/ sábado 30 de enero de 2021

¿Por qué dejamos de creer?

[…El valor de la palabra se ha perdido, genética y sociedad no comulgan con un valor que va desapareciendo…]

Sin duda seguimos viviendo tiempos de angustia e incertidumbre, ya que todas las áreas de nuestra vida, fueron afectadas por la pandemia de covid-19.

Arrancamos el 2021, pero esto no significa que ya se terminaron los problemas, mucho menos pensar que ya está erradicada la pandemia.

También nos damos cuenta que nuestros problemas y emociones, nos agobian así que empezamos a retroceder en algo por lo que literalmente dejamos de […creer…]

Por otro lado la libertad que tenemos hoy en día nos permite, entre otras cosas, “la libre elección” de creer o no creer en algo supremo; por lo que todos somos libres de tener las vehemencias que queramos.

En México, son 10 millones 211 mil 52 personas que dicen no tener una religión, de acuerdo a los datos del Censo de Población y Vivienda del Inegi 2020.

Esto representa el 8.1 por ciento de la población en México.

Interesante saber que este dato casi se duplicó con respecto al censo de hace 10 años, cuando el porcentaje era de 4.7

Los científicos y especialistas aseguran que […creer en Dios…], no tiene que ser solo por el pensamiento de una persona, sino que influyen otros factores que nos hacen creer o no en Dios, lo que nos brinda un sentimiento gratificante de recompensa y el placer de un bienestar satisfactorio.

Pero cuando dejas de creer en algo, se crea un desasosiego, acompañado por un sentimiento de soledad y abandono.

A todos seguramente nos ha pasado. Creemos con firmeza en algo, pero de repente un suceso nos hace cuestionarnos esa creencia, o simplemente se nos viene abajo una idea que considerábamos totalmente clara y válida.

Cuando lo anterior ocurre, se produce por lo general una decepción y se desmorona todo aquello en lo que se creyera.

El hecho es que aun cuando nuestra creencia pueda ser una ilusión y nos presenta una decepción, obvio nos sentimos traicionados; las causas podrían ser muy diferentes, ejemplo por un amigo, por un amor, o incluso, por alguna institución; lo cual nos resulta doloroso, y la realidad casi siempre, nos trae un sinsabor y un desencanto, de ver que las cosas no eran como nosotros pensábamos o asegurábamos que eran.

Lo cierto es que después de un tiempo, cuando reflexionamos y recapacitamos sobre la mayoría de esas cosas, nos damos cuenta de que no es que hayamos dejado de creer, sino que simplemente creemos de forma diferente, o en otra cosa o incluso en la misma, pero con otra perspectiva.

Bajo esta condición, quizás hasta sería válido decir que creemos con otro sentido, ya que el ser humano está conformado por un sistema de creencias al que solemos aferrarnos, pues de hecho cuando se nos cae una creencia, comúnmente se debe a que la estamos cambiando por otra.

Porque difícilmente el ser humano dejará de creer en algo.

[…Creer es parte esencial de nuestra vida…]

Constituye el motivo que nos permite lograr muchas cosas ya que nos da fuerza, además de cierta manera nos vigoriza.

Pero romper paradigmas y creencias, quizás sea un lento proceso de la naturaleza del ser humano; de tal forma que casi siempre cuando dejamos de creer en algo o en alguien, el proceso siempre es el mismo.

Esto se debe a que la creencia se nos ha “caído” y automáticamente aparece el desencanto, lo que viene enseguida se llama “reflexión” para después cuestionarlo todo; anteponiendo la pregunta obligada

¿Por qué?

Después de la pregunta, se intenta buscar y comprender el verdadero sentido y la realidad de las cosas.

Estar conscientes de que nosotros somos parte de esa realidad, que cambiamos con el tiempo y de cierta forma, también decepcionamos a otros que nos ven desde afuera.

Así que reemplazar la creencia por el entendimiento no es nada fácil, ya que la idiosincrasia y los aspectos culturales están de por medio; pero cuando suceda el cambio, esto nos va a permitir ver las cosas de manera más objetiva, y con menos sinsabores.

Después del cambio, es interesante saber que cuando suceda algo que nos haga dejar de creer, lo veremos con otra perspectiva, para aceptar el hecho de un modo más natural, sin sobredimensionar algo que la vida y el tiempo, siempre nos terminaran demostrando; que de una u otra forma, en algún momento, “le dimos más importancia de la que realmente tiene”.

Los especialistas refieren que este proceso nos llevará a vivir a plenitud, algo que muchos llaman madurez.

