/ lunes 22 de noviembre de 2021

Nos sembraron miedo, nos crecieron alas

El 25 de noviembre se conmemora anualmente el Día internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, para denunciar la violencia que se ejerce sobre las mujeres a nivel mundial y elevar la consciencia pública. De forma general la violencia se manifiesta de forma física, sexual y psicológica, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada.

De acuerdo con los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNP), desde el 2015 tanto en la clasificación de feminicidios como en homicidios dolosos, los asesinatos de mujeres se han duplicado, las cifras son alarmantes porque indican que al día en México, aproximadamente 10 mujeres son asesinadas.

Y como ya lo he mencionado antes, un problema no se termina, si no se aborda desde su raíz, y definitivamente la raíz es la falta de valores y el maltrato que pudieron haber recibido desde su infancia los agresores. Y lo que sucede es que la violencia está normalizada desde que son pequeños, por ejemplo pegarle a una compañera en la escuela y si no se corrige esa situación, y al contrario lo normalizamos, crecen con esa idea, y como últimas consecuencias acaban violentando mujeres.

Desde pequeños se nos debería ayudar a formar nuestro criterio, ya que por la saturación de violencia en el contenido de lo que ven a través de la televisión por ejemplo, y muchas veces no distinguen la realidad de la ficción.

Un argumento que me ha tocado escuchar, es que algunos hombres dicen “no todos somos así”, con lo cual estoy de acuerdo, no se puede generalizar por el simple hecho de que cada individuo es diferente, y de ninguna manera es una lucha de mujeres contra hombres, es de la sociedad contra la violencia hacia la mujer.

De los distintos tipos de violencia, considero que la más minimizada y además normalizada, es la violencia psicológica, la cual empieza desde “simples comentarios”, porque ¿cuántas veces no se ha escuchado de un noviazgo donde el novio cuestiona a su novia la forma en la que se viste, las amistades que tiene, las fotos que sube a redes sociales? Y mucha gente podrá pensar que eso es preocupación por parte de su pareja, y justamente para eso es el criterio, para discernir entre preocupación y opresión.

En general hablar de violencia contra la mujer es un tema delicado, especialmente la violencia sexual, porque puede ser considerado en tema tabú, pero la realidad que se vive nos obliga a abordarlo. Y una de las formas de empezar a erradicar la violencia es hacer consciencia desde corta edad en los entornos que nos desenvolvemos, como la escuela; y es preocupante que incluso en entornos así en muchas ocasiones no recibimos la información necesaria.

La violencia a niñas y mujeres es una violación grave a los derechos humanos, ya que afecta negativamente el bienestar de las mujeres e impide su plena participación en la sociedad, además de que tiene consecuencias negativas, impactando su familia, comunidad y país; en este último comprende un aumento en gastos de atención de salud y servicios jurídicos a pérdidas de productividad, impacto en presupuestos públicos nacionales, obstaculizando su desarrollo.

Se ha conseguido incluir en la erradicación de la violencia de género en las agendas nacionales e internacionales, y acciones concretas como esas nos dan la esperanza de vivir en un entorno más seguro conforme vamos avanzando, sin embargo aún existen retos en la aplicación de leyes contra la violencia doméstica, agresión sexual y otras formas de violencia, lo cual tiene como resultado una protección limitada y acceso a la justicia por parte de mujeres y niñas, y como se mencionó anteriormente, la clave está en la prevención, ya que cuando sucede lamentablemente queda impune.

Se deben crear espacios seguros de confianza donde las mujeres se sientan escuchadas y no culpabilizadas, y se tomen cartas en el asunto, no solo el 25 de noviembre, sino a diario en nuestra vida cotidiana sensibilizándonos sobre sus causas y consecuencias, y no quedarnos callados ante cualquier “mínima” agresión que observemos. Hasta que las mujeres y niñas, vivamos sin miedo y violencia, no podremos afirmar que vivimos en un mundo justo y equitativo.



