/ sábado 22 de agosto de 2020

La salud mental un vericueto olvidado

Todo mundo lo sabe, la vida se edifica y se escribe sobre fragmentos imprescindibles entre la construcción y la malversación de la memoria.

Fragmentos que muestran al ser humano inmerso en un vericueto en el que olvida, fracasa, se hunde, se enferma, se recupera y vuelve a levantarse, para recordar todos aquellos propósitos que quedaron pendientes.

Sin embargo existen tiempos prolongados que se oponen a una realidad que otros no alcanzan a ver.

Y me refiero a la salud mental del individuo, que no recibe la misma atención que la salud física, a pesar de ser tan importante como ésta.

Bajo este precepto, la salud mental de millones de personas se ha deteriorado por la pandemia en la que estamos inmersos.

Desde luego que los problemas de salud mental no se contagian, ni se esconden, están ahí presentes afectando a una buena parte de la población, bajo la sombra de la desesperanza e incertidumbre; provocando ansiedad estrés y depresión, que son detonantes de discapacidad en los individuos; para llegar al sufrimiento emocional y terminar por quitarse la vida.

En el 2019 se registraron en el mundo aproximadamente 800 mil muertes por suicidio y de acuerdo a estos datos, se alcanzó la cifra anual de 11.4 por cada 100 mil habitantes.

En el caso de nuestro país, para el 2017, el INEGI reportó 5.2 muertes por suicidio por cada 100 mil habitantes, siendo ésta la cuarta causa de muerte en hombres, y la quinta en mujeres en todos los grupos de edad, y la segunda si se limita al rango de edad “productivo”.

Se estima que la depresión en México cuesta aproximadamente 14 billones de dólares por año debido al ausentismo y las horas perdidas dentro del trabajo.

Los especialistas mencionan, que el individuo no alcanza a huir de la tristeza cotidiana, para vivir con plenitud; ya que no tiene los aspectos básicos para motivarse como son: vivienda, alimento y vestido a través de un trabajo remunerado.

Así surge un malestar existencial, que se refleja en una vida insoportable inundada de caos, donde el abismo es oscuro y vertiginoso.

Curiosamente conforme el ser humano crece y se fortalece, en un mundo interconectado por la globalización, al mismo tiempo decrece y fracasa frente a grandes problemas de salud que no termina por resolver.

Si a esta situación añadimos la enfermedad provocada por covid-19 y su dimensión psicológica, el problema de salud mental que se avecina será más grave por las heridas de fatalidad y muerte que dejara a su paso.

La situación se torna incierta, por los cuestionamientos e incertidumbres y las pocas respuestas que nos ayudan a resolver un problema que pocos alcanzan a ver sus dimensiones; por el alto riesgo que corre la vida, que por supuesto está expuesta a la angustia y la paranoia.

La pandemia de coronavirus ha recorrido el mundo y sembrado un impacto negativo afectando nuestro bienestar individual y colectivo; amenazando la estabilidad de la salud.

El desorden y la ambivalencia se recrudecen, cuando algún familiar tiene un problema de salud mental; en un intento buscamos más que el origen; la armonía y las posibilidades para su cura definitiva.

Los mitos tan solo han quedado en la imaginación de aquellos que sufren de un problema de salud mental; al final de este largo esfuerzo, el cielo es tan solo un anhelo o tal vez una profecía, los rostros simplemente muestran un sufrimiento que cada día es exacerbado.

[…El duelo al miedo, nos ha orientado a enfrentar a los dioses, pero solo es una ilusión, ya que aquellos se han quedado callados…]

No hay la menor dudad, la realidad nos hace tomar consciencia para retomar viejos proyectos, que se quedaron guardados en un cajón; y la oportunidad para pasar más tiempo con la familia.

Cabe destacar que nuestra especie detesta la incertidumbre y no sabemos lidiar con ella. En ocasiones, como bien lo dice T. S. Eliot, en uno de sus poemas que no contamos con las agallas suficientes para lidiar con la realidad:

[…Bueno, bueno, dice el pájaro, / la especie humana no puede soportar / demasiada realidad…]

Razón de más para ver la farola, con la esperanza de entender y comprender un problema de salud mental; podríamos hacer los mismo una y otra vez, pero con resultados diferentes; no lo podemos negar, y eso simplemente se llama actitud.

De esta forma podemos enfrentar los vericuetos de una amenaza emocional que está latente; como es un problema de salud mental; y eso debe ser una prioridad.

