Para permanecer en el cuadrilátero político nacional, hay que traer suficiente parque en las alforjas.
Armamento pesado.
Javier Corral en su ansia por tener enfrente los reflectores de la prensa nacional, inventa un garabato al que en su desmesura, denomina, EQUIPO DE CONTRAPESO CONTRA ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR.
Lanza una campaña nacional bajo el eslogan: "yo sí quiero un contrapeso", y coloca sobre un endeble tinglado sus canicas.
Un puñado de figuras de reconocimiento nacional a los que les endilga nombramiento tácito como intelectuales orgánicos de su movimiento. Y los presume como sus amigos; como si fuera cierto, pero que al final de cuentas lo abandonan por no estar tan seguros de que esto les pueda funcionar.
Por lo pronto Alfaro, Villoro y Aguilar Camín se deslindan del frente opositor, o contrapeso, según lo publica el periódico Reforma.
Y a punto de saltar por la borda Jorge Castañeda Gutman.
Así que entran al ring, Alejandra de la Vega, Ismael Rodríguez y otros funcionarios de su gobierno para cubrir los huecos de los jugadores pesados. Un equipo de amateurs, que saben de política, lo que yo sé de fútbol.
Esta jugadita le valió tener ya el reconocimiento público del presidente López Obrador.
Lo coloca como la cabeza visible del "conservadurismo nacional" y con esa armadura, buscará patrocinios entre los enemigos de AMLO.
De gran ayuda también, las recomendaciones de un Peje al que no le ganará nunca en marrullerías.
... "que haga bien las cosas”, que formen una escuela de cuadros para formar la nueva clase política conservadora del país. Le recomienda.
Y los llamó “ternuritas” por no entender la coyuntura política actual y no formar un verdadero movimiento político con bases ciudadanas.
El problema estriba en que para la construcción de cuadros políticos, se requiere además de talento, cuando menos un lustro de estudio y práctica. Y su equipo chiquito no trae ni talento, ni estudio, ni práctica.