/ jueves 10 de marzo de 2022

No estamos todas

En el Día Internacional de la Mujer, es muy común felicitarnos e incluso regalar algo, normalmente sin una mala intención, pero la realidad es que es un día de conmemoración por el camino que hemos atravesado las mujeres en diversos ámbitos, comp inclusión, política, trabajo y derechos humanos; es un hecho que poco a poco hemos progresado, pero aún nos falta.

De acuerdo a un estudio realizado por la Unión Parlamentaria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el año pasado, las mujeres son jefas de Estado o de gobierno únicamente en 22 países, y únicamente el 24.9% de los parlamentarios nacionales son mujeres, debido a estas estadísticas, se calcula que nos faltan 130 años para que exista equidad de género, al menos en lo que corresponde a gobierno. Y ese es un punto muy importante, porque mucho se habla de las razones detrás de esto, y no se trata de cumplir con una “cuota de género” exclusivamente para dar una imagen de representación femenina cuando es algo inmerecido, se trata de abrir las puertas donde cualquier persona se puede sentir bienvenida, y con igualdad de oportunidades.

No puede ser considerada una celebración en un país donde en los últimos 3 años ha habido 2 mil 865 feminicidios, donde hay 50 municipios con designación de prioritarios, y la mayoría cuenta con Alerta de Violencia de Género contras las Mujeres (AVGM), entre esos municipios prioritarios se encuentra Ciudad Juárez, en el cual en los últimos 12 meses hubo 17 feminicidios.

En un país donde de acuerdo a encuestas realizadas por Enkoll y Opinión 51, 77% de las mujeres en algún momento han sufrido algún tipo de acoso sexual en su vida, con un promedio de edad de primera manifestación a los 15 años, con un 62% de coincidencias de acoso en la calle, y 51% en transporte público, así que no, por el momento no lo podemos considerar como celebración.

Durante la pandemia por COVID-19, las llamadas a las líneas de auxilio por violencia doméstica aumentaron un 36% en México, y las consecuencias que sufren las sobrevivientes de violencia incluye impacto en su salud física, emocional y sexual, llegando a traumatizar a quienes la sufren y la presencian, por ende puede llegar a limitar sus logros educativos y laborales; y menciono esto porque la violencia contra las mujeres es un asunto que nos concierne a todos, una de las razones es la afectación al potencial socioeconómico del país, de acuerdo a un estudio publicado en 2014 por el Banco Mundial, se estima que el costo es del 3.7 del PIB, más del doble de lo que los gobiernos gastan en educación primaria.

Ahora, hablemos de lo que podemos hacer en cuanto a la protección de la integridad de la mujer, se debe de invertir en la prevención de violencia género, ello puede llevar a mejores resultados socioeconómicos, por resultado de disminución de días laborales perdidos y reducción de la necesidad de servicios de salud, psicosociales, legales y de protección, la prevención incrementa las oportunidades económicas, fuerza laboral y mayor rendimiento en materia de educación. Se deben de crear en escuelas, trabajos y cualquier ambiente en el que nos desarrollemos, espacios seguros de escucha activa para víctimas o que se sienten en posición de vulnerabilidad, realizar intervenciones basadas en evidencia, hacer que se cumplan las leyes que protegen a las sobrevivientes, prestar atención ante señales de alerta y levantar la voz, fortalecer sistemas y servicios de salud, además de capacitación para brindar mejor atención en caso de abuso, y desde mi punto de vista remover una educación no sexista; se deben transformar las normas de género entre jóvenes, promover de manera pública cambios culturales y de comportamiento que están normalizados, pero que son peligrosos como lo es el acoso callejero, abuso en estado de ebriedad y/o por la vestimenta (cuando realmente no hay una causa justificada ni mucho menos para decidir sobre las decisiones de una mujer), los cuales en el peor de los casos acaban con la vida.

He escuchado a muchas mujeres decir que cada quien decidirá como protestar, y esta participación es mi protesta, porque mi voz será el eco de las que ya no están.

