/ miércoles 5 de enero de 2022

Su opinión no tiene precio… pero: ¿Tiene valor?

Cualquier país que se diga democrático garantiza para sus pobladores la participación no sólo en la toma de decisiones, sino de manera cada vez más activa en la evaluación del desempeño de las instituciones públicas así como la formulación de propuestas a través de mecanismos como el plebiscito, el referéndum, el presupuesto participativo, la rendición de cuentas y los más sonados últimamente: consulta popular y la revocación de mandato.

Independientemente de las preferencias políticas del lector, lo que a través de este espacio se aborda es precisamente el papel determinante que cada uno de nosotros adquiere a través de instrumentos de democracia directa y participación ciudadana como la revocación de mandato y la oportunidad que se abre para todos nosotros permitiéndonos expresar nuestro acuerdo o desacuerdo con la manera en la que el presidente ejerce sus facultades.

En este sentido, de manera breve podemos decir que la revocación de mandato es una modalidad de plebiscito por medio de la cual se toma la opinión de la ciudadanía para que, manifestando su soberanía a través del voto, ratifiquen o revoquen dejar en su encargo a las y los representantes que han elegido, antes de que concluya su encargo.

En el caso que nos ocupa, en México le toca al INE la organización y promoción del voto, ante lo cual el instituto argumentó en un principio, que no contaba con el suficiente presupuesto para llevar a cabo un proceso de tal magnitud, lo que derivó en un acuerdo tomado por el propio INE para suspender las actividades de organización del proceso.

Sin embargo, tras una fallida estrategia jurídica -ya que no se demostró la insuficiencia de recursos- y un intento de revertir o como mínimo dejar en pausa este importante ejercicio, la Suprema la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha instruido al INE reanudar el proceso y retomar la consulta para la revocación de mandato y de ser necesario, realizar las gestiones necesarias para aumentar los recursos ante la Secretaría de Hacienda; vaya, le piden al INE ejercer de manera plena las facultades que ya tiene pero que se ha negado a reconocer en un intento de “nadar de muertito” para que eludir responsabilidades ¿O es que acaso el máximo órgano electoral no tiene la capacidad de generar acuerdos de cooperación entre los demás institutos a nivel estatal, o incluso la ciudadanía misma?

Por lo tanto, en este punto valdría la pena dejar en claro que, más allá de lo que se ha tratado hacer ver, ejercer los mecanismos que nos permiten validar o no el actuar de las y los representantes ciudadanos, no se trata de entrar en la dinámica de un concurso de popularidad, sino que es una realidad que antes parecía muy lejana.

Decía desde antaño Oscar Wilde que “Hoy en día las personas conocen el precio de todo y el valor de nada” y por eso, dándole sentido al encabezado que abre este espacio, le pregunto: ¿Cuánto vale su opinión? Porque aquí no se trata de reconocer la gestión del presidente de la república, no se habla desde la concordancia ni la coincidencia, aquí de lo que se trata es de defender el derecho que usted tiene de hacer valer si apoya o si remueve a AMLO, un ejercicio que sin duda empodera y recupera el sentido de la soberanía del pueblo.

Cualquier país que se diga democrático garantiza para sus pobladores la participación no sólo en la toma de decisiones, sino de manera cada vez más activa en la evaluación del desempeño de las instituciones públicas así como la formulación de propuestas a través de mecanismos como el plebiscito, el referéndum, el presupuesto participativo, la rendición de cuentas y los más sonados últimamente: consulta popular y la revocación de mandato.

Independientemente de las preferencias políticas del lector, lo que a través de este espacio se aborda es precisamente el papel determinante que cada uno de nosotros adquiere a través de instrumentos de democracia directa y participación ciudadana como la revocación de mandato y la oportunidad que se abre para todos nosotros permitiéndonos expresar nuestro acuerdo o desacuerdo con la manera en la que el presidente ejerce sus facultades.

En este sentido, de manera breve podemos decir que la revocación de mandato es una modalidad de plebiscito por medio de la cual se toma la opinión de la ciudadanía para que, manifestando su soberanía a través del voto, ratifiquen o revoquen dejar en su encargo a las y los representantes que han elegido, antes de que concluya su encargo.

En el caso que nos ocupa, en México le toca al INE la organización y promoción del voto, ante lo cual el instituto argumentó en un principio, que no contaba con el suficiente presupuesto para llevar a cabo un proceso de tal magnitud, lo que derivó en un acuerdo tomado por el propio INE para suspender las actividades de organización del proceso.

Sin embargo, tras una fallida estrategia jurídica -ya que no se demostró la insuficiencia de recursos- y un intento de revertir o como mínimo dejar en pausa este importante ejercicio, la Suprema la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha instruido al INE reanudar el proceso y retomar la consulta para la revocación de mandato y de ser necesario, realizar las gestiones necesarias para aumentar los recursos ante la Secretaría de Hacienda; vaya, le piden al INE ejercer de manera plena las facultades que ya tiene pero que se ha negado a reconocer en un intento de “nadar de muertito” para que eludir responsabilidades ¿O es que acaso el máximo órgano electoral no tiene la capacidad de generar acuerdos de cooperación entre los demás institutos a nivel estatal, o incluso la ciudadanía misma?

Por lo tanto, en este punto valdría la pena dejar en claro que, más allá de lo que se ha tratado hacer ver, ejercer los mecanismos que nos permiten validar o no el actuar de las y los representantes ciudadanos, no se trata de entrar en la dinámica de un concurso de popularidad, sino que es una realidad que antes parecía muy lejana.

Decía desde antaño Oscar Wilde que “Hoy en día las personas conocen el precio de todo y el valor de nada” y por eso, dándole sentido al encabezado que abre este espacio, le pregunto: ¿Cuánto vale su opinión? Porque aquí no se trata de reconocer la gestión del presidente de la república, no se habla desde la concordancia ni la coincidencia, aquí de lo que se trata es de defender el derecho que usted tiene de hacer valer si apoya o si remueve a AMLO, un ejercicio que sin duda empodera y recupera el sentido de la soberanía del pueblo.