Sabemos que vivimos tiempos difíciles y que, en algunas regiones del planeta, es más complicado vivir. Todo esto resultado del caos y la incertidumbre, donde la manifestación del arte, los mitos, sentimientos, deseos y sueños de un grupo de población han quedado olvidados, cuando sorpresivamente se encuentran inmiscuidos en un conflicto que es heredado.
De acuerdo a especialistas, es necesario distinguir entre la guerra y el conflicto; recordemos que cuando terminó la Primera Guerra Mundial, las acciones bélicas cesaron, pero el conflicto siguió latente.
Se firmaron los Tratados de Versalles, pero el conflicto europeo no se resolvió, tanto así, que poco después estalló la Segunda Guerra Mundial, que fue una consecuencia de los problemas no resueltos por la paz de Versalles.
Podría decirse que lo mismo sucedió con la llamada Guerra Fría y que lo que vemos ahora, es un conflicto no resuelto entre Europa y Rusia.
Acabar con una guerra no es nada fácil, pero puede ser más fácil que acabar con un conflicto.
Los conflictos pueden durar cientos de años, porque involucra; razones, emociones y memorias religiosas; que son muy difíciles de erradicar debido a que tienen un antecedente histórico-cultural.
Por supuesto que puede haber una “paz” en la que siga habiendo elementos conflictivos; por eso, el ideal más alto de la paz es solucionar también el conflicto.
Sin embargo, sobre este concepto, podríamos tener opiniones encontradas: desde las más negativas y pacifistas, hasta aquellas que la fomentan porque piensan que las guerras son necesarias.
Lo más difícil es encontrar el punto medio. Recordemos a León Tolstói, quien fuera un novelista ruso, considerado uno de los escritores más importantes de la literatura mundial, con obras como Guerra y paz y Ana Karénina.
En su momento Tolstoi, refería que ninguna guerra es justificable, ni siquiera una guerra defensiva.
Pero hay quienes consideran que son justas; el ejemplo lo tenemos con el filósofo español, Francisco de Vitoria, (1483-1546) fraile dominico, quien acuñó el concepto de “guerra justa” cuando se llevó a cabo la conquista de lo que hoy conocemos como América; y aunque supuestamente contempló razones en contra; al final consideró a la conquista, como una guerra justa.
La pregunta es ¿Por qué este personaje consideró justa una guerra?.
Por otro lado, también en otro tiempo Heráclito de Éfeso (540-480 a C), afirmaba que la guerra es la madre y diosa de todas las cosas.
Pero con toda seguridad los motivos y la justificación de una guerra, desde entonces podría ser muy diferente; ¿Qué entendía Heráclito por la guerra? ¿Lo mismo que nosotros?
El problema es: ¿Hasta qué punto se puede hacer uso de la violencia para alcanzar un fin valioso?
Por supuesto que no es fácil responder esta pregunta. Es importante mencionar, que un cambio en la apreciación moral acerca de la guerra; surge a partir del cristianismo, el cual tiene un principio, antibélico; aunque haya habido cruzadas y otras cosas terribles, como la Inquisición.
Pero el mensaje más importante que se pregona, va en contra de la violencia en todas sus formas, y de aquí se plantea una utopía de la paz, que afirma que en el fin de los tiempos la guerra ya no existirá, los seres humanos ya no se matarán entre ellos.
Es interesante que la paz universal, sea un ideal de muchas culturas, a pesar de que la historia de la humanidad; es una historia de guerras permanentes.
De tal forma, que algunas religiones, como el cristianismo han imaginado el final de una persona como “una promesa para alcanzar el más allá”, algo que se ha pensado que podría suceder aquí en la Tierra.
Este es el ideal filosófico de la paz perpetua; el cual afirma, que los seres humanos deben ser capaces, por medio del ejercicio de su “razón”, de construir un mundo ideal en el que no existan las guerras.
Así que no tenemos que esperar, a que un profeta implante un nuevo orden de paz, sino que somos nosotros, los responsables de nuestros actos.
Albert Einstein en 1934 mencionaba “Qué extraña suerte la de nosotros los mortales, estamos aquí por un breve período de tiempo; y no sabemos con qué propósito, aunque a veces creemos percibirlo”
Einstein no estaba equivocado, buscaba un mundo donde podamos ir más allá de las rencillas, envidias, enemistades, resentimientos, para poder vivir con civilidad, con el ideal de la fraternidad universal.
¿Será posible?