/ viernes 21 de septiembre de 2018

No Ficción

Uno de los grandes problemas en la administración pública es la improvisación. Porque para ideas brillantes no se requiere mucho. Basta una imaginación desbordada. Lo realmente importante es entender que las ideas brillantes no siempre son realizables adecuadamente.

Un ejemplo es la ciclovía que corre por la Plutarco Elías Calles y Hermanos Escobar. Parece una broma macabra. No la respetan los automovilistas en tránsito ni los empleados de ciertas empresas ubicadas en el sector. En dos semanas de observación, solo he visto a  cuatro o cinco ciclistas utilizándola. Les ha de quedar claro que se arriesgan más en la ciclovía que en los carriles normales.

Y no es que me oponga al uso de las bicicletas. Al contrario, me parece una excelente opción para disminuir contaminación y embotellamientos. El problema es que, nos guste o no, nuestro región, debido al clima, dista mucho de ser la Ciudad de México o Bogotá. No es lo mismo pedalear a 22 que a 40 grados centígrados. O a 16 contra 2 bajo cero.

En serio, ¿nadie de la administración municipal se da cuenta de las aberrantes condiciones en las que se encuentra la ciclovía? ¿Nadie supervisa el trabajo? ¿No hay quien obligue a los automovilistas a respetar los señalamientos? ¿Habrá quién tenga la voluntad y el valor para exigirle a los empleados de las empresas apostadas en el lugar a que no se estacionen en el carril dedicado a las bicicletas? Porque no son solamente los empleados de los de la Vega: ¡hasta los empleados de un simple taller obstruyen la vialidad sin ningún miramiento!

Las construcciones extrañas que colocaron para delimitar la ciclovía no son más que un monumento al absurdo, un ejemplo de cómo hacer las cosas mal: sin planeación, sin sentido común, sin lógica y sin rumbo. ¿No lo creen? Les invito a que, en la bicicleta, tomen la ciclovía sobre la Plutarco Elías Calles. Inicien el recorrido en la Hermanos Escobar y vayan hacia el norte. Mi primer deseo es que nadie, en carro, les dispute el carril. El segundo es que no tengan mayores problemas al llegar al Malecón, porque en en esa intersección la ciclovía desaparece. Así, sin más ni más. Sn aviso, sin señalamientos, sin nada. Simplemente desaparece. El carril exclusivo se convierte en nada y hay que competir contra los vehículos. Es un deporte extremos absurdo y peligroso.

Ojalá pronto se tomen las medidas necesarias para que la ciclovía se convierta en lo que debe ser. Que sirva para seguridad y protección de los ciclistas, no como una ruta a la tragedia.

Es bueno ofrecer opciones para los ciclistas, pero por favor, háganlo bien. Sin improvisaciones. Que el trabajo se supervise y se haga bien. Porque lo que han hecho hasta ahora, más parece una excusa para otorgarle el trabajo a una empresa sin experiencia, lo que en nuestra vergonzosa idiosincrasia mexicana significa solo una cosa: corrupción.

Uno de los grandes problemas en la administración pública es la improvisación. Porque para ideas brillantes no se requiere mucho. Basta una imaginación desbordada. Lo realmente importante es entender que las ideas brillantes no siempre son realizables adecuadamente.

Un ejemplo es la ciclovía que corre por la Plutarco Elías Calles y Hermanos Escobar. Parece una broma macabra. No la respetan los automovilistas en tránsito ni los empleados de ciertas empresas ubicadas en el sector. En dos semanas de observación, solo he visto a  cuatro o cinco ciclistas utilizándola. Les ha de quedar claro que se arriesgan más en la ciclovía que en los carriles normales.

Y no es que me oponga al uso de las bicicletas. Al contrario, me parece una excelente opción para disminuir contaminación y embotellamientos. El problema es que, nos guste o no, nuestro región, debido al clima, dista mucho de ser la Ciudad de México o Bogotá. No es lo mismo pedalear a 22 que a 40 grados centígrados. O a 16 contra 2 bajo cero.

En serio, ¿nadie de la administración municipal se da cuenta de las aberrantes condiciones en las que se encuentra la ciclovía? ¿Nadie supervisa el trabajo? ¿No hay quien obligue a los automovilistas a respetar los señalamientos? ¿Habrá quién tenga la voluntad y el valor para exigirle a los empleados de las empresas apostadas en el lugar a que no se estacionen en el carril dedicado a las bicicletas? Porque no son solamente los empleados de los de la Vega: ¡hasta los empleados de un simple taller obstruyen la vialidad sin ningún miramiento!

Las construcciones extrañas que colocaron para delimitar la ciclovía no son más que un monumento al absurdo, un ejemplo de cómo hacer las cosas mal: sin planeación, sin sentido común, sin lógica y sin rumbo. ¿No lo creen? Les invito a que, en la bicicleta, tomen la ciclovía sobre la Plutarco Elías Calles. Inicien el recorrido en la Hermanos Escobar y vayan hacia el norte. Mi primer deseo es que nadie, en carro, les dispute el carril. El segundo es que no tengan mayores problemas al llegar al Malecón, porque en en esa intersección la ciclovía desaparece. Así, sin más ni más. Sn aviso, sin señalamientos, sin nada. Simplemente desaparece. El carril exclusivo se convierte en nada y hay que competir contra los vehículos. Es un deporte extremos absurdo y peligroso.

Ojalá pronto se tomen las medidas necesarias para que la ciclovía se convierta en lo que debe ser. Que sirva para seguridad y protección de los ciclistas, no como una ruta a la tragedia.

Es bueno ofrecer opciones para los ciclistas, pero por favor, háganlo bien. Sin improvisaciones. Que el trabajo se supervise y se haga bien. Porque lo que han hecho hasta ahora, más parece una excusa para otorgarle el trabajo a una empresa sin experiencia, lo que en nuestra vergonzosa idiosincrasia mexicana significa solo una cosa: corrupción.

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