/ miércoles 30 de marzo de 2022

La democracia: ¿Es Pejismo?

Abordaré un tema que divide. Y espero que siga dividiendo, no a manera de polarización, sino como el resultado que se da con la firmeza de criterio.

A manera de contexto, actualmente la democracia sufre un grave problema: la crisis de legitimidad que hace dudar a propios y extraños acerca de su efectividad y la coloca más como un espejismo que como un poder propio de la ciudadanía.

Más allá de si usted como yo, concuerda con las acciones emprendidas y las decisiones tomadas hasta el momento por el presidente de la república, algo es innegable: nos encontramos ante un parteaguas, un ejercicio participativo fundamentado en los principios de soberanía popular, representación y rendición de cuentas a través de los cuales se busca reconstruir el andamiaje de la democracia y consolidar el poder ciudadano.

Y no lo digo yo: La revocación de mandato es, de acuerdo con la misma constitución, un instrumento de la ciudadanía y no una prerrogativa de gobernantes o partidos políticos que refuerza el control de las personas sobre el gobierno, permite subsanar posibles fallas del sistema electoral y promueve entre las personas votantes ejercer un rol de supervisión más activo, a la par de demandar mayor responsabilidad de las y los funcionarios electos.

Sin entrar a más detalle, ya que los aciertos, avances en cuanto a construcción de infraestructura y obras de gran calado alcanzados en esta administración federal están disponibles para su consulta y escrutinio, es difícil negar lo que se encuentra a simple vista y que ha sido base del actuar de nuestro presidente: el cambio en la gestión política que este gobierno ha emprendido y que ha tenido como objetivo acabar con la desigualdad en cuanto a la influencia de pequeños grupos sobre nuestro entorno. La estabilidad macroeconómica basada en un manejo responsable de las finanzas públicas y la integración económica internacional, son hoy realidad. Y no, no es Pejismo, es un hecho reconocido.

Y es que no en vano nuestro mandatario cuenta con una inédita popularidad que, aunque se ha tratado de utilizar como argumento para deslegitimar la revocación de mandato, en nada influye lo que hoy nos coloca como nunca antes tan cerca de tener en nuestras manos una posible sucesión anticipada. Quizá es el miedo lo que nubla la vista de quienes ven con malos ojos lo que marcará sin duda el antecedente del empoderamiento ciudadano, pero como dijo Octavio Paz: “Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo… del miedo al cambio”.

Quizá a estas alturas y a pesar de la intención de estas letras, el tema siga dividiendo. Como en un principio usted leía, espero que nos divida alejándonos de aquellos quienes, reacios al cambio, condenan por miedo la redención de la democracia. Elija su lado, yo de momento elijo que siga AMLO pero sobre todo, yo elijo que la participación ciudadana transcienda como sembradora de conciencia.

Economista. Diputado local

Abordaré un tema que divide. Y espero que siga dividiendo, no a manera de polarización, sino como el resultado que se da con la firmeza de criterio.

A manera de contexto, actualmente la democracia sufre un grave problema: la crisis de legitimidad que hace dudar a propios y extraños acerca de su efectividad y la coloca más como un espejismo que como un poder propio de la ciudadanía.

Más allá de si usted como yo, concuerda con las acciones emprendidas y las decisiones tomadas hasta el momento por el presidente de la república, algo es innegable: nos encontramos ante un parteaguas, un ejercicio participativo fundamentado en los principios de soberanía popular, representación y rendición de cuentas a través de los cuales se busca reconstruir el andamiaje de la democracia y consolidar el poder ciudadano.

Y no lo digo yo: La revocación de mandato es, de acuerdo con la misma constitución, un instrumento de la ciudadanía y no una prerrogativa de gobernantes o partidos políticos que refuerza el control de las personas sobre el gobierno, permite subsanar posibles fallas del sistema electoral y promueve entre las personas votantes ejercer un rol de supervisión más activo, a la par de demandar mayor responsabilidad de las y los funcionarios electos.

Sin entrar a más detalle, ya que los aciertos, avances en cuanto a construcción de infraestructura y obras de gran calado alcanzados en esta administración federal están disponibles para su consulta y escrutinio, es difícil negar lo que se encuentra a simple vista y que ha sido base del actuar de nuestro presidente: el cambio en la gestión política que este gobierno ha emprendido y que ha tenido como objetivo acabar con la desigualdad en cuanto a la influencia de pequeños grupos sobre nuestro entorno. La estabilidad macroeconómica basada en un manejo responsable de las finanzas públicas y la integración económica internacional, son hoy realidad. Y no, no es Pejismo, es un hecho reconocido.

Y es que no en vano nuestro mandatario cuenta con una inédita popularidad que, aunque se ha tratado de utilizar como argumento para deslegitimar la revocación de mandato, en nada influye lo que hoy nos coloca como nunca antes tan cerca de tener en nuestras manos una posible sucesión anticipada. Quizá es el miedo lo que nubla la vista de quienes ven con malos ojos lo que marcará sin duda el antecedente del empoderamiento ciudadano, pero como dijo Octavio Paz: “Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo… del miedo al cambio”.

Quizá a estas alturas y a pesar de la intención de estas letras, el tema siga dividiendo. Como en un principio usted leía, espero que nos divida alejándonos de aquellos quienes, reacios al cambio, condenan por miedo la redención de la democracia. Elija su lado, yo de momento elijo que siga AMLO pero sobre todo, yo elijo que la participación ciudadana transcienda como sembradora de conciencia.

Economista. Diputado local