Más allá de coincidir, no podemos negar que el pensamiento de los últimos años, lo refleja el interés de las disciplinas humanas y la ciencia, fincadas por un fundamento ético o religioso. Pareciera, que muy a pesar de la barbarie, que vivimos en este S XXI, en algunas regiones del planeta, e incluso también en nuestro país, nos obliga a responder de manera responsable, frente al problema de “otros” lo que alguna vez, fue el sentido humano del humano.
Recordemos que las intenciones, quedarán en una vaguedad de palabras, que se gastan y a veces, lo único que queda de ellas, es un cascaron hueco, que poco dice de lo que alguna vez fueron capaces de decir; pero sobre todo de provocar en el ser humano, el principio de recuperar su condición precisamente de ser humano.
Curiosamente, esta es la única condición de existencia, que nos permite sobrevivir al individualismo y/o la negación, que nos han distanciado de “otros”.
Es importante referir, que la tecnología y la informática nos acercan al mundo, pero al mismo tiempo nos ha provocado una enorme indiferencia de credo y cultura, los cuales conocemos solo a través de testimonios históricos.
También nos damos cuenta que nuestras emociones nos agobian y empezamos a retroceder en algo por lo que literalmente dejamos de […creer…]
Ahora el humano de la época contemporánea, parece ser el propio sepulturero, que se muestra indolente, insensible y apático.
Una realidad que cada vez nos conduce al caos. Un caos primigenio que se convierte en algo cíclico inmerso en la perturbación, que se refleja cuando un semejante pierde la vida.
Lo vocablos adquieren experiencia propia; pero ¿de qué hablar? O ¿Desde dónde hablar? Si las palabras han perdido la responsabilidad y el sentido de evolución.
De tal forma que las profecías nos permiten la posibilidad de continuar hablando y lejanamente vislumbrar un porvenir.
Así que ¿Cómo podríamos recuperar la confianza donde el comportamiento moral deba tener armonía?
De ahí que, siempre buscamos el lenguaje utópicamente esperanzador, frente a la tragedia.
Un lenguaje que nos permita descubrir, una profecía fincada en la conciencia de rescatar un presente, antes de que se fugue a la nada.
Recordemos que la libertad que tenemos hoy en día nos permite, entre otras cosas, “la libre elección”de creer o no creer en algo supremo; por lo que todos somos libres de tener las vehemencias que elijamos.
Los científicos y especialistas aseguran que […creer en un Dios…], no tiene que ser solo por el pensamiento de una persona, sino que influyen otros factores que nos hacen creer o no, lo que nos brinda un sentimiento de recompensa.
Pero cuando dejas de creer en algo, se gesta un desasosiego, acompañado por un sentimiento de soledad y abandono.
A todos seguramente nos ha pasado. Creemos con firmeza en algo, pero de repente un suceso nos hace cuestionarnos esa creencia, o simplemente se nos viene abajo una idea, que considerábamos totalmente clara y válida.
Cuando lo anterior ocurre, se produce por lo general una decepción y se desmorona todo aquello en lo que se creyera.
Lo cierto es que, después de un tiempo, cuando reflexionamos y recapacitamos, sobre la mayoría de esas cosas, nos damos cuenta de que no es que hayamos dejado de creer, sino que simplemente, creemos diferente, o en otra cosa, o incluso en la misma, pero con otra perspectiva.
Bajo esta condición, quizás hasta sería válido decir que creemos con otro sentido, ya que el ser humano está conformado por un sistema de creencias al que solemos aferrarnos, pues cuando se nos cae una creencia, comúnmente se debe a que la estamos cambiando por otra.
Porque difícilmente el ser humano dejará de creer en algo, ya que creer es parte esencial de nuestra vida.
Constituye el motivo que nos permite lograr muchas cosas y nos da fuerza, además de cierta manera nos vigoriza.
Así que, reemplazar la creencia por el entendimiento no es nada fácil, pero cuando sucede el cambio, esto nos va a permitir ver las cosas de manera más objetiva, y con menos sinsabores.
Será entonces que el valor de la palabra, retomará el lugar que le corresponde, frente una sociedad que debe comulgar, con un valor fortalecido y precisamente, es el valor dela vida, el cual debe ser primordial frente al caos.
¿Será cierto?