/ lunes 25 de mayo de 2020

La nueva normalidad

La nueva normalidad no existe. Se ha impulsado la idea que vamos a vivir una nueva realidad, una nueva forma de vivir, una serie de cambios de hábitos en la forma de convivir como seres humanos. Niego que haya una nueva normalidad, pero sí acepto que habrá que cambiar nuestro estilo de vida, que es diferente a una nueva normalidad, la cual como tesis no es aceptable ya que impone un estilo de vida y le quita la libertad al ser humano.

Lo que sí acepto es que tenemos que cambiar como seres humanos para mejorar nuestras condiciones de vida. Las experiencias que han narrado autores como Yuval Noah Harari en el “Homo Deus”, es que el hombre ha querido jugar a ser Dios. Ese es el gran problema, tenemos que reconocer nuestra naturaleza, ser más humanos, más personas, con más valores y entender los ciclos de la humanidad.

Decía Noah que la humanidad ha tenido a lo largo de su historia tres grandes temas en la agenda mundial: el hambre, la guerra y la pandemia. Al parecer no hemos entendido las lecciones de historia que dejó millones de muertes por la peste negra producida por las pulgas en Asia donde se calcularon entre 75 y 200 millones de muertes humanas en el año de 1330. Es claro que los cálculos son muy distantes y por ello hoy comprendo mejor que no tengamos un registro exacto de cuántas muertas tenemos en México y en especial en nuestro estado de Chihuahua, en Juárez y en la misma capital del estado por el COVID - 19.

Tampoco hemos reconocido los miles o millones de vida cobrados por la viruela que trajeron lo españoles a la Nueva España en 1520. La sífilis, la viruela, la gripe, la tuberculosis en Hawai en 1778. La gripe española del siglo pasado (1919) que calculó un total de entre 50 y 100 millones de muertos. En conclusión, las bacterias, los virus, las enfermedades de contagio han sido progresivas y la sociedad y la humanidad no ha entendido y creen saberlo todo sin ponerse a pensar que la realidad va a superar a la ficción en la que pretendemos vivir. El COVID – 19 es sólo uno de los virus asesinos mas nuevos y cuya cura o prevención no se ve cerca y está acompañado de otros inquilinos que deseamos lejos de casa: Ébola, Sars, VIH.

Desde pequeño he escuchado que tenemos que retomar hábitos de limpieza que se han roto: lavarse las manos antes de comer, bañarse diariamente, lavar la ropa, desinfectar frutas y verduras, comer sanamente, llevar a los niños a vacunar, hacer ejercicio diariamente o al menos tres veces por semana. Sin embargo, y pesar de las recomendaciones no hemos podido imponer una norma estricta en miles de hogares, por pereza, por descuido, por ignorancia, por rebeldía y por mil excusas más, hoy paganos el desorden que tenemos.

Quizá no tenemos ya el problema inmediato del hambre pero sí tenemos producto de la misma inconsciencia otros más graves como la obesidad. Existe pobreza alimentaria, no necesitamos ir a África, tampoco es necesario ir a los municipios de la Alta o Baja Tarahumara chihuahuense. La tenemos en los principales municipios chihuahuenses y en mayor magnitud. No los queremos “ver” pero los datos así lo indican ya que tan sólo en Ciudad Juárez hay en pobreza extrema un número de habitantes que suman igual número de habitantes en pobreza extrema de 45 de los 67 municipios del estado. ¿Por qué no los vemos? Porque estamos acostumbrados a esa “normalidad”, es normal no observar.

La nueva normalidad no existe, lo que hay es un desequilibrio en el crecimiento material y económico de la humanidad. Se debe buscar el equilibrio ecológico para establecer una estabilidad ecológica, por ello las energías limpias deben impulsarse a pesar de que el actual gobierno trate de que sigamos consumiendo energías contaminantes. No aceptamos también la idea de que hay un dilema ético para decidir quién vive y quien muere. No podríamos decidir a cuál víctima del COVID – 19 le resolvemos el problema técnico, porque no es un problema de esa naturaleza es un dilema de vida o muerte y nos apegamos a la Declaración universal de los derechos de la humanidad: Todo ser humano tiene derecho a la vida. No hay discusión que valga.

En conclusión, hay que prepararse para después de la pandemia, hay necesidad de crear vías alternas y pacíficas para resolver problemas, recordemos que el conocimiento resurge como fuente de autosuficiencia, tenemos que reciclar, gastar menos y sólo en cuestiones necesarias, hay que innovar para crear ahorro, hay que inventar nuestros estilos de vida que nos permitan salir de la recesión económica, habrá falta de empleos, la baja productividad, las amenazas a los sectores productivos y la amenaza de un nuevo orden de vida impuesto atentan en contra del homo sapiens.

