/ jueves 20 de mayo de 2021

Fuera de Agenda | Geopolítica del fentanilo

El cerco estadounidense contra las organizaciones mexicanas de tráfico de fentanilo, heroína y metanfetaminas, apretó más y se ha convertido en bomba de tiempo en la relación bilateral. El miércoles 12 de mayo, un dia antes de que en la cancillería se reunieran funcionarios estadounidenses del Consejo de Seguridad Nacional, la DEA, Departamento de Seguridad Interior y Departamento de Estado con sus pares mexicanos, el Tesoro norteamericano boletinó la red del clan sinaloense de los González Peñuelas, una organización que forma parte de la estructura de tráfico de drogas que encabeza Fausto Isidro Meza Flores, alias “El Chapo” Isidro.

Desde el año 2007 la DEA sigue la pista a Jesús González Peñuelas, un individuo de 51 años que encabeza esta red de producción de heroína con laboratorios en la zona norte de Sinaloa. Oriundo de Guasave, “el Chuy González” es considerado por los estadounidenses como uno de los principales distribuidores de fentanilo en California, Nevada, Colorado y Utah.

Desde territorio mexicano la red se extiende por Sonora hasta la frontera con Arizona, en estas rutas es donde su socio “el Chapo Isidro”, mantiene una sangrienta disputa contra el clan sonorense de los Salazar quienes tienen su base al sur en el municipio de Cajeme, donde la semana pasada fue asesinado el candidato de Movimiento Ciudadano a la alcaldía de este lugar Abel Murrieta, ex procurador de justicia del estado.

De la reunión del pasado jueves en la Ciudad de México, se supo que los estadounidenses no están nada contentos con la poca efectividad para detener y desmantelar las redes que han inundado de fentanilo y heroína varias ciudades norteamericanas.

El problema se desbordó desde que en el último año del gobierno de Trump, Estados Unidos cerró la frontera marítima a la importación de productos chinos que facilitaban la fabricación de fentanilo.

Tomaron la estafeta las organizaciones mexicanas aumentando la producción con precursores traídos al país por las rutas asiáticas que conectan por el Pacifico con los puertos de Manzanillo, Colima, y Lázaro Cárdenas, Michoacán.

En su última edición la revista The Economist reportó que la epidemia mortal de opioides en Estados Unidos, en 12 meses contabilizado hasta octubre pasado, dejó 90 mil muertos. Mueren más personas por opioides sintéticos que por accidentes de tránsito (42 mil víctimas), y por armas de fuego (44 mil).

La revista cita cifras oficiales que estiman que de los 90 mil muertos, alrededor de 55 mil fueron por fentanilo, lo que representa un crecimiento de 57 por ciento en comparación al año antepasado. Entre las posibles causas que agudizaron la crisis está el confinamiento obligado por la pandemia de Covid-19, que aumentó crisis depresivas y de ansiedad.

Un dato que ilustra el problema desde otro ángulo es que las fuerzas de seguridad en México quintuplicaron los aseguramientos de fentanilo entre 2019 y el año pasado. Quienes movían esos cargamentos eran las redes detrás del llamado Cártel de Sinaloa y del autodenominado Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG). Dos de los objetivos prioritarios de las agencias estadounidenses.

@velediaz424

El cerco estadounidense contra las organizaciones mexicanas de tráfico de fentanilo, heroína y metanfetaminas, apretó más y se ha convertido en bomba de tiempo en la relación bilateral. El miércoles 12 de mayo, un dia antes de que en la cancillería se reunieran funcionarios estadounidenses del Consejo de Seguridad Nacional, la DEA, Departamento de Seguridad Interior y Departamento de Estado con sus pares mexicanos, el Tesoro norteamericano boletinó la red del clan sinaloense de los González Peñuelas, una organización que forma parte de la estructura de tráfico de drogas que encabeza Fausto Isidro Meza Flores, alias “El Chapo” Isidro.

Desde el año 2007 la DEA sigue la pista a Jesús González Peñuelas, un individuo de 51 años que encabeza esta red de producción de heroína con laboratorios en la zona norte de Sinaloa. Oriundo de Guasave, “el Chuy González” es considerado por los estadounidenses como uno de los principales distribuidores de fentanilo en California, Nevada, Colorado y Utah.

Desde territorio mexicano la red se extiende por Sonora hasta la frontera con Arizona, en estas rutas es donde su socio “el Chapo Isidro”, mantiene una sangrienta disputa contra el clan sonorense de los Salazar quienes tienen su base al sur en el municipio de Cajeme, donde la semana pasada fue asesinado el candidato de Movimiento Ciudadano a la alcaldía de este lugar Abel Murrieta, ex procurador de justicia del estado.

De la reunión del pasado jueves en la Ciudad de México, se supo que los estadounidenses no están nada contentos con la poca efectividad para detener y desmantelar las redes que han inundado de fentanilo y heroína varias ciudades norteamericanas.

El problema se desbordó desde que en el último año del gobierno de Trump, Estados Unidos cerró la frontera marítima a la importación de productos chinos que facilitaban la fabricación de fentanilo.

Tomaron la estafeta las organizaciones mexicanas aumentando la producción con precursores traídos al país por las rutas asiáticas que conectan por el Pacifico con los puertos de Manzanillo, Colima, y Lázaro Cárdenas, Michoacán.

En su última edición la revista The Economist reportó que la epidemia mortal de opioides en Estados Unidos, en 12 meses contabilizado hasta octubre pasado, dejó 90 mil muertos. Mueren más personas por opioides sintéticos que por accidentes de tránsito (42 mil víctimas), y por armas de fuego (44 mil).

La revista cita cifras oficiales que estiman que de los 90 mil muertos, alrededor de 55 mil fueron por fentanilo, lo que representa un crecimiento de 57 por ciento en comparación al año antepasado. Entre las posibles causas que agudizaron la crisis está el confinamiento obligado por la pandemia de Covid-19, que aumentó crisis depresivas y de ansiedad.

Un dato que ilustra el problema desde otro ángulo es que las fuerzas de seguridad en México quintuplicaron los aseguramientos de fentanilo entre 2019 y el año pasado. Quienes movían esos cargamentos eran las redes detrás del llamado Cártel de Sinaloa y del autodenominado Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG). Dos de los objetivos prioritarios de las agencias estadounidenses.

@velediaz424