/ lunes 9 de marzo de 2020

La música, una asignatura básica

El éxito (en la educación musical) está ligado a la necesidad de producir mucha música alrededor del niño, para que haya un ambiente creado y calculado para desarrollar el sentido musical y la inteligencia

María Montessori, El descubrimiento del niño.

Mi papá era un melómano, es decir, una persona apasionada y entusiasmada por la música. Sin duda fue él quien nos introdujo a mis hermanos y a mí al fascinante mundo de los ritmos y melodías. Eran los años setentas y en nuestra casa no paraban de sonar aquellos casetes 8 track que iban desde el “Abbey Road” de los Beatles hasta “Los Mejores Corridos” de Antonio Aguilar.

Todavía hoy puedo recordar exactamente el orden y el lado de cada una de las canciones de distintos álbumes contenidos en aquellos cartuchos: “Sticky fingers” de los Rolling Stones, “Up to date” de la Familia Patridge o el “Red Rose Speedway” de Paul McCartney y los Wings. ¡Qué tiempos aquéllos! Pensando en esto, hoy te presento un reto: trata de desligar la música de tu vida.

Sería una tarea para la que habrías de identificar los procesos invisibles que convierten la música en una presencia continua de todo lo que haces y te aseguro que este desafío está de antemano perdido. Estoy cierto de que absolutamente nadie duda de la importancia y trascendencia de la música en la educación, pero ¿es verdad que está presente en los salones y programas de nuestro país? Resulta incomprensible que, todavía hoy, no se le dé a la educación musical en la etapa infantil la importancia, valor y relevancia que merece.

La música es, sin lugar a dudas, el medio más eficaz para integrar en nuestro cerebro datos que han de durar en nuestra memoria por mucho tiempo además de acompañarnos constantemente. Es un lenguaje universal, amado por niños y adultos en todas las culturas del mundo.

Los niños tienen una inclinación desinhibida a moverse, bailar y hacer música, así como una capacidad innata para apreciarla. Las actividades musicales se deben incluir en la vida diaria del aula y debe respetarse tanto o más que otras materias curriculares.

La música debiera ser una materia obligatoria en la educación en México. Son ya algunos pedagogos musicales como César Tort, quienes han señalado la necesidad de introducir el desarrollo musical como parte tanto de los objetivos de los planes de estudio nacionales como del eje curricular y no solamente como parte de una fracción de Expresión y Apreciación Artística.

Las intervenciones musicales aportan beneficios a los niños no únicamente a corto sino a mediano y largo plazo en el desarrollo humano, siempre y cuando se lleven a cabo de manera sistemática y continua.

Y aunque nuestro país ha tenido avances significativos con la inclusión de programas curriculares estructurados en las áreas artísticas, aún no es suficiente. Edgar Willems, músico belga, desde 1989, dejó claro que el desarrollo musical requiere de estimulación intencionada y constante.

Explicaba que éste se logra “practicando desde la infancia las canciones, un instrumento melódico, un instrumento armónico, así como el solfeo y más tarde, el canto” […] Lamentablemente a la fecha, la mayoría de las escuelas abordan la Educación Artística como una materia de “relleno”. Al igual que sucede en la adquisición del lenguaje, el ambiente tiene una notable importancia en el desarrollo musical.

Ya lo decía Platón: “La educación musical es un instrumento mucho más potente que cualquier otro, porque el ritmo y la armonía hacen su camino hacia los rincones interiores del alma”.

El éxito (en la educación musical) está ligado a la necesidad de producir mucha música alrededor del niño, para que haya un ambiente creado y calculado para desarrollar el sentido musical y la inteligencia

María Montessori, El descubrimiento del niño.

Mi papá era un melómano, es decir, una persona apasionada y entusiasmada por la música. Sin duda fue él quien nos introdujo a mis hermanos y a mí al fascinante mundo de los ritmos y melodías. Eran los años setentas y en nuestra casa no paraban de sonar aquellos casetes 8 track que iban desde el “Abbey Road” de los Beatles hasta “Los Mejores Corridos” de Antonio Aguilar.

Todavía hoy puedo recordar exactamente el orden y el lado de cada una de las canciones de distintos álbumes contenidos en aquellos cartuchos: “Sticky fingers” de los Rolling Stones, “Up to date” de la Familia Patridge o el “Red Rose Speedway” de Paul McCartney y los Wings. ¡Qué tiempos aquéllos! Pensando en esto, hoy te presento un reto: trata de desligar la música de tu vida.

Sería una tarea para la que habrías de identificar los procesos invisibles que convierten la música en una presencia continua de todo lo que haces y te aseguro que este desafío está de antemano perdido. Estoy cierto de que absolutamente nadie duda de la importancia y trascendencia de la música en la educación, pero ¿es verdad que está presente en los salones y programas de nuestro país? Resulta incomprensible que, todavía hoy, no se le dé a la educación musical en la etapa infantil la importancia, valor y relevancia que merece.

La música es, sin lugar a dudas, el medio más eficaz para integrar en nuestro cerebro datos que han de durar en nuestra memoria por mucho tiempo además de acompañarnos constantemente. Es un lenguaje universal, amado por niños y adultos en todas las culturas del mundo.

Los niños tienen una inclinación desinhibida a moverse, bailar y hacer música, así como una capacidad innata para apreciarla. Las actividades musicales se deben incluir en la vida diaria del aula y debe respetarse tanto o más que otras materias curriculares.

La música debiera ser una materia obligatoria en la educación en México. Son ya algunos pedagogos musicales como César Tort, quienes han señalado la necesidad de introducir el desarrollo musical como parte tanto de los objetivos de los planes de estudio nacionales como del eje curricular y no solamente como parte de una fracción de Expresión y Apreciación Artística.

Las intervenciones musicales aportan beneficios a los niños no únicamente a corto sino a mediano y largo plazo en el desarrollo humano, siempre y cuando se lleven a cabo de manera sistemática y continua.

Y aunque nuestro país ha tenido avances significativos con la inclusión de programas curriculares estructurados en las áreas artísticas, aún no es suficiente. Edgar Willems, músico belga, desde 1989, dejó claro que el desarrollo musical requiere de estimulación intencionada y constante.

Explicaba que éste se logra “practicando desde la infancia las canciones, un instrumento melódico, un instrumento armónico, así como el solfeo y más tarde, el canto” […] Lamentablemente a la fecha, la mayoría de las escuelas abordan la Educación Artística como una materia de “relleno”. Al igual que sucede en la adquisición del lenguaje, el ambiente tiene una notable importancia en el desarrollo musical.

Ya lo decía Platón: “La educación musical es un instrumento mucho más potente que cualquier otro, porque el ritmo y la armonía hacen su camino hacia los rincones interiores del alma”.