/ jueves 4 de noviembre de 2021

Universidades, medios y think-tanks

El Estado benefactor o Estado de bienestar es un modelo político – económico que se enfoca en llevar recursos a los sectores más vulnerables de la sociedad, en donde los productos y servicios son mayormente escasos. Ese Estado de bienestar es el que se ha intentado implantar hoy más que antes a través de programas sociales, obras públicas y reformas constitucionales.

Sin embargo, no hay nada más perjudicial para los ciudadanos que el Estado de bienestar y para demostrarlo, veamos un ejemplo: PEMEX es uno de los símbolos más representativos de los diferentes gobiernos, pero es una empresa con enormes pérdidas y altos índices de corrupción, cuyo objetivo, dice el gobierno, es lograr la soberanía petrolera del país, en favor de los mexicanos.

En el 2020, el año pasado, PEMEX tuvo una pérdida neta de más de $480 mil millones de pesos. Pero como es una cifra tan grande y a veces nos cuesta trabajo entender lo que tal cantidad significa, digamos que la pérdida fue de más de $900 mil pesos por minuto, por cada uno de los 525,600 minutos que tiene un año natural, esto quiere decir que el gobierno pudo haber entregado una casa con un valor de casi un millón de pesos a 525,600 familias mexicanas cada minuto durante un año.

Evidentemente, esta reflexión es sencilla, es rápida y es por encima, pues existen muchas otras cosas de fondo que habría que analizar, pero el objetivo de la reflexión es entender que el Estado benefactor genera malestar, porque evidentemente esos $480 mil millones de pesos perdidos en PEMEX deben ser sustraídos del presupuesto de gobierno y como el gobierno se financia, como todos sabemos, de una fuente coactiva de ingresos como son los impuestos, al final, las pérdidas las pagamos los ciudadanos.

Imagínese usted lo que, con su dinero, si no le fuera sustraído, podría hacer. Seguro que podría mejorar su calidad de vida, aunque sea un poco. Ahora, la reflexión no tiene un sentido meramente económico, sino moral. Quiero decir, que cuando los ciudadanos seamos totalmente conscientes del impacto negativo de las acciones realizadas bajo el nombre del Estado benefactor, dejaremos de tolerar tales situaciones.

En ese aspecto, las universidades, los medios de comunicación y los grupos de pensamiento, tienen un rol fundamental. Es necesario y urgente que quienes creen en el progreso individual, en la empresarialidad y en la libertad económica, acaparen los principales espacios en las instituciones educativas, en el radio, en la televisión, en los periódicos, además de conformar grupos de pensamiento en donde puedan esparcirse las ideas de la libertad.

Los empresarios se han olvidado del alto sentido moral que tiene su función, es decir que se han olvidado de difundir lo beneficioso y bondadoso que es el libre mercado y la empresarialidad, enfocándose únicamente en los números. Ese ha sido un grave error que los gobiernos populistas han aprovechado para diseminar discursos fáciles y digeribles para todos los estratos de la sociedad. Si México quiere levantar la cabeza, tienen que dejarle de pisar el cuello, y en eso juegan un papel muy importante las universidades, los medios y los think-tanks. Pero se les está haciendo tarde, de hecho, para la elección del 2024 ya van tarde.

El Estado benefactor o Estado de bienestar es un modelo político – económico que se enfoca en llevar recursos a los sectores más vulnerables de la sociedad, en donde los productos y servicios son mayormente escasos. Ese Estado de bienestar es el que se ha intentado implantar hoy más que antes a través de programas sociales, obras públicas y reformas constitucionales.

Sin embargo, no hay nada más perjudicial para los ciudadanos que el Estado de bienestar y para demostrarlo, veamos un ejemplo: PEMEX es uno de los símbolos más representativos de los diferentes gobiernos, pero es una empresa con enormes pérdidas y altos índices de corrupción, cuyo objetivo, dice el gobierno, es lograr la soberanía petrolera del país, en favor de los mexicanos.

En el 2020, el año pasado, PEMEX tuvo una pérdida neta de más de $480 mil millones de pesos. Pero como es una cifra tan grande y a veces nos cuesta trabajo entender lo que tal cantidad significa, digamos que la pérdida fue de más de $900 mil pesos por minuto, por cada uno de los 525,600 minutos que tiene un año natural, esto quiere decir que el gobierno pudo haber entregado una casa con un valor de casi un millón de pesos a 525,600 familias mexicanas cada minuto durante un año.

Evidentemente, esta reflexión es sencilla, es rápida y es por encima, pues existen muchas otras cosas de fondo que habría que analizar, pero el objetivo de la reflexión es entender que el Estado benefactor genera malestar, porque evidentemente esos $480 mil millones de pesos perdidos en PEMEX deben ser sustraídos del presupuesto de gobierno y como el gobierno se financia, como todos sabemos, de una fuente coactiva de ingresos como son los impuestos, al final, las pérdidas las pagamos los ciudadanos.

Imagínese usted lo que, con su dinero, si no le fuera sustraído, podría hacer. Seguro que podría mejorar su calidad de vida, aunque sea un poco. Ahora, la reflexión no tiene un sentido meramente económico, sino moral. Quiero decir, que cuando los ciudadanos seamos totalmente conscientes del impacto negativo de las acciones realizadas bajo el nombre del Estado benefactor, dejaremos de tolerar tales situaciones.

En ese aspecto, las universidades, los medios de comunicación y los grupos de pensamiento, tienen un rol fundamental. Es necesario y urgente que quienes creen en el progreso individual, en la empresarialidad y en la libertad económica, acaparen los principales espacios en las instituciones educativas, en el radio, en la televisión, en los periódicos, además de conformar grupos de pensamiento en donde puedan esparcirse las ideas de la libertad.

Los empresarios se han olvidado del alto sentido moral que tiene su función, es decir que se han olvidado de difundir lo beneficioso y bondadoso que es el libre mercado y la empresarialidad, enfocándose únicamente en los números. Ese ha sido un grave error que los gobiernos populistas han aprovechado para diseminar discursos fáciles y digeribles para todos los estratos de la sociedad. Si México quiere levantar la cabeza, tienen que dejarle de pisar el cuello, y en eso juegan un papel muy importante las universidades, los medios y los think-tanks. Pero se les está haciendo tarde, de hecho, para la elección del 2024 ya van tarde.