La nueva normalidad no existe. Se ha impulsado la idea que vamos a vivir una nueva realidad, una nueva forma de vivir, una serie de cambios de hábitos en la forma de convivir como seres humanos. Niego que haya una nueva normalidad, pero sí acepto que habrá que cambiar nuestro estilo de vida, que es diferente a una nueva normalidad, la cual como tesis no es aceptable ya que impone un estilo de vida y le quita la libertad al ser humano.

Lo que sí acepto es que tenemos que cambiar como seres humanos para mejorar nuestras condiciones de vida. Las experiencias que han narrado autores como Yuval Noah Harari en el “Homo Deus”, es que el hombre ha querido jugar a ser Dios. Ese es el gran problema, tenemos que reconocer nuestra naturaleza, ser más humanos, más personas, con más valores y entender los ciclos de la humanidad.

Decía Noah que la humanidad ha tenido a lo largo de su historia tres grandes temas en la agenda mundial: el hambre, la guerra y la pandemia. Al parecer no hemos entendido las lecciones de historia que dejó millones de muertes por la peste negra producida por las pulgas en Asia donde se calcularon entre 75 y 200 millones de muertes humanas en el año de 1330. Es claro que los cálculos son muy distantes y por ello hoy comprendo mejor que no tengamos un registro exacto de cuántas muertas tenemos en México y en especial en nuestro estado de Chihuahua, en Juárez y en la misma capital del estado por el COVID - 19.

Tampoco hemos reconocido los miles o millones de vida cobrados por la viruela que trajeron lo españoles a la Nueva España en 1520. La sífilis, la viruela, la gripe, la tuberculosis en Hawai en 1778. La gripe española del siglo pasado (1919) que calculó un total de entre 50 y 100 millones de muertos. En conclusión, las bacterias, los virus, las enfermedades de contagio han sido progresivas y la sociedad y la humanidad no ha entendido y creen saberlo todo sin ponerse a pensar que la realidad va a superar a la ficción en la que pretendemos vivir. El COVID – 19 es sólo uno de los virus asesinos mas nuevos y cuya cura o prevención no se ve cerca y está acompañado de otros inquilinos que deseamos lejos de casa: Ébola, Sars, VIH.

Desde pequeño he escuchado que tenemos que retomar hábitos de limpieza que se han roto: lavarse las manos antes de comer, bañarse diariamente, lavar la ropa, desinfectar frutas y verduras, comer sanamente, llevar a los niños a vacunar, hacer ejercicio diariamente o al menos tres veces por semana. Sin embargo, y pesar de las recomendaciones no hemos podido imponer una norma estricta en miles de hogares, por pereza, por descuido, por ignorancia, por rebeldía y por mil excusas más, hoy paganos el desorden que tenemos.

Quizá no tenemos ya el problema inmediato del hambre pero sí tenemos producto de la misma inconsciencia otros más graves como la obesidad. Existe pobreza alimentaria, no necesitamos ir a África, tampoco es necesario ir a los municipios de la Alta o Baja Tarahumara chihuahuense. La tenemos en los principales municipios chihuahuenses y en mayor magnitud. No los queremos “ver” pero los datos así lo indican ya que tan sólo en Ciudad Juárez hay en pobreza extrema un número de habitantes que suman igual número de habitantes en pobreza extrema de 45 de los 67 municipios del estado. ¿Por qué no los vemos? Porque estamos acostumbrados a esa “normalidad”, es normal no observar.

La nueva normalidad no existe, lo que hay es un desequilibrio en el crecimiento material y económico de la humanidad. Se debe buscar el equilibrio ecológico para establecer una estabilidad ecológica, por ello las energías limpias deben impulsarse a pesar de que el actual gobierno trate de que sigamos consumiendo energías contaminantes. No aceptamos también la idea de que hay un dilema ético para decidir quién vive y quien muere. No podríamos decidir a cuál víctima del COVID – 19 le resolvemos el problema técnico, porque no es un problema de esa naturaleza es un dilema de vida o muerte y nos apegamos a la Declaración universal de los derechos de la humanidad: Todo ser humano tiene derecho a la vida. No hay discusión que valga.

En conclusión, hay que prepararse para después de la pandemia, hay necesidad de crear vías alternas y pacíficas para resolver problemas, recordemos que el conocimiento resurge como fuente de autosuficiencia, tenemos que reciclar, gastar menos y sólo en cuestiones necesarias, hay que innovar para crear ahorro, hay que inventar nuestros estilos de vida que nos permitan salir de la recesión económica, habrá falta de empleos, la baja productividad, las amenazas a los sectores productivos y la amenaza de un nuevo orden de vida impuesto atentan en contra del homo sapiens.