/ lunes 20 de abril de 2020

Evitar el dolor evitable: la verdadera tarea de la política

“El dolor de los hombres es la única cosa objetiva, clara, evidente y constante. Y no el dolor que viene de una fuente inevitable, sino el dolor que unos causamos a otros, el dolor que originan nuestra voluntad o nuestra ineficacia para hacer una nueva y mejor organización de las cosas humanas.

Y por esta primera razón podemos adoptar el dolor como criterio provisional de verdad; la lucha contra el dolor como campo de trabajo y discusión política.”

Con estas poderosas palabras definía Don Manuel Gómez Morín el fundamento del quehacer político. Sus reflexiones cobran nueva vida hoy, en un momento en el que resulta una necesidad imperiosa, volver a los fundamentos de la política misma.

No pudo haber ciencia alguna, capaz de pronosticar con exactitud la gran crisis de salud que vendría con este coronavirus COVID-19. Y resulta increíble pensar, que la batalla que actualmente están librando nuestro heroico personal de salud, es contra un enemigo al que no podemos ver ni percibir por ninguno de nuestros sentidos. Sin embargo, como lo expresa Gómez Morín, no hay verdad más objetiva que el dolor del prójimo. Y hoy más que nunca, esta verdad debe estar presente en la conciencia de cada uno de los ciudadanos, pues todos tienen un papel importante en esta batalla; pero sobre todo, es una verdad que debe ser clara para quienes tenemos en nuestras manos, la enorme responsabilidad de tomar las decisiones políticas.

Este virus, ha venido a trastocar el orden establecido en todo el mundo. Las cosas ya no podrán funcionar como funcionaban antes, y esto representa un gran reto para la política, pues las decisiones tienen que ser rápidas y eficaces. Pero lo más importante en este momento es recordar el centro en torno al cual debe girar todo nuestro quehacer: el de suprimir el dolor que sí podemos evitar.

El coronavirus ya ha causado sufrimiento por todo el mundo, y nuestra ciudad no es la excepción. Como gobiernos, nuestro papel ha sido apoyar a las instituciones de salud, así como promover acciones que contengan la propagación de la enfermedad, y así librar a miles de ciudadanos de este padecimiento, e incluso, salvar muchas vidas. Pero con esta pandemia, también vienen una serie de daños colaterales que ya están golpeando a muchas personas. La gran crisis económica provocada por el paro masivo de actividades, ya es una realidad.

El papel de los gobiernos en este momento es determinante. Este, es el momento para tomar nuestro trabajo con mucha seriedad y profesionalismo. Las cosas han cambiado, y en nuestras manos está la posibilidad de suavizar el impacto que la crisis tendrá sobre las familias mexicanas. No hacerlo sería faltar a nuestro compromiso con los ciudadanos, pero además, sería una gran falta de compasión.

Ahora más que nunca, es indispensable abandonar por un momento tantas creencias que tenemos con respecto al ejercicio de la política, y recordar una sola: que nuestro trabajo es evitar el dolor evitable. Sólo así, seremos capaces de hacer a un lado las diferencias, y unirnos para afrontar esta situación sin precedentes en la historia humana.

“El dolor de los hombres es la única cosa objetiva, clara, evidente y constante. Y no el dolor que viene de una fuente inevitable, sino el dolor que unos causamos a otros, el dolor que originan nuestra voluntad o nuestra ineficacia para hacer una nueva y mejor organización de las cosas humanas.

Y por esta primera razón podemos adoptar el dolor como criterio provisional de verdad; la lucha contra el dolor como campo de trabajo y discusión política.”

Con estas poderosas palabras definía Don Manuel Gómez Morín el fundamento del quehacer político. Sus reflexiones cobran nueva vida hoy, en un momento en el que resulta una necesidad imperiosa, volver a los fundamentos de la política misma.

No pudo haber ciencia alguna, capaz de pronosticar con exactitud la gran crisis de salud que vendría con este coronavirus COVID-19. Y resulta increíble pensar, que la batalla que actualmente están librando nuestro heroico personal de salud, es contra un enemigo al que no podemos ver ni percibir por ninguno de nuestros sentidos. Sin embargo, como lo expresa Gómez Morín, no hay verdad más objetiva que el dolor del prójimo. Y hoy más que nunca, esta verdad debe estar presente en la conciencia de cada uno de los ciudadanos, pues todos tienen un papel importante en esta batalla; pero sobre todo, es una verdad que debe ser clara para quienes tenemos en nuestras manos, la enorme responsabilidad de tomar las decisiones políticas.

Este virus, ha venido a trastocar el orden establecido en todo el mundo. Las cosas ya no podrán funcionar como funcionaban antes, y esto representa un gran reto para la política, pues las decisiones tienen que ser rápidas y eficaces. Pero lo más importante en este momento es recordar el centro en torno al cual debe girar todo nuestro quehacer: el de suprimir el dolor que sí podemos evitar.

El coronavirus ya ha causado sufrimiento por todo el mundo, y nuestra ciudad no es la excepción. Como gobiernos, nuestro papel ha sido apoyar a las instituciones de salud, así como promover acciones que contengan la propagación de la enfermedad, y así librar a miles de ciudadanos de este padecimiento, e incluso, salvar muchas vidas. Pero con esta pandemia, también vienen una serie de daños colaterales que ya están golpeando a muchas personas. La gran crisis económica provocada por el paro masivo de actividades, ya es una realidad.

El papel de los gobiernos en este momento es determinante. Este, es el momento para tomar nuestro trabajo con mucha seriedad y profesionalismo. Las cosas han cambiado, y en nuestras manos está la posibilidad de suavizar el impacto que la crisis tendrá sobre las familias mexicanas. No hacerlo sería faltar a nuestro compromiso con los ciudadanos, pero además, sería una gran falta de compasión.

Ahora más que nunca, es indispensable abandonar por un momento tantas creencias que tenemos con respecto al ejercicio de la política, y recordar una sola: que nuestro trabajo es evitar el dolor evitable. Sólo así, seremos capaces de hacer a un lado las diferencias, y unirnos para afrontar esta situación sin precedentes en la historia humana.