/ sábado 25 de diciembre de 2021

¿Feliz Navidad? 

Llega la Navidad y parece inevitable, analizar el año que está por terminar, nos proponemos nuevas metas, pero también nos damos cuenta de aquellas que tal vez no cumplimos.

Curiosamente en estas fechas surge una felicidad momentánea, que se podría confundir con la alegría mediática, que se transforma en ansiedad y estrés, por sentirse “raro o simplemente distinto”.

Así que la fiesta está para ser vivida, desde la autenticidad con uno mismo, de otra forma no sirve, por lo que valga la expresión, se vive por la emoción que se comparte en familia y se multiplica desde casa.

La única diferencia, es que en Navidad, algunos se reúnen no tanto por gusto, sino por una tradición establecida, por lo que se supone “debemos ser felices” en Navidad, sin embargo esto no siempre es una realidad.

La exigencia de estas fiestas, recae en presuponer que debemos tener un momento de balance, para comprender nuestra vida e intentar comprender la vida de familiares más cercanos, y por si fuera poco, volver a sentar las bases de un futuro inmediato.

Pero la Navidad tiene un lado oscuro, sin temor a equivocarme no todo es bondad y felicidad, ni amor o paz; porque también hay muchas cosas que suceden en esta temporada, la exigencia sobrepasa lo coherente y se genera angustia, frustración; además contamina la propuesta de lo inmediato.

Pero no siempre ocurre así. Muchas veces esos encuentros, que deberían ser lo esperado se convierten en realidades, que nos presentan desencuentros y conflictos no resueltos.

La imagen ideal de niños y adultos sonrientes, comida deliciosa; paz y amor en abundancia, contrasta con otra realidad, aquella que en lugar de paz, reinan las discusiones familiares, la soledad, el consumismo, los balances insatisfactorios y por supuesto la ingestión excesiva de bebidas alcoholicas.

En consecuencia los hospitales se llenan de heridos por accidentes o peleas, infartos y hasta intentos de suicidio.

De esta forma la fiesta provoca ansiedad, insomnio, dolores de cabeza y otro tipo de problemas, sin tomar en cuenta que tenemos que afrontar, otras emociones por la pérdida de algún familiar que nos da la sensación de depresión.

Y por si fuera poco, también cabe destacar, el caso de tantas parejas que se encuentran en una etapa de divorcio, y no está claro dónde van a pasar la Nochebuena o con quien se van ir los hijos.

El resultado que tenemos, es la nostalgia, el estrés o la ansiedad que son algunos de los efectos colaterales de las fiestas navideñas.

Con todo lo anterior:

¿Será posible llegar a tener feliz navidad?

Con la Navidad en plena ebullición, parece que debemos ser felices pero la realidad es mucho más compleja.

Evidentemente, no todo el mundo lo vive igual, depende de las circunstancias de cada uno de nosotros, las cuales pueden ser complejas como: tener a personas queridas o familiares hospitalizados, estar privado de la libertad, estar pasando por un proceso de duelo, sentirse solo, pasarla mal por la ausencia y la añoranza de un ser querido y muchas otras más.

Por otro lado el exceso de consumismo, la obligatoriedad de estar felices, reencontrarnos con personas con quienes tenemos conflictos y las elevadas expectativas de que “todo tiene que estar perfecto”

Si bien la Navidad puede aumentar los niveles de estrés y ansiedad, hasta el punto de que en algunas personas provocan un profundo sentimiento de angustia.

Lo más recomendable es tratar de entender por qué nos sentimos mal, evitar aspirar a la perfección en estas fechas, no focalizar toda la atención en las personas ausentes y recordar los buenos momentos vividos con ellas.

No olvidemos que la directriz social, impone un festejo donde reina el buen humor, la esperanza, el encuentro y por supuesto los regalos, bajo la sombra del consumismo que se apodera de esta festividad.

Analice cómo han sido sus fiestas en el pasado, y cómo lo hacían sentir, e intente descubrir cómo quiere que sean sus próximas navidades.

Pero recuerde que el pasado es para aprender y fortalecernos, no para juzgar.

Así que las decisiones que tome en estas fechas, deben ser acordadas, resultado de una reflexión consciente, para tener lo que realmente desea en esta navidad, y lograr reunirse alrededor de la mesa con familia y amigos.

Aquella mesa será el mejor testimonio de convivencia y el sitio donde se fragüen las más cálidas conversaciones, con la verdadera convicción de estar en paz con sus seres queridos, tras dos años de una pesadilla causada por covid-19

[…Porque la vida es la misma sin importar cuanto dure…]


Llega la Navidad y parece inevitable, analizar el año que está por terminar, nos proponemos nuevas metas, pero también nos damos cuenta de aquellas que tal vez no cumplimos.

