/ lunes 29 de marzo de 2021

¡Memento Mori!

‘‘Recuerda que eres mortal’’

El pueblo saturaba las calles y exclamaba ¡Ave César!; los generales desfilaban portando sus más sublimes armaduras, las doncellas paseaban reluciendo sus vestidos y joyas,, los senadores aplaudían y salían al encuentro de aquel magnánimo emperador que regresaba como conquistador de todo el mundo conocido.

Su paso era como el de un ser precios; en su rostro y en sus ojos se respiraba la grandeza de aquel hombre que extendía sus dominios sobre toda la tierra. Su marcha triunfal podía confundirse con la llegada de un ser divino que llenaba el ambiente con los más exquisitos perfumes y transformaba el dolor en dichosa alegría.

Sólo un hombre con semblante mesurado no se inmutaba ante la algarabía que imperaba en el ambiente: un esclavo que permanecía a un costado del emperador y que, muy cercano a su oído, con el tono propio de la sabiduría, le repetía una y otra vez “¡Memento Mori!” (recuerda que eres mortal).

Ya han pasado más de dos mil años y de aquella gloria e inmortalidad sólo quedan algunas ruinas. Todo el prestigio y deseos de inmortalidad terminaron con la muerte y ningún emperador romano, por más poderoso que fuera, pudo librarse de la descomposición de su cuerpo.

En nuestro México hay quienes con muy poco conquistado ya sienten delirios de divinidad, y exigen a sus súbditos que se les trate como a un ser que ha sido elegido entre todos los mortales para que salve a México de la profunda crisis moral, social y política por la que atraviesa.

Lo preocupante no es que MALO se sienta con la blasfema pretensión de compararse con el Verbo Encarnado, porque al final de cuentas sería su pecado; lo que es realmente gravoso es que sus lacayos se inclinen ante el tirano y le aplaudan todas sus erradas actuaciones hasta el punto de pregonar que MALO es comparable con Jesucristo.

Así lo hizo Antonio Attolini en el programa Tragaluz, en donde mencionó, con vergonzosa zalamería que Andrés Manuel se podía comparar con el Hijo de Dios por el sacrificio que estaba haciendo por México. Al poco tiempo salió también Estefanías Veloz para subirse al tren y decir que no era comparable porque Jesús no había llenado el Zócalo tantas veces.

MORENA predica un sectarismo sumamente peligroso que rebasa todos los límites y que comienza a enunciar un discurso ideológico mediante el cual quieren que todos los ciudadanos nos inclinemos ante su despotismo; algo así como lo que ocurre en China y en Corea del Norte donde sus líderes políticos son alabados con la imposición del Estado, y la sociedad tiene que guardar silencio para no perder la vida.

No es para nada sorpresivo estas ínfulas de superioridad y de hegemonía morenista; ¿cuántas veces hemos escuchado el estribillo “O se está con la transformación o se está en contra de la transformación"? Para ellos la lógica es que, quien no aprueba ni acompaña sus delirios, es un enemigo del país que merece ser perseguido por todo el aparato del régimen.

Con esa misma facultad inquisitiva con la que acusa, juzga y condena a quienes se le oponen, absuelve de manera discrecional y sin escrúpulos a los tan conocidos vividores que tanto daño le han hecho al país y que en años pasados tanto los había criticado; tal es el resonado caso de Elba Esther Gordillo, el ya trilladísimo René Bejarano, Alfonso Romo… y la lista continúa (lamentablemente). ¿Cuáles son las condiciones para obtener la redención? Que se ejecute una penosa humillación y unas cuantas adulaciones.

No se detendrán, y más allá de ganar las próximas elecciones, su objetivo es implementar un Estado dictatorial con políticas socialistas en el que ninguna voz disidente será tolerada. El 6 de junio podrá ser apenas un freno que disminuya la súbita caída hacía el abismo político, social, moral y económico al que esta divinizada 4T nos está dirigiendo.

