han perdido su forma de sustento.

Sin importar lo anterior, se impone un costo que no es fácil de pagar sobre todo en las circunstancias ya por muchos sufridas; actualmente, si es que no se aprovechó el descuento tramposo – había que estar al corriente con el pago de multas y con la licencia de conducir vigente para poder tener el beneficio- el monto a pagar por revalidación vehicular y canje de placas ronda los 3 mil pesos. Para más de la mitad de los mexicanos, tres mil pesos representan más del 70% de sus ingresos mensuales.

Por si lo anterior no fuera suficiente, de repente han decidido que agosto es el mes en el que las placas anteriores pierden su vigencia, y que además de los 3,000 pesos para cumplir con la obligación impuesta, quien conduzca con placas “vencidas” –para lo cual no hay fundamento escrito, sino el decir de la propia autoridad- será el desafortunado acreedor a una multa de 4,800 pesos.

Así que sancionar tal criminal situación, se multa de manera más severa que conducir sin ningún metal que permita la identificación de vehículos; es más, se multa con hasta 5 veces menos el hecho de conducir mientras se ingieren bebidas alcohólicas. Y luego dicen que la multa atiende a una cuestión de seguridad, que no se trata de recaudar por recaudar ¿Usted les cree? Yo no, sobre todo cuando la multa equivale a la compra de 5 canastas básicas; equivale a comprar 9 kilos de tortillas, 3 kilos de arroz y 2 kilos de huevo diarios durante todo un mes.

A pesar del título con el que inician estas letras, guarde para su imaginación la frase acuñada por el ingenio mexicano alusiva a la Ley de Herodes… aquí para no decir más feo diremos que en la administración actual, el que no cae, resbala.

Economista. Diputado local