/ martes 4 de diciembre de 2018

Lo que no crece, decrece

Lo positivo de la llegada del nuevo Gobierno Federal, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, es que hay margen de mejora. Lo negativo es que no está claro cómo se va a realizar la mejora. En cualquier actividad, las cuestiones técnicas son uno de los factores más importantes para lograr los objetivos. Y en este caso, se tienen que realizar nuevas configuraciones para cumplir con las propuestas.

El primer cambio, quizá, debe hacerse en el discurso, en el lenguaje. Andrés Manuel López Obrador ya no es oposición, ya es el presidente, por lo que no es conveniente dividir a la gente con el uso de palabras como “fifí” que aportan poco y terminan convirtiéndose en una moda que repercute en la manera de actuar, dividiendo a “fifís” y “chairos”.

“El lenguaje constituye un instrumento de razón y un medio de actuación social”, dice Ludwing Von Mises, en la página 278, del capítulo 10 llamado “La trascendencia de las ideas”, de su libro y más grande obra: “La acción humana”. Es decir, que todas las ideas desencadenan acciones. Y la idea de un discurso divisorio o que desprecia a lo que no es igual, evidentemente no contribuye a la cohesión social.

En lo que atañe a los pueblos indígenas, no existe racismo y opresión tal y como el presidente lo mencionó en su discurso en el Zócalo de la Ciudad de México. Hay un problema de integración de indígenas a los sectores productivos y a las zonas urbanas, pero eso es diferente. Incluso, contradiciendo a su postura, no encuentro razón para darle preferencia a los pueblos indígenas del país.

De acuerdo con la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas por parte del Gobierno Federal, con base en los datos de niños, niñas y adolescentes de la Encuesta Intercensal 2015 hecha por el INEGI, hay 4.6 millones de indígenas de 0 a 17 años, y de acuerdo con cifras de UNICEF y CONEVAL, hay 36.4 millones de mexicanos (incluyendo indígenas), de 0 a 17 años, de los cuales 19.6 millones están en situación de pobreza. Es decir, que hay 15 millones de menores que no son indígenas y que carecen de recursos básicos.

Los pueblos indígenas no tienen porque ser tratados con especial cuidado para preservar las raíces del país, sino que deben ser integrados a las actividades productivas que mejor les convengan. El turismo es una actividad que puede beneficiar a los pueblos indígenas. La producción de sus productos de manera industrial o en masa es otra actividad que puede ayudar al desarrollo y bienestar de sus habitantes.

En 1948, el gobierno de la India decidió proteger a los trabajadores de la industria textil para producir vestimentas tradicionales pero las consecuencias fueron negativas. En su momento, la industria textil mejoró, se modernizó, pero con base a subsidios del gobierno, aplicando impuestos a otras industrias, lo cual terminó siendo perjudicial para unos en favor de otros. A los pueblos indígenas hay que buscarles la manera de integrarlos. Si pueden competir corriendo maratones, seguramente pueden competir en otros aspectos.

En cuanto a la promesa de campaña de quitar a los militares de las calles, el nuevo presidente midió mal la situación y no se dio cuenta de la gravedad, lo que lo llevó a contradecirse. Es una situación difícil, porque el mismo general Salvador Cienfuegos ha declarado que lo mejor es regresar la milicia a los cuarteles, pero ahora Andrés Manuel López Obrador requiere del apoyo de las fuerzas armadas. A ver cómo termina esa situación.

La cuestión económica también tiene serias contradicciones y dificultades. Aristóteles Núñez, socio de ANS Consulting y anterior jefe del SAT, ha declarado públicamente que, para cumplir con todas las promesas de campaña, el nuevo presidente no debe bajar los impuestos como lo mencionó para la zona fronteriza. Incluso, quizá, tenga que aumentarlos para fortalecerse económicamente y poder hacer frente a todos los compromisos.

En términos generales, nos queda claro lo que Andrés Manuel López Obrador va a hacer, lo que no nos queda claro es cómo lo va hacer. Pero seamos optimistas. Ojalá que el país crezca, porque lo que no crece… decrece, pero no se mantiene igual.