[…El valor de la palabra se ha perdido, genética y sociedad no comulgan con un valor que va desapareciendo…]

Sin duda seguimos viviendo tiempos de angustia e incertidumbre, ya que todas las áreas de nuestra vida, fueron afectadas por la pandemia de covid-19.

Arrancamos el 2021, pero esto no significa que ya se terminaron los problemas, mucho menos pensar que ya está erradicada la pandemia.

También nos damos cuenta que nuestros problemas y emociones, nos agobian así que empezamos a retroceder en algo por lo que literalmente dejamos de […creer…]

Por otro lado la libertad que tenemos hoy en día nos permite, entre otras cosas, “la libre elección” de creer o no creer en algo supremo; por lo que todos somos libres de tener las vehemencias que queramos.

En México, son 10 millones 211 mil 52 personas que dicen no tener una religión, de acuerdo a los datos del Censo de Población y Vivienda del Inegi 2020.

Esto representa el 8.1 por ciento de la población en México.

Interesante saber que este dato casi se duplicó con respecto al censo de hace 10 años, cuando el porcentaje era de 4.7

Los científicos y especialistas aseguran que […creer en Dios…], no tiene que ser solo por el pensamiento de una persona, sino que influyen otros factores que nos hacen creer o no en Dios, lo que nos brinda un sentimiento gratificante de recompensa y el placer de un bienestar satisfactorio.

Pero cuando dejas de creer en algo, se crea un desasosiego, acompañado por un sentimiento de soledad y abandono.

A todos seguramente nos ha pasado. Creemos con firmeza en algo, pero de repente un suceso nos hace cuestionarnos esa creencia, o simplemente se nos viene abajo una idea que considerábamos totalmente clara y válida.

Cuando lo anterior ocurre, se produce por lo general una decepción y se desmorona todo aquello en lo que se creyera.

El hecho es que aun cuando nuestra creencia pueda ser una ilusión y nos presenta una decepción, obvio nos sentimos traicionados; las causas podrían ser muy diferentes, ejemplo por un amigo, por un amor, o incluso, por alguna institución; lo cual nos resulta doloroso, y la realidad casi siempre, nos trae un sinsabor y un desencanto, de ver que las cosas no eran como nosotros pensábamos o asegurábamos que eran.

Lo cierto es que después de un tiempo, cuando reflexionamos y recapacitamos sobre la mayoría de esas cosas, nos damos cuenta de que no es que hayamos dejado de creer, sino que simplemente creemos de forma diferente, o en otra cosa o incluso en la misma, pero con otra perspectiva.

Bajo esta condición, quizás hasta sería válido decir que creemos con otro sentido, ya que el ser humano está conformado por un sistema de creencias al que solemos aferrarnos, pues de hecho cuando se nos cae una creencia, comúnmente se debe a que la estamos cambiando por otra.

Porque difícilmente el ser humano dejará de creer en algo.

[…Creer es parte esencial de nuestra vida…]

Constituye el motivo que nos permite lograr muchas cosas ya que nos da fuerza, además de cierta manera nos vigoriza.

Pero romper paradigmas y creencias, quizás sea un lento proceso de la naturaleza del ser humano; de tal forma que casi siempre cuando dejamos de creer en algo o en alguien, el proceso siempre es el mismo.

Esto se debe a que la creencia se nos ha “caído” y automáticamente aparece el desencanto, lo que viene enseguida se llama “reflexión” para después cuestionarlo todo; anteponiendo la pregunta obligada

¿Por qué?

Después de la pregunta, se intenta buscar y comprender el verdadero sentido y la realidad de las cosas.

Estar conscientes de que nosotros somos parte de esa realidad, que cambiamos con el tiempo y de cierta forma, también decepcionamos a otros que nos ven desde afuera.

Así que reemplazar la creencia por el entendimiento no es nada fácil, ya que la idiosincrasia y los aspectos culturales están de por medio; pero cuando suceda el cambio, esto nos va a permitir ver las cosas de manera más objetiva, y con menos sinsabores.

Después del cambio, es interesante saber que cuando suceda algo que nos haga dejar de creer, lo veremos con otra perspectiva, para aceptar el hecho de un modo más natural, sin sobredimensionar algo que la vida y el tiempo, siempre nos terminaran demostrando; que de una u otra forma, en algún momento, “le dimos más importancia de la que realmente tiene”.

Los especialistas refieren que este proceso nos llevará a vivir a plenitud, algo que muchos llaman madurez.