/ sábado 8 de febrero de 2020

La oportunidad de los mercados emergentes

De acuerdo con las estimaciones hechas por McKinsey & Company, una de las principales consultoras globales de administración estratégica, durante los próximos 20 años, los mercados emergentes y economías en desarrollo, entre las que se encuentra México, impulsarán el crecimiento mundial debido a la enorme demanda de bienes y servicios.

El pronóstico indica que para el 2025 se alcanzarán los 62 mil millones de dólares y la mitad del ese aumento en el consumo provendrá de países en desarrollo; para el mismo año se calcula que el 65% de la producción mundial en la industria manufacturera llegará a mercados emergentes.

México, actualmente cuenta con una población joven, lo que le brinda una gran ventaja sobre sus competidores al estar bien considerado entre los países con la mano de obra disponible y necesaria para la instalación de nuevos procesos productivos, además del conocimiento que se ha generado a lo largo de más de 50 años de proceso industriales.

Sin embargo, es necesario acelerar el proceso formativo de los jóvenes y acortar su etapa de integración al mercado laboral porque, como es natural, las pensiones de quienes hoy gozan de buenos salarios pueden verse comprometidas por las pocas y bajas aportaciones de quienes se incorporan actualmente al campo de trabajo, además de los efectos que producirá la contracción de la población en edad laboral debido a las jubilaciones, pudiendo abrir una brecha entre ricos y pobres, desapareciendo la clase media.

Entre las recomendaciones que hacen entidades económicas, como el Fondo Monetario Internacional, está consolidar las economías de los países aumentando la productividad, incrementando también la fuerza laboral y, de manera paralela, implementando sistemas de apoyo a la vejez pero que sean viables, transparentes y sostenibles.

Las cuatro principales fuentes de financiamiento son la inversión pública nacional, la inversión pública internacional, la inversión privada nacional y la inversión privada internacional; es decir que, en cualquier caso, la cooperación entre el gobierno y las empresas es necesaria para generar prosperidad; el gobierno debe ser un facilitador y el empresariado un generador de riqueza. Cualquier confusión, generaría distorsión en la economía.

El gobierno federal tiene una oportunidad muy grande para realizar los cambios necesarios que impulsen el trabajo colaborativo. Solamente se pueden tener políticas de inclusión en sociedades con crecimiento, sin crecimiento aumenta la pobreza y la pobreza es excluyente. Pero si los políticos continúan diciendo que no importa el crecimiento, sino lo que importa es el desarrollo… entonces no estamos entendiendo nada.

De acuerdo con las estimaciones hechas por McKinsey & Company, una de las principales consultoras globales de administración estratégica, durante los próximos 20 años, los mercados emergentes y economías en desarrollo, entre las que se encuentra México, impulsarán el crecimiento mundial debido a la enorme demanda de bienes y servicios.

El pronóstico indica que para el 2025 se alcanzarán los 62 mil millones de dólares y la mitad del ese aumento en el consumo provendrá de países en desarrollo; para el mismo año se calcula que el 65% de la producción mundial en la industria manufacturera llegará a mercados emergentes.

México, actualmente cuenta con una población joven, lo que le brinda una gran ventaja sobre sus competidores al estar bien considerado entre los países con la mano de obra disponible y necesaria para la instalación de nuevos procesos productivos, además del conocimiento que se ha generado a lo largo de más de 50 años de proceso industriales.

Sin embargo, es necesario acelerar el proceso formativo de los jóvenes y acortar su etapa de integración al mercado laboral porque, como es natural, las pensiones de quienes hoy gozan de buenos salarios pueden verse comprometidas por las pocas y bajas aportaciones de quienes se incorporan actualmente al campo de trabajo, además de los efectos que producirá la contracción de la población en edad laboral debido a las jubilaciones, pudiendo abrir una brecha entre ricos y pobres, desapareciendo la clase media.

Entre las recomendaciones que hacen entidades económicas, como el Fondo Monetario Internacional, está consolidar las economías de los países aumentando la productividad, incrementando también la fuerza laboral y, de manera paralela, implementando sistemas de apoyo a la vejez pero que sean viables, transparentes y sostenibles.

Las cuatro principales fuentes de financiamiento son la inversión pública nacional, la inversión pública internacional, la inversión privada nacional y la inversión privada internacional; es decir que, en cualquier caso, la cooperación entre el gobierno y las empresas es necesaria para generar prosperidad; el gobierno debe ser un facilitador y el empresariado un generador de riqueza. Cualquier confusión, generaría distorsión en la economía.

El gobierno federal tiene una oportunidad muy grande para realizar los cambios necesarios que impulsen el trabajo colaborativo. Solamente se pueden tener políticas de inclusión en sociedades con crecimiento, sin crecimiento aumenta la pobreza y la pobreza es excluyente. Pero si los políticos continúan diciendo que no importa el crecimiento, sino lo que importa es el desarrollo… entonces no estamos entendiendo nada.