/ sábado 17 de julio de 2021

Encuestitis una moda en México

“Mis principios y mis conductas no pueden ser sugeridas por una encuesta”

Sabemos que las encuestas son un instrumento de medición que reflejan tendencias o preferencias sobre un determinado asunto social, político o económico; sin embargo los resultados no son determinantes, (aunque muchos así lo piensan).

Por lo que literalmente “el cielo no se cae, ni tampoco van a surgir demonios del inframundo” si las encuestas fallan, porque cualquiera que sea su origen y metodología, siempre tendrán un margen de error, el cual es determinado por una fórmula matemática.

Lo que llama la atención en México, es el manejo que se les da a estas herramientas como ejercicios de mercadotecnia, utilizadas desde hace muchos años, en especial en el ámbito político, donde han tenido un desarrollo impresionante, al grado de que algunos las toman como “verdades absolutas”.

Desde luego que no estamos en tiempos electorales, pero en este país tenemos síndrome de Encuestitis; ahora para todo se hacen encuestas; algunas de ellas te ofrecen, te venden o te regalan y premian con algo, por consumir algún producto o usar un servicio.

¡Qué forma tan extraña de brindar “felicidad” a una persona!.

Así que las encuestas, simplemente van y vienen todo el tiempo y sus resultados se veneran, como si fueran palabras caídas del cielo, el asunto es que cada quien las interpreta, según a la feria que asista y la música que baile.

El caso que nos ocupa es la polémica encuesta, que se va a realizar el 1 de agosto, para llevar a juicio a los ex presidentes, la cual para algunos políticos, podría ser una consulta muy a modo y a la medida del Sr presidente.

Como ya es costumbre, la herramienta favorita del Sr presidente es “Vamos a preguntarle a los mexicanos” para temas tan diversos como la construcción de dos trenes, una refinería, y la viabilidad de programas sociales o la marcha atrás de un aeropuerto.

Ahora el llamado, es para que la población acuda el próximo 1 de agosto a consulta y responda con un simple […Si o un No…] a una pregunta extremadamente ambigua y polémica, que puede arrojar interpretaciones y diferentes usos políticos, por los resultados.

En esta propuesta, López Obrador señaló la posibilidad de “que se juzgue” a los cinco expresidentes anteriores, como son: Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

Curiosamente la última reforma constitucional, aprobada por Morena, estableció el 1 de agosto como fecha para la consulta, en un intento López Obrador, buscaba hacer coincidir la convocatoria con los comicios del 6 de junio, pero su partido no logró la mayoría suficiente para otra reforma constitucional.

Los especialistas refieren, que la Justicia no se puede someter a consulta con la siguiente pregunta:

“¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal para emprender acciones de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminada a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?”.

Desde luego que aunque ambigua, la pregunta es lo suficientemente precisa para que si hay un [..sí…] rotundo consigamos que se juzguen a los expresidentes, con el propósito de garantizar justicia a las víctimas.

Casi 94 millones de electores podrán participar en la consulta popular, la cual tendrá un costo aproximado de 528 millones de pesos, que se pagará a partir de ahorros y la cancelación de algunos proyectos del INE.

¿Qué no habrá otras prioridades en donde se pueda utilizar este recurso?

Interesante saber, la Constitución señala que para que una consulta popular sea vinculante, se necesita la participación de al menos el 40 por ciento del padrón electoral, que son más de 37 millones de personas las que tendrían que participar.

¿Acaso habrá mayor participación de la población en la encuesta del 1 de agosto, que en la jornada electoral del 6 de junio?

Desde luego que aquí no tienen injerencia los partidos políticos, ni el gobierno; en este caso será el INE el que va a difundir este ejercicio.

Mientras tanto el pueblo seguirá tomado en cuenta; porque aun escucharemos “Vamos a preguntarle a los mexicanos”

La realidad es que una encuesta, no puede revelar la felicidad de un ser humano.

¿O si?

