/ jueves 29 de octubre de 2020

La política es una actividad no esencial

La política es una actividad no esencial en este momento, por lo cual debería cerrar o, por lo menos, reducir su poder e influencia al mínimo posible, dando paso a la libertad individual. El gobierno, que se desprende de la política y es ese grupo de personas que concentran el poder, está desarrollando actividades que no solo no necesita el mercado, sino que además descoordinan las actividades que mejoran la calidad de vida y de manera autoritaria clasifican a las actividades entre esenciales y no esenciales, como si de todas las actividades no dependiera el progreso de los ciudadanos.

Lo dije a principios de mayo en una publicación titulada “Urge levantar la cuarentena” y lo repito textualmente ahora en octubre: “Las medidas que han tomado las autoridades, tanto políticos como médicos, a estas alturas están completamente faltas de credibilidad y además, son decisiones contrariadas que perjudican al correcto funcionamiento de la sociedad. El ‘toque de queda’ o las ‘medidas de reforzamiento para prevenir contagios’, son un acto completamente violatorio hacia los ciudadanos. Pero además, son un acto que denota una falta de criterio para la gobernanza. Porque además de la falta de criterio para gobernar, también existe una inmoralidad, pues: ¿Quiénes son los políticos para determinar cuáles actividades son esenciales y cuáles no? En su error, no se dan cuenta que para un peluquero, un taquero o un vendedor de segundas, esa actividad con la que se sostienen económicamente, es esencial para su bienestar”.

El confinamiento es ineficiente y menos aún en países tercermundistas como México, en donde una casa, en determinadas condiciones materiales, termina convirtiéndose en un foco de infección. Andrew Cuomo, gobernador del estado de Nueva York, Estados Unidos, también a principios de mayo dijo y dio a conocer que de las personas hospitalizadas por contagio del SARS-Cov-2, el 66% provenían de su casa o reportaban haber estado confinadas y el 18% eran contagios provenientes de asilos de ancianos. Pero además, ya hay suficientes datos que indican quiénes pertenecen a los tres principales grupos de riesgo: las personas de cualquier edad con enfermedades, los hombres mayores de 65 años y posteriormente, con un poco menos de riesgo, las mujeres mayores de 65 años.

Y por si fueran pocos datos, hay más que comprueban la ineficacia del confinamiento: Brasil no hizo cuarentena y tiene una tasa de letalidad de 2.9%, igual que Francia en donde sí han habido medidas extremas; Argentina hizo la cuarentena más larga y más estricta y tiene una tasa de letalidad de 2.7%, mientras que Estados Unidos, que ha sido muy criticado, tiene una tasa de letalidad de 2.6%. Los peores porcentajes son los de Yemén con 29.1% y México con 10%, de acuerdo con la escuela de medicina Johns Hopkins. El problema tampoco es la obesidad, pues de acuerdo con World Population Review, Estados Unidos tiene un porcentaje de obesidad adulta de 36.2%, México de 28.9% y Argentina de 28.3%, y ambos países tienen menor letalidad comparados con México. En cuanto a la edad, de acuerdo con la librería de la Central Intelligence Agency de Estados Unidos, los países con un promedio de edad mayor son el principado de Mónaco, Japón, Alemania e Italia, mientras que México está en el lugar 132, siendo uno de los países más jóvenes con 29 años en promedio de edad.

Algo no hemos aprendido como para no ser capaces, desde el área médica, de bajar la tasa de letalidad del virus y mejorar las condiciones sanitarias. Algo no han aprendido los políticos que por eso siguen interviniendo en las actividades esenciales para el progreso y bienestar de los ciudadanos, y ante el fracaso rotundo de sus decisiones, justifican mayores y más amplias intervenciones. La sociedad solo necesita un marco de actuación capaz de generar igualdad ante la ley, las personas pueden procurar su bienestar con reglas claras y así, los ciudadanos son capaces de enfocar, coordinar y dirigir sus actividades al bienestar y satisfacción de sus necesidades. La sociedad es un conjunto de individualidades que generan procesos espontáneos muy complejos de interacciones humanas, no hay motivo para pensar que la política es una actividad esencial.