El 25 de noviembre se conmemora anualmente el Día internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, para denunciar la violencia que se ejerce sobre las mujeres a nivel mundial y elevar la consciencia pública. De forma general la violencia se manifiesta de forma física, sexual y psicológica, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada.

De acuerdo con los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNP), desde el 2015 tanto en la clasificación de feminicidios como en homicidios dolosos, los asesinatos de mujeres se han duplicado, las cifras son alarmantes porque indican que al día en México, aproximadamente 10 mujeres son asesinadas.

Y como ya lo he mencionado antes, un problema no se termina, si no se aborda desde su raíz, y definitivamente la raíz es la falta de valores y el maltrato que pudieron haber recibido desde su infancia los agresores. Y lo que sucede es que la violencia está normalizada desde que son pequeños, por ejemplo pegarle a una compañera en la escuela y si no se corrige esa situación, y al contrario lo normalizamos, crecen con esa idea, y como últimas consecuencias acaban violentando mujeres.

Desde pequeños se nos debería ayudar a formar nuestro criterio, ya que por la saturación de violencia en el contenido de lo que ven a través de la televisión por ejemplo, y muchas veces no distinguen la realidad de la ficción.

Un argumento que me ha tocado escuchar, es que algunos hombres dicen “no todos somos así”, con lo cual estoy de acuerdo, no se puede generalizar por el simple hecho de que cada individuo es diferente, y de ninguna manera es una lucha de mujeres contra hombres, es de la sociedad contra la violencia hacia la mujer.

De los distintos tipos de violencia, considero que la más minimizada y además normalizada, es la violencia psicológica, la cual empieza desde “simples comentarios”, porque ¿cuántas veces no se ha escuchado de un noviazgo donde el novio cuestiona a su novia la forma en la que se viste, las amistades que tiene, las fotos que sube a redes sociales? Y mucha gente podrá pensar que eso es preocupación por parte de su pareja, y justamente para eso es el criterio, para discernir entre preocupación y opresión.

En general hablar de violencia contra la mujer es un tema delicado, especialmente la violencia sexual, porque puede ser considerado en tema tabú, pero la realidad que se vive nos obliga a abordarlo. Y una de las formas de empezar a erradicar la violencia es hacer consciencia desde corta edad en los entornos que nos desenvolvemos, como la escuela; y es preocupante que incluso en entornos así en muchas ocasiones no recibimos la información necesaria.

La violencia a niñas y mujeres es una violación grave a los derechos humanos, ya que afecta negativamente el bienestar de las mujeres e impide su plena participación en la sociedad, además de que tiene consecuencias negativas, impactando su familia, comunidad y país; en este último comprende un aumento en gastos de atención de salud y servicios jurídicos a pérdidas de productividad, impacto en presupuestos públicos nacionales, obstaculizando su desarrollo.

Se ha conseguido incluir en la erradicación de la violencia de género en las agendas nacionales e internacionales, y acciones concretas como esas nos dan la esperanza de vivir en un entorno más seguro conforme vamos avanzando, sin embargo aún existen retos en la aplicación de leyes contra la violencia doméstica, agresión sexual y otras formas de violencia, lo cual tiene como resultado una protección limitada y acceso a la justicia por parte de mujeres y niñas, y como se mencionó anteriormente, la clave está en la prevención, ya que cuando sucede lamentablemente queda impune.

Se deben crear espacios seguros de confianza donde las mujeres se sientan escuchadas y no culpabilizadas, y se tomen cartas en el asunto, no solo el 25 de noviembre, sino a diario en nuestra vida cotidiana sensibilizándonos sobre sus causas y consecuencias, y no quedarnos callados ante cualquier “mínima” agresión que observemos. Hasta que las mujeres y niñas, vivamos sin miedo y violencia, no podremos afirmar que vivimos en un mundo justo y equitativo.