En su momento Winston Churchill, menciono:

“Solo me fio de las estadísticas que he manipulado”

“Mis principios y mis conductas no pueden ser sugeridas por una encuesta”

Sabemos que las encuestas son un instrumento de medición que reflejan tendencias o preferencias sobre un determinado asunto social, político o económico; sin embargo los resultados no son determinantes, (aunque muchos así lo piensan).

Por lo que literalmente “el cielo no se cae, ni tampoco van a surgir demonios del inframundo” si las encuestas fallan, porque cualquiera que sea su origen y metodología, siempre tendrán un margen de error, el cual es determinado por una fórmula matemática.

Lo que llama la atención en México, es el manejo que se les da a estas herramientas como ejercicios de mercadotecnia, utilizadas desde hace muchos años, en especial en el ámbito político, donde han tenido un desarrollo impresionante, al grado de que algunos las toman como “verdades absolutas”.

Desde luego que no estamos en tiempos electorales, pero en este país tenemos síndrome de Encuestitis; ahora para todo se hacen encuestas; algunas de ellas te ofrecen, te venden o te regalan y premian con algo, por consumir algún producto o usar un servicio.

¡Qué forma tan extraña de brindar “felicidad” a una persona!.

Así que las encuestas, simplemente van y vienen todo el tiempo y sus resultados se veneran, como si fueran palabras caídas del cielo, el asunto es que cada quien las interpreta, según a la feria que asista y la música que baile.

El caso que nos ocupa es la polémica encuesta, que se va a realizar el 1 de agosto, para llevar a juicio a los ex presidentes, la cual para algunos políticos, podría ser una consulta muy a modo y a la medida del Sr presidente.

Como ya es costumbre, la herramienta favorita del Sr presidente es “Vamos a preguntarle a los mexicanos” para temas tan diversos como la construcción de dos trenes, una refinería, y la viabilidad de programas sociales o la marcha atrás de un aeropuerto.

Ahora el llamado, es para que la población acuda el próximo 1 de agosto a consulta y responda con un simple […Si o un No…] a una pregunta extremadamente ambigua y polémica, que puede arrojar interpretaciones y diferentes usos políticos, por los resultados.

En esta propuesta, López Obrador señaló la posibilidad de “que se juzgue” a los cinco expresidentes anteriores, como son: Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

Curiosamente la última reforma constitucional, aprobada por Morena, estableció el 1 de agosto como fecha para la consulta, en un intento López Obrador, buscaba hacer coincidir la convocatoria con los comicios del 6 de junio, pero su partido no logró la mayoría suficiente para otra reforma constitucional.

Los especialistas refieren, que la Justicia no se puede someter a consulta con la siguiente pregunta:

“¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal para emprender acciones de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminada a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?”.

Desde luego que aunque ambigua, la pregunta es lo suficientemente precisa para que si hay un [..sí…] rotundo consigamos que se juzguen a los expresidentes, con el propósito de garantizar justicia a las víctimas.

Casi 94 millones de electores podrán participar en la consulta popular, la cual tendrá un costo aproximado de 528 millones de pesos, que se pagará a partir de ahorros y la cancelación de algunos proyectos del INE.

¿Qué no habrá otras prioridades en donde se pueda utilizar este recurso?

Interesante saber, la Constitución señala que para que una consulta popular sea vinculante, se necesita la participación de al menos el 40 por ciento del padrón electoral, que son más de 37 millones de personas las que tendrían que participar.

¿Acaso habrá mayor participación de la población en la encuesta del 1 de agosto, que en la jornada electoral del 6 de junio?

Desde luego que aquí no tienen injerencia los partidos políticos, ni el gobierno; en este caso será el INE el que va a difundir este ejercicio.

Mientras tanto el pueblo seguirá tomado en cuenta; porque aun escucharemos “Vamos a preguntarle a los mexicanos”

La realidad es que una encuesta, no puede revelar la felicidad de un ser humano.

¿O si?

En su momento Winston Churchill, menciono:

“Solo me fio de las estadísticas que he manipulado”