‘‘Recuerda que eres mortal’’

El pueblo saturaba las calles y exclamaba ¡Ave César!; los generales desfilaban portando sus más sublimes armaduras, las doncellas paseaban reluciendo sus vestidos y joyas,, los senadores aplaudían y salían al encuentro de aquel magnánimo emperador que regresaba como conquistador de todo el mundo conocido.

Su paso era como el de un ser precios; en su rostro y en sus ojos se respiraba la grandeza de aquel hombre que extendía sus dominios sobre toda la tierra. Su marcha triunfal podía confundirse con la llegada de un ser divino que llenaba el ambiente con los más exquisitos perfumes y transformaba el dolor en dichosa alegría.

Sólo un hombre con semblante mesurado no se inmutaba ante la algarabía que imperaba en el ambiente: un esclavo que permanecía a un costado del emperador y que, muy cercano a su oído, con el tono propio de la sabiduría, le repetía una y otra vez “¡Memento Mori!” (recuerda que eres mortal).

Ya han pasado más de dos mil años y de aquella gloria e inmortalidad sólo quedan algunas ruinas. Todo el prestigio y deseos de inmortalidad terminaron con la muerte y ningún emperador romano, por más poderoso que fuera, pudo librarse de la descomposición de su cuerpo.

En nuestro México hay quienes con muy poco conquistado ya sienten delirios de divinidad, y exigen a sus súbditos que se les trate como a un ser que ha sido elegido entre todos los mortales para que salve a México de la profunda crisis moral, social y política por la que atraviesa.

Lo preocupante no es que MALO se sienta con la blasfema pretensión de compararse con el Verbo Encarnado, porque al final de cuentas sería su pecado; lo que es realmente gravoso es que sus lacayos se inclinen ante el tirano y le aplaudan todas sus erradas actuaciones hasta el punto de pregonar que MALO es comparable con Jesucristo.

Así lo hizo Antonio Attolini en el programa Tragaluz, en donde mencionó, con vergonzosa zalamería que Andrés Manuel se podía comparar con el Hijo de Dios por el sacrificio que estaba haciendo por México. Al poco tiempo salió también Estefanías Veloz para subirse al tren y decir que no era comparable porque Jesús no había llenado el Zócalo tantas veces.

MORENA predica un sectarismo sumamente peligroso que rebasa todos los límites y que comienza a enunciar un discurso ideológico mediante el cual quieren que todos los ciudadanos nos inclinemos ante su despotismo; algo así como lo que ocurre en China y en Corea del Norte donde sus líderes políticos son alabados con la imposición del Estado, y la sociedad tiene que guardar silencio para no perder la vida.

No es para nada sorpresivo estas ínfulas de superioridad y de hegemonía morenista; ¿cuántas veces hemos escuchado el estribillo “O se está con la transformación o se está en contra de la transformación"? Para ellos la lógica es que, quien no aprueba ni acompaña sus delirios, es un enemigo del país que merece ser perseguido por todo el aparato del régimen.

Con esa misma facultad inquisitiva con la que acusa, juzga y condena a quienes se le oponen, absuelve de manera discrecional y sin escrúpulos a los tan conocidos vividores que tanto daño le han hecho al país y que en años pasados tanto los había criticado; tal es el resonado caso de Elba Esther Gordillo, el ya trilladísimo René Bejarano, Alfonso Romo… y la lista continúa (lamentablemente). ¿Cuáles son las condiciones para obtener la redención? Que se ejecute una penosa humillación y unas cuantas adulaciones.

No se detendrán, y más allá de ganar las próximas elecciones, su objetivo es implementar un Estado dictatorial con políticas socialistas en el que ninguna voz disidente será tolerada. El 6 de junio podrá ser apenas un freno que disminuya la súbita caída hacía el abismo político, social, moral y económico al que esta divinizada 4T nos está dirigiendo.