Todo mundo lo sabe, la vida se edifica y se escribe sobre fragmentos imprescindibles entre la construcción y la malversación de la memoria.

Fragmentos que muestran al ser humano inmerso en un vericueto en el que olvida, fracasa, se hunde, se enferma, se recupera y vuelve a levantarse, para recordar todos aquellos propósitos que quedaron pendientes.

Sin embargo existen tiempos prolongados que se oponen a una realidad que otros no alcanzan a ver.

Y me refiero a la salud mental del individuo, que no recibe la misma atención que la salud física, a pesar de ser tan importante como ésta.

Bajo este precepto, la salud mental de millones de personas se ha deteriorado por la pandemia en la que estamos inmersos.

Desde luego que los problemas de salud mental no se contagian, ni se esconden, están ahí presentes afectando a una buena parte de la población, bajo la sombra de la desesperanza e incertidumbre; provocando ansiedad estrés y depresión, que son detonantes de discapacidad en los individuos; para llegar al sufrimiento emocional y terminar por quitarse la vida.

En el 2019 se registraron en el mundo aproximadamente 800 mil muertes por suicidio y de acuerdo a estos datos, se alcanzó la cifra anual de 11.4 por cada 100 mil habitantes.

En el caso de nuestro país, para el 2017, el INEGI reportó 5.2 muertes por suicidio por cada 100 mil habitantes, siendo ésta la cuarta causa de muerte en hombres, y la quinta en mujeres en todos los grupos de edad, y la segunda si se limita al rango de edad “productivo”.

Se estima que la depresión en México cuesta aproximadamente 14 billones de dólares por año debido al ausentismo y las horas perdidas dentro del trabajo.

Los especialistas mencionan, que el individuo no alcanza a huir de la tristeza cotidiana, para vivir con plenitud; ya que no tiene los aspectos básicos para motivarse como son: vivienda, alimento y vestido a través de un trabajo remunerado.

Así surge un malestar existencial, que se refleja en una vida insoportable inundada de caos, donde el abismo es oscuro y vertiginoso.

Curiosamente conforme el ser humano crece y se fortalece, en un mundo interconectado por la globalización, al mismo tiempo decrece y fracasa frente a grandes problemas de salud que no termina por resolver.

Si a esta situación añadimos la enfermedad provocada por covid-19 y su dimensión psicológica, el problema de salud mental que se avecina será más grave por las heridas de fatalidad y muerte que dejara a su paso.

La situación se torna incierta, por los cuestionamientos e incertidumbres y las pocas respuestas que nos ayudan a resolver un problema que pocos alcanzan a ver sus dimensiones; por el alto riesgo que corre la vida, que por supuesto está expuesta a la angustia y la paranoia.

La pandemia de coronavirus ha recorrido el mundo y sembrado un impacto negativo afectando nuestro bienestar individual y colectivo; amenazando la estabilidad de la salud.

El desorden y la ambivalencia se recrudecen, cuando algún familiar tiene un problema de salud mental; en un intento buscamos más que el origen; la armonía y las posibilidades para su cura definitiva.

Los mitos tan solo han quedado en la imaginación de aquellos que sufren de un problema de salud mental; al final de este largo esfuerzo, el cielo es tan solo un anhelo o tal vez una profecía, los rostros simplemente muestran un sufrimiento que cada día es exacerbado.

[…El duelo al miedo, nos ha orientado a enfrentar a los dioses, pero solo es una ilusión, ya que aquellos se han quedado callados…]

No hay la menor dudad, la realidad nos hace tomar consciencia para retomar viejos proyectos, que se quedaron guardados en un cajón; y la oportunidad para pasar más tiempo con la familia.

Cabe destacar que nuestra especie detesta la incertidumbre y no sabemos lidiar con ella. En ocasiones, como bien lo dice T. S. Eliot, en uno de sus poemas que no contamos con las agallas suficientes para lidiar con la realidad:

[…Bueno, bueno, dice el pájaro, / la especie humana no puede soportar / demasiada realidad…]

Razón de más para ver la farola, con la esperanza de entender y comprender un problema de salud mental; podríamos hacer los mismo una y otra vez, pero con resultados diferentes; no lo podemos negar, y eso simplemente se llama actitud.

De esta forma podemos enfrentar los vericuetos de una amenaza emocional que está latente; como es un problema de salud mental; y eso debe ser una prioridad.