/ lunes 17 de enero de 2022

Padres buenos, buenos padres

Hace unas semanas salió la noticia de una fiesta donde había al menos 150 menores de edad presentes bebiendo bebidas alcohólicas, y aunque al principio podría no sonar preocupante debido a la incidencia tan común de este tipo de eventos clandestinos, uno de los factores realmente preocupante de este suceso es que el evento fue organizado por madre e hijo cobrando una cuota de ingreso para los invitados, incluyendo menores de edad.

Aquí hay varias situaciones que abordar, el primero es que por cuestiones sanitarias está bastante claro que eventos masivos no pueden ser realizados, por lo que al momento de que el aforo fue sobrepasado ya se estaba cometiendo una falta. El delito por el que se estaba consignando a los presuntos culpables es contra la correcta formación del menor, y me es muy preocupante saber que haya adultos lucrando a costa de estar perjudicando menores, organizando fiestas donde además conviven con adultos, por lo que podrían estar más vulnerables a cualquier peligro asumiendo que todos están bajo el efecto del alcohol; además de que se menciona en la noticia de que en el lugar donde se realizó dicho evento no contaba con los permisos necesarios para operar, así que también existiría la posibilidad de que el alcohol estuviera adulterado.

Me tomé la libertad de leer los comentarios en redes sociales sobre lo sucedido, para conocer un poco sobre la perspectiva de jóvenes y adultos que muy probablemente no estaban presentes en la fiesta, así que su opinión estaría formada conforme a su experiencia propia como padres de familia o jóvenes que alguna vez asistieron a una fiesta clandestina y conocían de sus consecuencias.

Lo primero que noté fue la dura crítica hacia los padres de familia de los menores de edad presentes en la fiesta, cuestionando su autoridad y la educación que estaban recibiendo, además de hacer suposiciones sobre el futuro de los adolescentes. Y cómo ya lo he mencionado en otras ocasiones, antes de emitir una opinión considero que es importante empatizar con la situación. En este caso tanto es trabajo de los padres como de los hijos para evitar que estos eventos sigan ocurriendo, porque es un hecho que si los siguen haciendo es porque cumplen con su objetivo de que asista un gran número de gente.

A pesar de que hay muchos puntos que podríamos abordar en esta columna de opinión, me gustaría enfocarme directamente a lo que es la educación actualmente que recibimos los jóvenes, mucho se ha hablado que nuestros padres han sido muy permisivos, siendo que ellos no recibieron ese tipo de educación.

Mucho se habló en los comentarios, de que hoy en día los hijos vemos a nuestros padres como amigos, y desde mi perspectiva no veo problema en que exista ese vinculo amistosos con nuestros padres, siempre y cuando no perdamos de vista que son nuestra autoridad; pero puede llegar a haber una confusión por ser una línea muy delgada, es por eso que es muy importante la imposición de nuestros padres, siempre con respeto de ambos lados.

Debemos de entender que los tiempos han cambiado, y eso es parte de un desarrollo sano, porque debemos de crecer como sociedad, sin dejar los valores del lado, y dicho sea de paso los valores no son ninguna moda, sino que son la base sólida de nuestra formación.

Finalizo diciendo que nuestros padres no confundan entre ser “buenos padres” o padres buenos”, la diferencia es amplia, y como jóvenes, no confundamos la libertad que nuestros padres nos otorgan aunado a una confianza que se supone bien ganada, con el libertinaje que lamentablemente pudimos observar en el caso antes mencionado. Yo invito a los jóvenes, a que desarrollemos la madurez necesaria en cada uno de nuestros actos porque los valores nos definen como realmente somos.


Hace unas semanas salió la noticia de una fiesta donde había al menos 150 menores de edad presentes bebiendo bebidas alcohólicas, y aunque al principio podría no sonar preocupante debido a la incidencia tan común de este tipo de eventos clandestinos, uno de los factores realmente preocupante de este suceso es que el evento fue organizado por madre e hijo cobrando una cuota de ingreso para los invitados, incluyendo menores de edad.

Aquí hay varias situaciones que abordar, el primero es que por cuestiones sanitarias está bastante claro que eventos masivos no pueden ser realizados, por lo que al momento de que el aforo fue sobrepasado ya se estaba cometiendo una falta. El delito por el que se estaba consignando a los presuntos culpables es contra la correcta formación del menor, y me es muy preocupante saber que haya adultos lucrando a costa de estar perjudicando menores, organizando fiestas donde además conviven con adultos, por lo que podrían estar más vulnerables a cualquier peligro asumiendo que todos están bajo el efecto del alcohol; además de que se menciona en la noticia de que en el lugar donde se realizó dicho evento no contaba con los permisos necesarios para operar, así que también existiría la posibilidad de que el alcohol estuviera adulterado.

Me tomé la libertad de leer los comentarios en redes sociales sobre lo sucedido, para conocer un poco sobre la perspectiva de jóvenes y adultos que muy probablemente no estaban presentes en la fiesta, así que su opinión estaría formada conforme a su experiencia propia como padres de familia o jóvenes que alguna vez asistieron a una fiesta clandestina y conocían de sus consecuencias.

Lo primero que noté fue la dura crítica hacia los padres de familia de los menores de edad presentes en la fiesta, cuestionando su autoridad y la educación que estaban recibiendo, además de hacer suposiciones sobre el futuro de los adolescentes. Y cómo ya lo he mencionado en otras ocasiones, antes de emitir una opinión considero que es importante empatizar con la situación. En este caso tanto es trabajo de los padres como de los hijos para evitar que estos eventos sigan ocurriendo, porque es un hecho que si los siguen haciendo es porque cumplen con su objetivo de que asista un gran número de gente.

A pesar de que hay muchos puntos que podríamos abordar en esta columna de opinión, me gustaría enfocarme directamente a lo que es la educación actualmente que recibimos los jóvenes, mucho se ha hablado que nuestros padres han sido muy permisivos, siendo que ellos no recibieron ese tipo de educación.

Mucho se habló en los comentarios, de que hoy en día los hijos vemos a nuestros padres como amigos, y desde mi perspectiva no veo problema en que exista ese vinculo amistosos con nuestros padres, siempre y cuando no perdamos de vista que son nuestra autoridad; pero puede llegar a haber una confusión por ser una línea muy delgada, es por eso que es muy importante la imposición de nuestros padres, siempre con respeto de ambos lados.

Debemos de entender que los tiempos han cambiado, y eso es parte de un desarrollo sano, porque debemos de crecer como sociedad, sin dejar los valores del lado, y dicho sea de paso los valores no son ninguna moda, sino que son la base sólida de nuestra formación.

Finalizo diciendo que nuestros padres no confundan entre ser “buenos padres” o padres buenos”, la diferencia es amplia, y como jóvenes, no confundamos la libertad que nuestros padres nos otorgan aunado a una confianza que se supone bien ganada, con el libertinaje que lamentablemente pudimos observar en el caso antes mencionado. Yo invito a los jóvenes, a que desarrollemos la madurez necesaria en cada uno de nuestros actos porque los valores nos definen como realmente somos.