La política es una actividad no esencial en este momento, por lo cual debería cerrar o, por lo menos, reducir su poder e influencia al mínimo posible, dando paso a la libertad individual. El gobierno, que se desprende de la política y es ese grupo de personas que concentran el poder, está desarrollando actividades que no solo no necesita el mercado, sino que además descoordinan las actividades que mejoran la calidad de vida y de manera autoritaria clasifican a las actividades entre esenciales y no esenciales, como si de todas las actividades no dependiera el progreso de los ciudadanos.

Lo dije a principios de mayo en una publicación titulada “Urge levantar la cuarentena” y lo repito textualmente ahora en octubre: “Las medidas que han tomado las autoridades, tanto políticos como médicos, a estas alturas están completamente faltas de credibilidad y además, son decisiones contrariadas que perjudican al correcto funcionamiento de la sociedad. El ‘toque de queda’ o las ‘medidas de reforzamiento para prevenir contagios’, son un acto completamente violatorio hacia los ciudadanos. Pero además, son un acto que denota una falta de criterio para la gobernanza. Porque además de la falta de criterio para gobernar, también existe una inmoralidad, pues: ¿Quiénes son los políticos para determinar cuáles actividades son esenciales y cuáles no? En su error, no se dan cuenta que para un peluquero, un taquero o un vendedor de segundas, esa actividad con la que se sostienen económicamente, es esencial para su bienestar”.

El confinamiento es ineficiente y menos aún en países tercermundistas como México, en donde una casa, en determinadas condiciones materiales, termina convirtiéndose en un foco de infección. Andrew Cuomo, gobernador del estado de Nueva York, Estados Unidos, también a principios de mayo dijo y dio a conocer que de las personas hospitalizadas por contagio del SARS-Cov-2, el 66% provenían de su casa o reportaban haber estado confinadas y el 18% eran contagios provenientes de asilos de ancianos. Pero además, ya hay suficientes datos que indican quiénes pertenecen a los tres principales grupos de riesgo: las personas de cualquier edad con enfermedades, los hombres mayores de 65 años y posteriormente, con un poco menos de riesgo, las mujeres mayores de 65 años.

Y por si fueran pocos datos, hay más que comprueban la ineficacia del confinamiento: Brasil no hizo cuarentena y tiene una tasa de letalidad de 2.9%, igual que Francia en donde sí han habido medidas extremas; Argentina hizo la cuarentena más larga y más estricta y tiene una tasa de letalidad de 2.7%, mientras que Estados Unidos, que ha sido muy criticado, tiene una tasa de letalidad de 2.6%. Los peores porcentajes son los de Yemén con 29.1% y México con 10%, de acuerdo con la escuela de medicina Johns Hopkins. El problema tampoco es la obesidad, pues de acuerdo con World Population Review, Estados Unidos tiene un porcentaje de obesidad adulta de 36.2%, México de 28.9% y Argentina de 28.3%, y ambos países tienen menor letalidad comparados con México. En cuanto a la edad, de acuerdo con la librería de la Central Intelligence Agency de Estados Unidos, los países con un promedio de edad mayor son el principado de Mónaco, Japón, Alemania e Italia, mientras que México está en el lugar 132, siendo uno de los países más jóvenes con 29 años en promedio de edad.

Algo no hemos aprendido como para no ser capaces, desde el área médica, de bajar la tasa de letalidad del virus y mejorar las condiciones sanitarias. Algo no han aprendido los políticos que por eso siguen interviniendo en las actividades esenciales para el progreso y bienestar de los ciudadanos, y ante el fracaso rotundo de sus decisiones, justifican mayores y más amplias intervenciones. La sociedad solo necesita un marco de actuación capaz de generar igualdad ante la ley, las personas pueden procurar su bienestar con reglas claras y así, los ciudadanos son capaces de enfocar, coordinar y dirigir sus actividades al bienestar y satisfacción de sus necesidades. La sociedad es un conjunto de individualidades que generan procesos espontáneos muy complejos de interacciones humanas, no hay motivo para pensar que la política es una actividad esencial.