Decía Orison Swett Marden que todo joven tiene la obligación hacia sí mismo y hacia el mundo de aprovechar al máximo lo que hay en él.
Y sí, tienen la obligación y el deber de hacerlo, pero el problema es que existen millones de jóvenes no pueden hacerlo porque no pueden ejercer los derechos correlativos a las obligaciones y deberes que tienen hacia sí mismos y hacia el mundo. Es decir, no pueden -por más que quieran y traten- aprovechar al máximo lo que hay en el mundo porque sus derechos no han sido garantizados o se ven limitados por distintos motivos.
Y sí, tal como lo expresa la UNESCO, la juventud tiene la creatividad, el potencial y la capacidad necesarios para desencadenar cambios para ellos, para sus comunidades y para el resto del mundo. El problema es que, para que eso suceda, es imprescindible que todos los jóvenes gocen plenamente de sus derechos humanos y de sus libertades fundamentales.
En resumen, dicen las Naciones Unidas, los jóvenes pueden ser una fuerza positiva para el desarrollo y el impulso del progreso global sostenible. Cosa que solamente podrá suceder si, y sólo si, a todos -a todos- los jóvenes se les brinda el conocimiento y las oportunidades que necesitan para prosperar en un mundo que, si bien les depara grandes oportunidades, también les depara enormes retos.
Y es que, según las estimaciones y proyecciones de la Naciones Unidas, la juventud se enfrentará -en un futuro no muy lejano- a un mundo mucho más complejo, con múltiples crisis y desafíos: conflictos, desigualdad, violencia, cambio climático y pérdida de biodiversidad, entre otros.
Crisis y desafíos que, según la propia ONU, incluyen tener que soportar severos eventos climáticos por tiempos más prolongados (por ejemplo, un niño nacido en 2020 sufrirá olas de calor hasta 7 veces más que aquellos que nacieron en la década de los 60). Y aunque siete de cada diez jóvenes dicen querer formar parte de la transición verde y que, de aquí a 2030, el sector de la economía verde podría generar 8.4 millones de empleos para la juventud, el 60% de la población juvenil no poseerá las habilidades verdes necesarias para navegar en la economía verde, ni para enfrentar de manera integral las múltiples y diversas problemáticas asociadas al cambio climático y sus potenciales consecuencias.
Entonces, en el marco del Día Internacional de la Juventud, lo que procede es asumir que, a medida que los jóvenes exigen más oportunidades y soluciones más justas, equitativas y progresivas en sus sociedades, se necesita abordar con mayor urgencia todos los desafíos a los que se enfrentan (acceso a la educación, la salud, el empleo, la igualdad de género, etc.), en entendido papel de los jóvenes es esencial para abordar los problemas mundiales del presente y, por supuesto, del futuro.
A modo de reflexión sumativa y prospectiva, finalizo citando lo dicho alguna vez por la actriz, directora y escritora inglesa, Tamzin Merchant: De cara al futuro, vemos que son los jóvenes de hoy quienes tienen la llave del mañana y que nosotros podemos -y debemos- ayudarlos a abrirlo.
Licenciada en Administración. Docente en Colegio Regional del Norte y Universidad La Salle.
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