Curiosamente en estas fechas surge una felicidad momentánea, que se podría confundir con la alegría mediática, que se transforma en ansiedad y estrés, por sentirse “raro o simplemente distinto”.

Así que la fiesta está para ser vivida, desde la autenticidad con uno mismo, de otra forma no sirve, por lo que valga la expresión, se vive por la emoción que se comparte en familia y se multiplica desde casa.

La única diferencia, es que en Navidad, algunos se reúnen no tanto por gusto, sino por una tradición establecida, por lo que se supone “debemos ser felices” en Navidad, sin embargo esto no siempre es una realidad.

La exigencia de estas fiestas, recae en presuponer que debemos tener un momento de balance, para comprender nuestra vida e intentar comprender la vida de familiares más cercanos, y por si fuera poco, volver a sentar las bases de un futuro inmediato.

Pero la Navidad tiene un lado oscuro, sin temor a equivocarme no todo es bondad y felicidad, ni amor o paz; porque también hay muchas cosas que suceden en esta temporada, la exigencia sobrepasa lo coherente y se genera angustia, frustración; además contamina la propuesta de lo inmediato.

Pero no siempre ocurre así. Muchas veces esos encuentros, que deberían ser lo esperado se convierten en realidades, que nos presentan desencuentros y conflictos no resueltos.

La imagen ideal de niños y adultos sonrientes, comida deliciosa; paz y amor en abundancia, contrasta con otra realidad, aquella que en lugar de paz, reinan las discusiones familiares, la soledad, el consumismo, los balances insatisfactorios y por supuesto la ingestión excesiva de bebidas alcoholicas.

En consecuencia los hospitales se llenan de heridos por accidentes o peleas, infartos y hasta intentos de suicidio.

De esta forma la fiesta provoca ansiedad, insomnio, dolores de cabeza y otro tipo de problemas, sin tomar en cuenta que tenemos que afrontar, otras emociones por la pérdida de algún familiar que nos da la sensación de depresión.

Y por si fuera poco, también cabe destacar, el caso de tantas parejas que se encuentran en una etapa de divorcio, y no está claro dónde van a pasar la Nochebuena o con quien se van ir los hijos.

El resultado que tenemos, es la nostalgia, el estrés o la ansiedad que son algunos de los efectos colaterales de las fiestas navideñas.

Con todo lo anterior:

¿Será posible llegar a tener feliz navidad?

Con la Navidad en plena ebullición, parece que debemos ser felices pero la realidad es mucho más compleja.

Evidentemente, no todo el mundo lo vive igual, depende de las circunstancias de cada uno de nosotros, las cuales pueden ser complejas como: tener a personas queridas o familiares hospitalizados, estar privado de la libertad, estar pasando por un proceso de duelo, sentirse solo, pasarla mal por la ausencia y la añoranza de un ser querido y muchas otras más.

Por otro lado el exceso de consumismo, la obligatoriedad de estar felices, reencontrarnos con personas con quienes tenemos conflictos y las elevadas expectativas de que “todo tiene que estar perfecto”

Si bien la Navidad puede aumentar los niveles de estrés y ansiedad, hasta el punto de que en algunas personas provocan un profundo sentimiento de angustia.

Lo más recomendable es tratar de entender por qué nos sentimos mal, evitar aspirar a la perfección en estas fechas, no focalizar toda la atención en las personas ausentes y recordar los buenos momentos vividos con ellas.

No olvidemos que la directriz social, impone un festejo donde reina el buen humor, la esperanza, el encuentro y por supuesto los regalos, bajo la sombra del consumismo que se apodera de esta festividad.

Analice cómo han sido sus fiestas en el pasado, y cómo lo hacían sentir, e intente descubrir cómo quiere que sean sus próximas navidades.

Pero recuerde que el pasado es para aprender y fortalecernos, no para juzgar.

Así que las decisiones que tome en estas fechas, deben ser acordadas, resultado de una reflexión consciente, para tener lo que realmente desea en esta navidad, y lograr reunirse alrededor de la mesa con familia y amigos.

Aquella mesa será el mejor testimonio de convivencia y el sitio donde se fragüen las más cálidas conversaciones, con la verdadera convicción de estar en paz con sus seres queridos, tras dos años de una pesadilla causada por covid-19

[…Porque la vida es la misma sin importar cuanto dure…]