Lo positivo de la llegada del nuevo Gobierno Federal, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, es que hay margen de mejora. Lo negativo es que no está claro cómo se va a realizar la mejora. En cualquier actividad, las cuestiones técnicas son uno de los factores más importantes para lograr los objetivos. Y en este caso, se tienen que realizar nuevas configuraciones para cumplir con las propuestas.

El primer cambio, quizá, debe hacerse en el discurso, en el lenguaje. Andrés Manuel López Obrador ya no es oposición, ya es el presidente, por lo que no es conveniente dividir a la gente con el uso de palabras como “fifí” que aportan poco y terminan convirtiéndose en una moda que repercute en la manera de actuar, dividiendo a “fifís” y “chairos”.

“El lenguaje constituye un instrumento de razón y un medio de actuación social”, dice Ludwing Von Mises, en la página 278, del capítulo 10 llamado “La trascendencia de las ideas”, de su libro y más grande obra: “La acción humana”. Es decir, que todas las ideas desencadenan acciones. Y la idea de un discurso divisorio o que desprecia a lo que no es igual, evidentemente no contribuye a la cohesión social.

En lo que atañe a los pueblos indígenas, no existe racismo y opresión tal y como el presidente lo mencionó en su discurso en el Zócalo de la Ciudad de México. Hay un problema de integración de indígenas a los sectores productivos y a las zonas urbanas, pero eso es diferente. Incluso, contradiciendo a su postura, no encuentro razón para darle preferencia a los pueblos indígenas del país.

De acuerdo con la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas por parte del Gobierno Federal, con base en los datos de niños, niñas y adolescentes de la Encuesta Intercensal 2015 hecha por el INEGI, hay 4.6 millones de indígenas de 0 a 17 años, y de acuerdo con cifras de UNICEF y CONEVAL, hay 36.4 millones de mexicanos (incluyendo indígenas), de 0 a 17 años, de los cuales 19.6 millones están en situación de pobreza. Es decir, que hay 15 millones de menores que no son indígenas y que carecen de recursos básicos.

Los pueblos indígenas no tienen porque ser tratados con especial cuidado para preservar las raíces del país, sino que deben ser integrados a las actividades productivas que mejor les convengan. El turismo es una actividad que puede beneficiar a los pueblos indígenas. La producción de sus productos de manera industrial o en masa es otra actividad que puede ayudar al desarrollo y bienestar de sus habitantes.

En 1948, el gobierno de la India decidió proteger a los trabajadores de la industria textil para producir vestimentas tradicionales pero las consecuencias fueron negativas. En su momento, la industria textil mejoró, se modernizó, pero con base a subsidios del gobierno, aplicando impuestos a otras industrias, lo cual terminó siendo perjudicial para unos en favor de otros. A los pueblos indígenas hay que buscarles la manera de integrarlos. Si pueden competir corriendo maratones, seguramente pueden competir en otros aspectos.

En cuanto a la promesa de campaña de quitar a los militares de las calles, el nuevo presidente midió mal la situación y no se dio cuenta de la gravedad, lo que lo llevó a contradecirse. Es una situación difícil, porque el mismo general Salvador Cienfuegos ha declarado que lo mejor es regresar la milicia a los cuarteles, pero ahora Andrés Manuel López Obrador requiere del apoyo de las fuerzas armadas. A ver cómo termina esa situación.

La cuestión económica también tiene serias contradicciones y dificultades. Aristóteles Núñez, socio de ANS Consulting y anterior jefe del SAT, ha declarado públicamente que, para cumplir con todas las promesas de campaña, el nuevo presidente no debe bajar los impuestos como lo mencionó para la zona fronteriza. Incluso, quizá, tenga que aumentarlos para fortalecerse económicamente y poder hacer frente a todos los compromisos.

En términos generales, nos queda claro lo que Andrés Manuel López Obrador va a hacer, lo que no nos queda claro es cómo lo va hacer. Pero seamos optimistas. Ojalá que el país crezca, porque lo que no crece… decrece, pero no se mantiene igual.