/ viernes 29 de mayo de 2020

Incremento al salario mínimo en 2020. Otro paso hacia adelante

El pasado lunes el presidente López Obrador anunció el incremento del salario mínimo en 2020, el más importante en los últimos 44 años, ya que al revisar la evolución de los salarios mínimos en las últimas décadas es el mayor incremento salarial después del experimento neoliberal el cual trajo consigo una política basada en la caída del salario mínimo; en promedio desde 1989 al 2018 el salario ha registrado una disminución salarial real de 1.5%, durante los sexenios de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo se dio la mayor disminución, en promedio durante el porcentaje salarial real fue de -6.3 y -3.8 respectivamente, en los siguientes sexenios el congelamiento de los salarios mínimos formo parte de la política salarial, con tasas que rondaban ente 0.09% y 0.10%. Lo que evidentemente implicó un deterioro en el poder adquisitivo.

Dicho anuncio despertó también cuestionamientos sobre las consecuencias inflacionarias; con un aumento del 20%, lo que en términos reales representa 16%, el salario mínimo en el área denominada Resto del País, pasará de 102.68 a 123.22 pesos, mientras en la Zona Libre de la Frontera Norte de 176.22 a 185.56 pesos diarios.

Sin embargo, y pese a los cuestionamientos no hay duda que la nueva política salarial intenta promover la igualdad y resarcir el poder adquisitivo de las y los trabajadores que menos ganan. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) al tercer trimestre de este año, 10,948,633 de trabajadores, es decir el 20% de la población ocupada, perciben hasta un salario mínimo, y 17,531,173 trabajadores reciben hasta dos salarios mínimo, lo que en conjunto representa el 52% de la PO, mientras que solo 3% de la población ocupada percibe más de 5 salarios mínimos. Prueba de que el incremento de los salarios mínimos no ha tenido efectos inflacionarios, es que, de acuerdo con información del Coneval el poder adquisitivo del ingreso laboral real per cápita tuvo un aumento de 3.2% entre el tercer trimestre de 2018 y el tercer trimestre de 2019, lo cual coincide con el aumento en el salario mínimo registrado a principios de año y la inflación anual se encuentra en uno de sus niveles más bajos de los últimos tres años, lo que mitiga el estancamiento del ingreso laboral y, por tanto, no afecta el poder adquisitivo del ingreso laboral, así mismo del tercer trimestre de 2018 y el tercer trimestre de 2019 el porcentaje de la población con ingreso laboral inferior al costo de la canasta alimentaria paso de 39.3% a 38.5%, esto derivado del aumento anual de 3.2%, así como los bajos niveles de inflación.

Por otra parte, este aumento puede generar el Efecto Faro el cual impacta la distribución salarial de los trabajadores informales, ya que tanto trabajadores como empleadores que operan en la economía informal pudieran tomarlo como referencia a la hora de fijar salarios, lo cual podría reducir desigualdad salarial entre los trabajadores formales e informales. En resumen, esta nueva política salarial promueve un mayor bienestar para la población mexicana y contribuye a disminuir efectivamente la pobreza y la desigualdad, a partir de un crecimiento de la demanda interna, de los niveles de empleo y de ingresos de la población, sin duda, se ha iniciado un trasformación “desde abajo y entre todos.”

El pasado lunes el presidente López Obrador anunció el incremento del salario mínimo en 2020, el más importante en los últimos 44 años, ya que al revisar la evolución de los salarios mínimos en las últimas décadas es el mayor incremento salarial después del experimento neoliberal el cual trajo consigo una política basada en la caída del salario mínimo; en promedio desde 1989 al 2018 el salario ha registrado una disminución salarial real de 1.5%, durante los sexenios de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo se dio la mayor disminución, en promedio durante el porcentaje salarial real fue de -6.3 y -3.8 respectivamente, en los siguientes sexenios el congelamiento de los salarios mínimos formo parte de la política salarial, con tasas que rondaban ente 0.09% y 0.10%. Lo que evidentemente implicó un deterioro en el poder adquisitivo.

Dicho anuncio despertó también cuestionamientos sobre las consecuencias inflacionarias; con un aumento del 20%, lo que en términos reales representa 16%, el salario mínimo en el área denominada Resto del País, pasará de 102.68 a 123.22 pesos, mientras en la Zona Libre de la Frontera Norte de 176.22 a 185.56 pesos diarios.

Sin embargo, y pese a los cuestionamientos no hay duda que la nueva política salarial intenta promover la igualdad y resarcir el poder adquisitivo de las y los trabajadores que menos ganan. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) al tercer trimestre de este año, 10,948,633 de trabajadores, es decir el 20% de la población ocupada, perciben hasta un salario mínimo, y 17,531,173 trabajadores reciben hasta dos salarios mínimo, lo que en conjunto representa el 52% de la PO, mientras que solo 3% de la población ocupada percibe más de 5 salarios mínimos. Prueba de que el incremento de los salarios mínimos no ha tenido efectos inflacionarios, es que, de acuerdo con información del Coneval el poder adquisitivo del ingreso laboral real per cápita tuvo un aumento de 3.2% entre el tercer trimestre de 2018 y el tercer trimestre de 2019, lo cual coincide con el aumento en el salario mínimo registrado a principios de año y la inflación anual se encuentra en uno de sus niveles más bajos de los últimos tres años, lo que mitiga el estancamiento del ingreso laboral y, por tanto, no afecta el poder adquisitivo del ingreso laboral, así mismo del tercer trimestre de 2018 y el tercer trimestre de 2019 el porcentaje de la población con ingreso laboral inferior al costo de la canasta alimentaria paso de 39.3% a 38.5%, esto derivado del aumento anual de 3.2%, así como los bajos niveles de inflación.

Por otra parte, este aumento puede generar el Efecto Faro el cual impacta la distribución salarial de los trabajadores informales, ya que tanto trabajadores como empleadores que operan en la economía informal pudieran tomarlo como referencia a la hora de fijar salarios, lo cual podría reducir desigualdad salarial entre los trabajadores formales e informales. En resumen, esta nueva política salarial promueve un mayor bienestar para la población mexicana y contribuye a disminuir efectivamente la pobreza y la desigualdad, a partir de un crecimiento de la demanda interna, de los niveles de empleo y de ingresos de la población, sin duda, se ha iniciado un trasformación “desde abajo y entre todos.”