En el Día Internacional de la Mujer, es muy común felicitarnos e incluso regalar algo, normalmente sin una mala intención, pero la realidad es que es un día de conmemoración por el camino que hemos atravesado las mujeres en diversos ámbitos, comp inclusión, política, trabajo y derechos humanos; es un hecho que poco a poco hemos progresado, pero aún nos falta.

De acuerdo a un estudio realizado por la Unión Parlamentaria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el año pasado, las mujeres son jefas de Estado o de gobierno únicamente en 22 países, y únicamente el 24.9% de los parlamentarios nacionales son mujeres, debido a estas estadísticas, se calcula que nos faltan 130 años para que exista equidad de género, al menos en lo que corresponde a gobierno. Y ese es un punto muy importante, porque mucho se habla de las razones detrás de esto, y no se trata de cumplir con una “cuota de género” exclusivamente para dar una imagen de representación femenina cuando es algo inmerecido, se trata de abrir las puertas donde cualquier persona se puede sentir bienvenida, y con igualdad de oportunidades.

No puede ser considerada una celebración en un país donde en los últimos 3 años ha habido 2 mil 865 feminicidios, donde hay 50 municipios con designación de prioritarios, y la mayoría cuenta con Alerta de Violencia de Género contras las Mujeres (AVGM), entre esos municipios prioritarios se encuentra Ciudad Juárez, en el cual en los últimos 12 meses hubo 17 feminicidios.

En un país donde de acuerdo a encuestas realizadas por Enkoll y Opinión 51, 77% de las mujeres en algún momento han sufrido algún tipo de acoso sexual en su vida, con un promedio de edad de primera manifestación a los 15 años, con un 62% de coincidencias de acoso en la calle, y 51% en transporte público, así que no, por el momento no lo podemos considerar como celebración.

Durante la pandemia por COVID-19, las llamadas a las líneas de auxilio por violencia doméstica aumentaron un 36% en México, y las consecuencias que sufren las sobrevivientes de violencia incluye impacto en su salud física, emocional y sexual, llegando a traumatizar a quienes la sufren y la presencian, por ende puede llegar a limitar sus logros educativos y laborales; y menciono esto porque la violencia contra las mujeres es un asunto que nos concierne a todos, una de las razones es la afectación al potencial socioeconómico del país, de acuerdo a un estudio publicado en 2014 por el Banco Mundial, se estima que el costo es del 3.7 del PIB, más del doble de lo que los gobiernos gastan en educación primaria.

Ahora, hablemos de lo que podemos hacer en cuanto a la protección de la integridad de la mujer, se debe de invertir en la prevención de violencia género, ello puede llevar a mejores resultados socioeconómicos, por resultado de disminución de días laborales perdidos y reducción de la necesidad de servicios de salud, psicosociales, legales y de protección, la prevención incrementa las oportunidades económicas, fuerza laboral y mayor rendimiento en materia de educación. Se deben de crear en escuelas, trabajos y cualquier ambiente en el que nos desarrollemos, espacios seguros de escucha activa para víctimas o que se sienten en posición de vulnerabilidad, realizar intervenciones basadas en evidencia, hacer que se cumplan las leyes que protegen a las sobrevivientes, prestar atención ante señales de alerta y levantar la voz, fortalecer sistemas y servicios de salud, además de capacitación para brindar mejor atención en caso de abuso, y desde mi punto de vista remover una educación no sexista; se deben transformar las normas de género entre jóvenes, promover de manera pública cambios culturales y de comportamiento que están normalizados, pero que son peligrosos como lo es el acoso callejero, abuso en estado de ebriedad y/o por la vestimenta (cuando realmente no hay una causa justificada ni mucho menos para decidir sobre las decisiones de una mujer), los cuales en el peor de los casos acaban con la vida.

He escuchado a muchas mujeres decir que cada quien decidirá como protestar, y esta participación es mi protesta, porque mi voz será el eco de las que ya no están.